Teorías Clave de la Comunicación Interpersonal y Modelos de Habilidades Sociales en Psicología
Teorías Fundamentales de la Comunicación Interpersonal
Teoría de la Reducción de la Incertidumbre (Berger y Calabrese, 1975)
Esta teoría sostiene que uno de los objetivos fundamentales de la comunicación interpersonal es reducir la incertidumbre, especialmente en los primeros encuentros entre desconocidos. La incertidumbre puede ser cognitiva, cuando se refiere a creencias, expectativas y pensamientos del otro, o conductual, cuando afecta la capacidad de predecir cómo actuará la otra persona.
Entre sus premisas, se establece que toda relación interpersonal comienza con un grado de incertidumbre que resulta desagradable, y que la comunicación es el medio clave para reducirla. Se describen varias fases en la interacción: entrada, personal y salida, y se considera que la cantidad de información intercambiada varía a lo largo del tiempo. Además, se postula que el comportamiento humano puede predecirse de manera sistemática.
La teoría se apoya en varios axiomas, entre los que destacan:
- A mayor comunicación verbal y no verbal, menor incertidumbre.
- A medida que disminuye la incertidumbre, también disminuye la búsqueda de información.
- Cuanto mayor es la incertidumbre, menores son las autorrevelaciones y mayor la reciprocidad.
- Las semejanzas entre las personas tienden a reducir la incertidumbre.
- Un aumento de la incertidumbre provoca una disminución en la vinculación.
Sin embargo, se han planteado críticas a esta teoría, como el hecho de que reducir la incertidumbre no siempre es una prioridad en las relaciones humanas y que algunos axiomas carecen de suficiente validación empírica.
Teoría del Intercambio Social (Thibaut y Kelley, 1959)
Esta teoría se basa en los principios de racionalidad, reciprocidad y equidad. Propone que las personas intentan predecir los resultados de sus relaciones, evaluando los costes y beneficios que estas implican.
Las premisas centrales indican que los individuos tienden a buscar recompensas y evitar castigos, actuando de forma racional. Además, las escalas de coste-beneficio no son fijas, sino que cambian con el tiempo y varían entre personas. Las relaciones son vistas como procesos interdependientes en los que se valora continuamente la conveniencia de mantenerlas, considerando también las posibles alternativas.
No obstante, esta teoría ha sido criticada por no ser empíricamente comprobable debido a su escasa precisión en la definición de “coste” y “beneficio”, por asumir una visión excesivamente racional del ser humano y por otorgar un peso desproporcionado a las necesidades individuales en detrimento del contexto relacional.
Teoría de la Dialéctica Relacional (Baxter y Montgomery, 1988)
Esta teoría propone que las relaciones humanas no siguen un desarrollo lineal, sino que se caracterizan por el cambio constante y la existencia de contradicciones internas. La comunicación es vista como un elemento esencial para organizar y negociar estas tensiones.
Se identifican tres dialécticas relacionales principales:
- La de conexión-separación, que refleja la necesidad simultánea de cercanía e independencia.
- La de certidumbre-incertidumbre, que alude al deseo de estabilidad frente a la búsqueda de novedad o cambio.
- Y la de apertura-cierre, que se relaciona con el equilibrio entre la divulgación de información íntima y la necesidad de privacidad.
Aunque esta teoría resulta muy útil para explicar situaciones concretas dentro de las relaciones, se la critica por su dificultad para ser generalizada a todos los contextos relacionales.
Interaccionismo Simbólico (Escuela de Palo Alto, por ejemplo Watzlawick)
Esta corriente, centrada en el construccionismo simbólico, plantea que la comunicación es inevitable: es imposible no comunicar, ya que incluso el silencio o la inacción transmiten mensajes. Se defiende que toda comunicación tiene un doble nivel: uno de contenido (lo que se dice) y otro relacional (cómo se dice y qué implica para la relación).
La naturaleza de una relación está determinada por la forma en que se pauta la secuencia de comunicación, es decir, cómo cada participante interpreta y responde al mensaje del otro. Asimismo, se distingue entre comunicación digital (verbal) y analógica (no verbal), y se afirma que todos los intercambios comunicativos pueden clasificarse como simétricos, si se basan en la igualdad, o complementarios, si se fundamentan en la diferencia.
Una crítica relevante a esta teoría es la controversia sobre la posibilidad real de no comunicar, que algunos autores cuestionan como una premisa universalmente válida.
Modelos Explicativos de las Habilidades Sociales (HHSS)
Los modelos explicativos de la adquisición y ejecución de habilidades sociales (HHSS) ofrecen distintas perspectivas sobre cómo las personas aprenden y ponen en práctica conductas socialmente adecuadas.
Teoría del Aprendizaje Social de Albert Bandura
Esta teoría sostiene que las conductas sociales no se adquieren únicamente por ensayo y error, sino que se aprenden observando e imitando modelos del entorno, como padres, amigos o figuras de referencia. Entre sus mecanismos clave se encuentran:
- La imitación: aprender por observación directa.
- El modelado: adaptación de lo observado al contexto propio.
- El refuerzo y castigo: que aumentan o disminuyen la probabilidad de repetir una conducta según las consecuencias sociales que conlleve.
- La autoeficacia: entendida como la confianza en la propia capacidad para relacionarse eficazmente.
Además, la adquisición de HHSS se basa en refuerzos directos, experiencias observacionales, feedback interpersonal y el desarrollo de expectativas cognitivas sobre situaciones sociales. Para que el entrenamiento en HHSS sea eficaz, deben cumplirse ciertas condiciones:
- Conocer las demandas de la situación.
- Observar modelos adecuados.
- Recibir información sobre la efectividad de las conductas.
- Mantener los logros alcanzados en el repertorio conductual.
Desde este enfoque, la incompetencia social se explica por la carencia o inhibición de conductas necesarias, ya sea por ansiedad condicionada o por expectativas negativas.
Modelo de Competencia Social (Maciá y Méndez, 1986)
Este modelo entiende a la persona como un sujeto que persigue diversos objetivos mediante acciones ajustadas a normas situacionales, modificando su conducta en función del feedback que recibe. Este modelo destaca la importancia de la secuencia de la conducta y propone varios elementos interrelacionados:
- Definición de fines.
- Percepción de señales.
- Procesos centrales de traducción.
- Respuestas motrices.
- Retroalimentación.
- El correcto “timing” de las respuestas.
Los fallos en HHSS pueden surgir en cualquiera de estas etapas, ya sea por desajustes en los objetivos, errores perceptivos (como el efecto halo o errores de atribución), fallos en la interpretación de señales, decisiones inadecuadas o falta de planificación y ejecución.
Modelos Interactivos (McFall, 1982)
Estos modelos conciben la competencia social como un juicio general sobre la adecuación del comportamiento social en un contexto específico. En este enfoque, el individuo es un sujeto activo que procesa información, toma decisiones y ejecuta respuestas para alcanzar sus objetivos, ajustando su comportamiento a través de la retroalimentación.
El proceso de las HHSS se desarrolla en tres fases:
- Decodificación: implica captar e interpretar correctamente los estímulos interpersonales.
- Toma de decisiones: se generan y evalúan opciones de respuesta.
- Codificación: se emite la conducta seleccionada y se evalúa su impacto.
La incompetencia social se interpreta como producto de interferencias cognitivas y emocionales que afectan a alguna de estas fases. Entre los factores interferentes destacan:
- Pensamientos depresivos.
- Escasa empatía.
- Ansiedad.
- Miedo.
- Creencias irracionales.
- Déficit en discriminación social.
- Habilidades motoras inadecuadas.
En este modelo también se detallan los posibles problemas en cada fase del proceso, desde objetivos contradictorios o bloqueados, pasando por errores en la percepción (como los estereotipos), hasta fallos en la toma de decisiones o en la ejecución final de la conducta, agravados en ocasiones por la falta de feedback realista o la presencia de distorsiones cognitivas.