Cortesía Lingüística y Errores Pragmáticos en la Comunicación
La Cortesía y los Errores Pragmáticos en la Comunicación
La cortesía no es una categoría comparable a las demás, pues constituye un aspecto de la conducta social que determina globalmente el uso de las categorías pragmáticas. Por otra parte, la cortesía discurre necesariamente por el ámbito de lo implícito, es decir, se manifiesta en mayor medida en lo implícito que en el ámbito de lo explícito.
La cortesía según Lakoff (1973)
Para R. Lakoff, además de las reglas gramaticales, existen unas reglas de adecuación pragmática. Estas son ‘sea claro’ y ‘sea cortés’. Esta regla que determina el comportamiento cortés se manifiesta en tres máximas:
- No importune: Se puede interpretar también como ‘manténgase distante’, ‘no se inmiscuya en los asuntos de los demás’. Si algo, desde una perspectiva lingüística o desde otra, no es de nuestra incumbencia debemos evitarlo o por lo menos pedir permiso antes de realizarlo o mencionarlo. Por ejemplo, pedimos permiso al interesarnos sobre las posesiones de otra persona o si tenemos que hacer una pregunta de carácter personal.
Ejemplo: «La cena está servida. ¿Quieren cenar?» = Con una oración de este tipo se mantiene la distancia entre el hablante y lo que dice y se mantiene también la distancia entre los interlocutores.
Dentro de esta máxima se entiende también el uso de términos técnicos para nombrar lo innombrable, como por ejemplo, el sexo, la eliminación o las dificultades económicas. - Ofrezca alternativas: Permita al destinatario que tome sus propias decisiones, dejémosle una serie de opciones abiertas. Aquí entrarían por ejemplo los usos irónicos.
Ejemplo: «Nixon es algo conservador» = Cuando quiero decir que es MUY conservador, le doy opción al receptor para que interprete el enunciado en sentido literal o irónico.
Por otro lado, aquí entrarían los enunciados que pueden entenderse como afirmaciones o como peticiones indirectas. - Haga que el oyente se sienta bien: Esta máxima es la menos hipócrita de todas. La puesta en marcha de la máxima hace que el oyente se sienta más querido, como un amigo, aunque esta pueda actuar cuando no existe una verdadera amistad.
Según Lakoff, la última máxima tiende a ganar terreno en la sociedad norteamericana en detrimento de la primera máxima. Esta última tiende a predominar en sociedades más estratificadas.
Las máximas de cortesía de Leech (1983)
Podemos mostrar cortesía hacia el receptor o hacia otra persona. El emisor puede tener que mostrar mayor cortesía hacia la esposa del oyente que hacia su propia esposa. Sin embargo, aquí también encontramos diferencias culturales. El principio de cortesía se manifiesta en una serie de máximas:
Máxima de tacto
La primera sub-máxima, que es la más importante en inglés, reduce al mínimo el coste para el otro; la segunda, que determina el comportamiento lingüístico, eleva al máximo el beneficio para el otro.
Máxima de generosidad
La primera sub-máxima reduce al mínimo el beneficio para el yo; la segunda eleva al máximo el coste para el yo. Se centra en el yo.
Máxima de aprobación
Primera: reduce al mínimo la desaprobación del otro; segunda: eleva al máximo la alabanza del otro. Esta se centra en el destinatario, en el receptor. En general hay una resistencia a manifestar la crítica porque esta es descortés. Existen distintas maneras convencionalizadas de manifestar crítica sin resultar demasiado descorteses.
Máxima de modestia
Primera: reduce al mínimo la alabanza del yo; Segunda: eleva al máximo la desaprobación del yo.
Máxima de acuerdo
Primera: reduce al mínimo el desacuerdo entre el ‘yo’ y el ‘otro’; segunda: eleva al máximo el acuerdo entre el yo y el otro. Es más importante mitigar el desacuerdo que elevar al máximo el acuerdo; no tenemos que estar siempre en desacuerdo con el interlocutor, pero sí suavizar un poco el desacuerdo.
Máxima de simpatía/empatía
Primera: reduce al mínimo la antipatía entre ‘yo’ y el ‘otro’; Segunda: eleva al máximo la simpatía entre yo y el otro. Gracias a esta máxima resultan corteses las felicitaciones o las condolencias.
Cortesía e imagen social: Brown & Levinson (1987)
Siendo la teoría más elaborada hasta la fecha, estos dos autores parten de la idea de que toda sociedad pretende controlar la agresividad de sus miembros. Por otro lado, la comunicación es un tipo de conducta racional que busca la máxima eficacia, sometida al principio de cooperación de Grice. En principio, nos mantenemos fieles al principio de cooperación de Grice mientras no haya una buena razón para apartarse de él. Sin embargo, la cortesía puede apartarnos de este y, por lo tanto, en la comunicación debemos tener en cuenta dos aspectos fundamentales:
- Racionalidad: Los individuos adaptan su conducta a los fines que pueden conseguir.
- Imagen pública o social: Traducción del inglés que se hace del concepto face. Todo individuo tiene y reclama para sí un cierto prestigio, la imagen pública. En la necesidad de salvaguardar la imagen pública derivan las estrategias de cortesía. La imagen pública tiene dos vertientes:
- La vertiente negativa, que da cuenta del deseo de tener libertad de acción.
- La vertiente positiva, que da cuenta del deseo de ser apreciado por los demás.
Para Brown & Levinson (B&L), el concepto de la imagen pública es universal. Sin embargo, existen en las sociedades conflictos de intereses que la ponen en peligro; esto se denomina face-threatening acts (actos que amenazan la imagen). En estos casos, a no ser que realmente queramos amenazar la imagen pública, deberemos recurrir a la cortesía. El nivel de cortesía depende de tres factores:
- El poder relativo del destinatario respecto al emisor. Constituye la dimensión vertical de la cortesía.
- La distancia social, que da cuenta del grado de familiaridad y contacto entre los interlocutores.
- El grado de imposición que supone un determinado tipo de acto de habla.
Para B&L, lo importante es que todas estas dimensiones son de naturaleza social. Incluso el hecho de que un acto se considere como impositivo o no depende de la estructura social.
Errores Pragmáticos
Los problemas de contacto entre códigos, al tratarse de categorías pragmáticas, se basan más en categorías de orden cultural que de orden lingüístico. El fallo o el error pragmático no solo implica usos lingüísticamente incorrectos, sino también usos sociales incorrectos. Los errores pragmáticos afectan tanto a la imagen del emisor como a la del destinatario. Por otro lado, los errores pragmáticos suelen obedecer a los déficits de la enseñanza y aprendizaje de las categorías pragmáticas cuando se adquiere una segunda lengua. Estos son los 4 tipos de errores:
Errores Pragmalingüísticos
Tienen que ver con la incorrecta valoración del valor performativo que se asocia a una determinada expresión, con la incorrecta valoración de la fuerza ilocutiva de un enunciado.
Ejemplo:
A (señor inglés): «Can I help you with that?»
B (señora japonesa): «So sorry, so sorry, you are very kind.»
Errores Sociopragmáticos
Tienen que ver con la valoración de lo que es una conducta socialmente adecuada o apropiada. Más que un error lingüístico, es de carácter social.
Ejemplo 1: Durante un encuentro entre un japonés y un británico, el japonés pregunta: “How old are you?”
Ejemplo 2: Un adolescente sueco que se dirigía en Francia a todos los adultos mediante la forma “tu”.
Errores Incoativos
Estos errores consisten en la valoración del discurso y del silencio, que es muy variable de cultura a cultura. En consecuencia, esta distinta valoración comporta numerosos errores pragmáticos.
Ejemplo 1: Los hombres de una región de la India dejan de hablar prácticamente cuando llegan a la mediana edad.
Ejemplo 2: En la cultura de Belice, el estatus social de un individuo depende en gran manera de su habilidad para hablar. La gente se clasifica y categoriza según sus habilidades para hablar.
Errores No Verbales
Tienen que ver con errores de etiqueta o protocolo.