Desarrollo Psicosexual Infantil: Etapas y Conceptos Fundamentales

El Periodo de Latencia Sexual Infantil y sus Rupturas

Casi siempre hacia el 3º o 4º año, su sexualidad se expresa en una forma asequible a la observación.

Las Inhibiciones Sexuales

Durante este periodo de latencia total, se edifican los poderes anímicos que más tarde se presentarán como inhibiciones en el camino de la pulsión sexual y angostarán su curso a la manera de unos diques (el asco, el sentimiento de vergüenza, los reclamos ideales en lo estético y en lo moral). El establecimiento de estos diques es obra de la educación, la cual contribuye mucho. Pero en realidad, este desarrollo es de condicionamiento orgánico, fijado hereditariamente, y llegado el caso, puede producirse sin ninguna ayuda de la educación.

Formación Reactiva y Sublimación

La sublimación se refiere a las mociones sexuales infantiles mismas, cuyo aflujo no ha cesado, ni siquiera en este periodo de latencia, pero cuya energía es desviada del uso sexual y aplicada a otros fines. Mediante esa desviación de las fuerzas pulsionales sexuales de sus metas, y su orientación hacia metas nuevas (sublimación), se adquieren poderosos componentes para todos los logros culturales. Sublimación: Las mociones sexuales de esos años infantiles serían inaplicables, pues las funciones de la reproducción están diferidas; por otra parte, serían en sí perversas, ya que partirían en zonas erógenas y se sustentarían en pulsiones que, dada la dirección del desarrollo del individuo, solo provocarían sensaciones de displacer. Por eso, un mecanismo de defensa del yo, la formación reactiva, se encargará de suscitar fuerzas anímicas contrarias (mociones reactivas) que construyen, para la eficaz sofocación del displacer, diques anímicos (asco, vergüenza y moral).

Rupturas del Periodo de Latencia

De tiempo en tiempo irrumpe un bloque de excitación sexual que se ha sustraído a la sublimación, o cierta práctica sexual se conserva durante todo el periodo de latencia hasta el estallido reforzado de la pulsión sexual en la pubertad.

Las Exteriorizaciones de la Sexualidad Infantil

Tomaremos como modelo de las exteriorizaciones sexuales infantiles el chupeteo. Este consiste en un acto de succión con la boca, repetido rítmicamente, que no tiene por fin la nutrición. Una parte de los labios, la lengua, un lugar de la piel que esté al alcance son tomados como objeto sobre el cual se ejecuta la acción de mamar. La acción de mamar con fruición cautiva por entero la atención y lleva al adormecimiento o incluso a una reacción motriz en una suerte de orgasmo.

Autoerotismo

Destaquemos, como el carácter más llamativo de esta práctica sexual, el hecho de que la pulsión no está dirigida a otra persona; se satisface en el cuerpo propio, es autoerótica. La acción del niño chupeteador se rige por la búsqueda de un placer ya vivenciado y ahora recordado. Así, la satisfacción se obtiene mamando rítmicamente un sector de la piel o mucosa. Los labios del niño se comportaron como zona erógena, y la estimulación por el cálido aflujo de leche fue la causa de la sensación placentera. Al comienzo, la satisfacción de la zona erógena se asoció con la satisfacción de la necesidad de alimentarse. El quehacer sexual se apuntala primero en una de las funciones que sirven a la conservación de la vida, y solo más tarde se independiza de ella. La necesidad de repetir la satisfacción sexual se divorcia entonces de la necesidad de buscar alimento. El niño prefiere una parte de su propia piel para mamar porque le resulta más cómodo, porque así se independiza del mundo exterior al que no puede aún dominar, y porque de esa manera se procura una segunda zona erógena, si bien de menor valor. El menor valor de este segundo lugar lo llevará más tarde a buscar en otra persona la parte correspondiente, los labios. En el chupeteo o el mamar con fruición hemos observado ya los tres caracteres de una exteriorización sexual infantil. Esta nace apuntalándose en una de las funciones corporales importantes para la vida; todavía no conoce un objeto sexual, pues es autoerótica, y su meta sexual se encuentra bajo el imperio de una zona erógena.

La Meta de la Sexualidad Infantil

Caracteres de las Zonas Erógenas

La zona erógena es un sector de piel o de mucosa en el que estimulaciones de cierta clase provocan una sensación placentera de determinada cualidad. Existen zonas erógenas predestinadas, pero cualquier otro sector de piel o de mucosa puede prestar los servicios de una zona erógena. El niño chupeteador busca por su cuerpo y escoge algún sector para mamárselo con fruición; después, por acostumbramiento, este pasa a ser el preferido.

Meta Sexual Infantil

La meta sexual de la pulsión infantil consiste en producir la satisfacción mediante la estimulación apropiada de la zona erógena que ha escogido. En cuanto a estado, la necesidad de repetir la satisfacción se trasluce por un particular sentimiento de tensión, que posee el carácter de displacer, y una sensación de estímulo o de picazón condicionada centralmente y proyectada a la zona erógena periférica. La meta sexual puede formularse también así: procuraría sustituir la sensación de estímulo proyectada sobre la zona erógena, por aquel estímulo externo que la cancela al provocar la sensación de satisfacción.

Las Exteriorizaciones Sexuales Masturbatorias

Activación de la Zona Anal

La zona anal es apta por su posición para proporcionar un apuntalamiento de la sexualidad en otras funciones corporales. Debe admitirse que el valor erógeno de ese sector del cuerpo es originariamente muy grande. Los trastornos intestinales tan frecuentes en la infancia se ocupan de que no falten excitaciones intensas en esta zona. Los niños que sacan partido de la estimulabilidad erógena de la zona anal se delatan por el hecho de que retienen las heces hasta que la acumulación de estas provoca fuertes contracciones musculares y, al pasar por el ano, pueden ejercer un poderoso estímulo sobre la mucosa. De esa manera tienen que producirse sensaciones voluptuosas junto a las dolorosas. El contenido de los intestinos se comporta respecto de la mucosa sexualmente sensible como precursor de otro órgano destinado a entrar en acción solo después de la fase de la infancia, tiene para el lactante todavía otros significados. A partir de este significado de “regalo”, más tarde cobra el de “hijo”, el cual, según una de las teorías sexuales infantiles, se adquiere por la comida y es dado a luz por el intestino.

Activación de las Zonas Genitales

Las activaciones sexuales de esta zona erógena, que corresponde a las partes sexuales reales, son sin duda el comienzo de la posterior vida sexual “normal”. Por su situación anatómica, por el sobreaflujo de secreciones, por los lavados y frotaciones del cuidado corporal y por ciertas excitaciones accidentales, es inevitable que la sensación placentera que estas partes del cuerpo son capaces de proporcionar se haga notar al niño ya en su periodo de lactancia, despertándole una necesidad de repetirla. Mediante el onanismo del lactante, al que casi ningún individuo escapa, se establece el futuro primado de esta zona erógena para la actividad sexual. Es preciso distinguir tres fases en la masturbación infantil. La primera corresponde al periodo de lactancia, la segunda al breve florecimiento de la práctica sexual hacia el 4º año de vida, y solo la tercera responde al onanismo de la pubertad, el único que suele tenerse en cuenta.

La Segunda Fase de la Masturbación Infantil

Después del periodo de lactancia, en algún momento de la niñez, por lo común antes del 4º año, la pulsión sexual suele despertar de nuevo en esta zona genital. Pero todos los detalles de esta segunda activación sexual infantil dejan tras sí las más profundas huellas en la memoria de la persona, determinan el desarrollo de su carácter y si permanece sana, y la sintomatología de su neurosis si enferma después de la pubertad.

Retorno de la Masturbación de la Lactancia

La excitación sexual del periodo de la lactancia retorna en los años de la niñez indicados; puede hacerlo como un estímulo de picazón, que reclama una satisfacción onanista, o como un proceso del tipo de la polución, que alcanza la satisfacción sin ayuda de ninguna acción.

Disposición Perversa Polimorfa

Es instructivo que bajo la influencia de la seducción el niño pueda convertirse en un perverso polimorfo, siendo descaminado a practicar todas las transgresiones posibles. Esto demuestra que en su disposición trae consigo la aptitud para ello; tales transgresiones tropiezan con escasas resistencias porque, según la edad del niño, no se han erigido todavía o están en formación los diques anímicos contra los excesos sexuales: la vergüenza, el asco y la moral.

Pulsiones Parciales

La vida sexual infantil, a pesar del imperio que ejercen las zonas erógenas, muestra componentes que desde el comienzo envuelven a otras personas en calidad de objetos sexuales. De esa índole son las pulsiones del placer de ver y de exhibir, y de la crueldad. Aparecen con cierta independencia de las zonas erógenas, y solo más tarde entran en estrechas relaciones con la vida genital; pero ya se hacen notables en la niñez como unas aspiraciones autónomas, separadas al principio de la actividad sexual erógena.

La Investigación Sexual Infantil

La Pulsión de Saber

A la par que la vida sexual del niño alcanza su primer florecimiento, entre los 3 y los 5 años, se inicia en él también aquella actividad que se adscribe a la pulsión de saber o de investigar. Su acción corresponde a una manera sublimada de apoderamiento, y además, trabaja con la energía de la pulsión de ver. Pero sus vínculos con la vida sexual tienen particular importancia, ya que la pulsión de saber de los niños recae, en forma insospechadamente precoz y con inesperada intensidad, sobre los problemas sexuales, y quizás es despertada por estos.

El Enigma de la Esfinge

La amenaza que para sus condiciones de existencia significa la llegada, conocida o barruntada, de un nuevo niño, y el miedo de que este acontecimiento lo prive de los cuidados y amor, lo vuelven reflexivo y penetrante. La génesis del despertar de la pulsión de saber le plantea el enigma de ¿dónde vienen los niños?

Complejo de Castración y Envidia del Pene

El supuesto de que todos los seres humanos poseen idéntico genital (masculino) es la primera de las asombrosas teorías sexuales infantiles, grávidas de consecuencias.

Teorías del Nacimiento

En cuanto a la investigación correspondiente a los primeros años de la infancia, sus resultados fueron uniformes: los niños se conciben por haber comido algo determinado y se les da a luz por el intestino, como a la materia fecal.

Concepción Sádica del Comercio Sexual

Si a esa tierna edad los niños son espectadores del comercio sexual entre adultos, el pequeño no comprende nada de lo sexual, no puede sino concebir el acto sexual como una especie de maltrato o de sojuzgamiento, vale decir, en sentido sádico. Una impresión de esa clase recibida en la primera infancia contribuye en mucho a la disposición para un ulterior desplazamiento sádico de la meta sexual.

El Típico Fracaso de la Investigación Sexual Infantil

Acerca de las teorías sexuales infantiles puede hacerse esta formulación general: son reflejos de la propia constitución sexual del niño y dan pruebas de una gran comprensión sobre los procesos sexuales. Pero como la investigación sexual infantil ignora dos elementos, el papel del semen fecundante y la existencia de la abertura sexual femenina, los esfuerzos del pequeño investigador resultan por lo general infructuosos y terminan en una renuncia que no rara vez deja como secuela un deterioro permanente de la pulsión de saber.

Fases del Desarrollo de la Organización Sexual

En la vida sexual del adulto llamada normal, las pulsiones parciales, bajo el primado de una única zona erógena, han formado una organización sólida para el logro de la meta sexual en un objeto ajeno.

Organizaciones Pregenitales

Llamaremos pregenitales a las organizaciones de la vida sexual en que las zonas genitales todavía no han alcanzado su papel hegemónico. Una primera organización sexual pregenital es la oral: la actividad sexual no se ha separado todavía de la nutrición, ni se han diferenciado opuestos delante de ella. El objeto de una actividad es también el de la otra; la meta sexual consiste en la incorporación del objeto, el paradigma de lo que más tarde, en calidad de identificación, desempeñará un papel psíquico importante. El chupeteo puede verse como un resto de esta fase hipotética que la patología nos forzó a suponer; en ella la actividad sexual, desasida de la actividad de la alimentación, ha resignado el objeto ajeno a cambio de uno situado en el propio cuerpo. Una segunda fase pregenital es la de la organización sádico-anal. Aquí ya se ha desplegado la división en opuestos, que atraviesa la vida sexual; empero, no se les puede llamar todavía femenino y masculino, sino que es preciso decir pasivo y activo. La actividad es producida por la pulsión de apoderamiento a través de la musculatura del cuerpo, y como órgano de la meta sexual pasiva se constituye ante todo la mucosa erógena del intestino.

Ambivalencia

Esta forma de la organización sexual puede conservarse a lo largo de toda la vida y atraer permanentemente hacia sí una buena parte de la práctica sexual. Posee este carácter: los pares de opuestos pulsionales están plasmados en un grado aproximadamente igual. El conjunto de los afanes sexuales se dirigen a una única persona, y en ella quieren alcanzar su meta. La unificación de las pulsiones parciales y su subordinación al primado de los genitales no establecidas en la infancia; o lo son de manera muy incompleta. La instauración de ese primado al servicio de la reproducción es la última fase por la que atraviesa la organización sexual.

Los Dos Tiempos de Elección de Objeto

La primera se inicia entre los 2 y 5 años, y el periodo de latencia la detiene o la hace retroceder; se caracteriza por la naturaleza infantil de sus metas sexuales. La segunda sobreviene con la pubertad y determina la confirmación definitiva de la vida sexual. Los resultados de la elección infantil de objeto se prolongan hasta una época tardía; o bien se los conserva tal cual, o bien experimentan una renovación en la época de la pubertad. Pero demuestran ser inaplicables, y ello a consecuencia del desarrollo de la represión, que se sitúa entre ambas fases. Sus metas sexuales han experimentado un atemperamiento, y figuran únicamente lo que podemos llamar la corriente tierna de la vida sexual. La elección de objeto de la época de la pubertad tiene que renunciar a los objetos infantiles y empezar de nuevo como corriente sensual.

Fuentes de la Sexualidad Infantil

En el empeño de rastrear los orígenes de la pulsión sexual hemos hallado hasta aquí que la excitación sexual nace:

  • Como calco de una satisfacción vivenciada a raíz de otros procesos orgánicos;
  • Por una apropiada estimulación periférica de zonas erógenas;
  • Y como expresión de algunas “pulsiones” cuyo origen todavía no comprendemos.