Dimensiones del Yo: Psicopatología y Equilibrio Mental

Dimensiones Fundamentales del Yo y su Psicopatología

Realidad – Irrealidad

El Yo está expuesto a vivencias de realidad e irrealidad. Percibe un mundo externo desde el cual elabora un juicio de realidad, pero también convive con su mundo interno de fantasías, imaginaciones y ensueños.

Esta dimensión permite abarcar la psicopatología del Yo, considerando el continuo desde los trastornos más leves (neuróticos) hasta los más graves (psicóticos), en función del reconocimiento de la realidad.

Niveles del Principio de Realidad

  • Apreciación de la Realidad

    La realidad es percibida a través de las necesidades y emociones internas del sujeto. Una apreciación equilibrada de la realidad implica que ni las motivaciones internas distorsionen completamente el mundo externo, ni la realidad objetiva limite al sujeto. Este equilibrio permite una flexibilidad que fortalece al individuo, permitiéndole aceptar y transformar la realidad ligeramente para mantener su estabilidad y adaptarse a cambios sin miedo, enriqueciendo así su interacción con el entorno.

  • Sentido de la Realidad

    El Yo construye su sentido de vida al interactuar con la realidad, desarrollando planes coherentes en áreas como estudio, trabajo, relaciones y compromisos sociales. En trastornos de personalidad, como el límite, esta capacidad se ve gravemente afectada, dificultando la proyección personal y la construcción de un futuro organizado.

  • Juicio de Realidad

    El juicio de realidad surge de la vivencia de realidad, permitiendo al Yo interpretar el significado de lo percibido en su entorno. A partir de estas significaciones, el Yo construye sentidos de realidad y la aprecia de forma coherente. Cuando esta función básica se ve alterada, el Yo pierde su capacidad estructural y organizativa, resultando en una desintegración significativa.

Trastornos de la Dimensión Realidad-Irrealidad

  • Trastorno de la Apreciación de la Realidad

    El Yo percibe la realidad de forma sesgada debido a rigidez interna, limitando la adaptación y la funcionalidad emocional. Esto es común en trastornos como el obsesivo, narcisista, dependiente e histérico.

  • Trastorno del Sentido de la Realidad

    Caracterizado por una percepción distorsionada y desorganización personal, afecta la estabilidad laboral, afectiva y social, siendo típico en perfiles borderline, paranoico y esquizotípico.

  • Trastorno del Juicio de Realidad

    En su forma más grave, altera la capacidad del Yo para distinguir entre realidad e irrealidad, llevando a delirios, desintegración estructural y percepciones paranoides o esquizoides.

  • Trastorno de la Conciencia de Pertenencia

    La apreciación de sí mismo del Yo está distorsionada por sus motivaciones internas, deseos y temores, de manera tal que su pertenencia, identidad, límites, unidad, salud, existencia y corporalidad se ven amenazadas o son vividas con una seguridad o sobrevaloración inadecuada, lo que conduce a situaciones conflictivas y contradictorias.

  • Despersonalización Alopsíquica

    El Yo psíquico resulta extraño, lejano y poco familiar, generando desconocimiento, negación y extrañeza. El paciente vive esta experiencia con desconcierto y gran angustia, aunque le cuesta comunicarlo y pedir ayuda. No alcanza la gravedad de un trastorno psicótico, ya que afecta la apreciación del sí mismo, no el juicio de realidad.

  • Desrealización

    El entorno resulta extraño y ajeno, como si el sujeto no perteneciera a ese mundo. Se percibe todo cambiado, amenazante y poco familiar, lo que genera una angustia extrema.

  • Alteraciones de la Conciencia de Enfermedad

    El paciente enjuicia su estado patológico de forma distorsionada, considerándolo natural o producto de causas ajenas a la enfermedad, a menudo relacionadas con su delirio. Puede sentir que está invalidado, grave o que va a morir ante síntomas leves, o, por el contrario, minimizarlos al extremo de no preocuparse por su salud, no cuidarse ni buscar ayuda.

  • Pensamientos Fabricados

    El paciente tiene la impresión de que sus pensamientos no provienen de él; es otro quien los ha pensado, un poder extraño se los presenta ya hechos, ya fabricados.

  • Robo de Pensamiento

    El paciente deja de ser dueño de sus propios pensamientos, los cosifica y le pueden ser sustraídos.

  • Imposición del Pensamiento

    Los pacientes refieren que sus pensamientos no son los suyos, no son como ellos piensan comúnmente, sino que les han sido impuestos. Hay una fuerza extraña, externa a su Yo, que los hace pensar de tal o cual modo.

  • Fenómenos de Influencia

    Sensación de ser controlado desde fuera. La influencia la viven como si desde fuera los obstaculizaran, los inhibieran o los facilitaran.

  • Vivencias de Escisión

    El paciente refiere que coexisten en él dos o más personas, seres o fuerzas, las cuales viven simultáneamente. Habitualmente no coinciden ni se parecen, sino más bien se oponen mutuamente.

  • Pérdida de la Conciencia de Identidad

    Va desde sentir una inseguridad acerca de ser uno mismo a través del tiempo, hasta el no saber quién se es en el presente. Los lleva en muchos casos a asumir una nueva identidad.

  • Difusión del Pensamiento

    Trastorno psicopatológico de la conciencia de límites del Yo, referido a la ausencia de demarcación entre pensamientos y mundo externo, donde se vivencia una pérdida de la intimidad del pensar propio, la que los deja al descubierto.

  • Apersonificación

    Vivenciar lo que hace y experimenta otro, como si fuera el paciente quien lo hace y experimenta.

  • Transitivismo

    El enfermo vivencia que lo que él hace y siente, lo siente o experimenta el otro. En este caso es como si él «transfiriera» sus vivencias a otra persona. Por esto se le denomina transitivismo.

  • Pérdida de la Conciencia del Existir

    Compromete un fenómeno reflexivo nuclear del ser humano. Los pacientes la refieren de diversas maneras: «a veces dudo que esté vivo», «es como si la vida se me hubiera ido, se me hubiera secado», «estoy cambiando, mi persona no existe ya», «ya no existo, no tengo corazón ni pulmones, huelo como un cadáver».

Dependencia – Independencia

Un Yo saludable equilibra armónicamente la dependencia y la independencia. Reconoce la importancia de los demás para recibir apoyo emocional y gratificación, valorando el afecto y las opiniones externas sin perder su individualidad. Este equilibrio le permite adaptarse según las circunstancias, alternando entre la necesidad de conexión con otros y su propia autosuficiencia. La integración de ambas dimensiones genera una sensación de bienestar y naturalidad.

Psicopatología de la Dimensión Dependencia-Independencia

  • Yo Dependiente

    El Yo dependiente basa su seguridad y gratificación en los demás, mostrando una necesidad excesiva de apoyo y atención. La negación del polo independiente genera angustia, depresión y episodios de agresividad hacia quienes limitan su autonomía.

  • Yo Independiente

    El Yo independiente encuentra gratificación en sí mismo, mostrando autonomía extrema. Usa a los demás como medios para sus fines y evita compromisos afectivos, negando el polo dependiente sin integrarlo.

  • Yo Ambivalente

    El Yo ambivalente alterna entre dependencia e independencia de manera escindida. Es común que oscile entre actitudes de autonomía y fuertes necesidades de apoyo, reflejando una integración incompleta de ambos polos.

Actividad – Pasividad

Un Yo sano alterna de manera flexible entre dos actitudes principales: activa y pasiva, dependiendo de las circunstancias. En la actitud activa, el Yo toma control, elabora planes, supera obstáculos y manipula eventos para alcanzar metas. Por el contrario, en la actitud pasiva, el Yo se adapta al presente, sin esfuerzo por cambiar las circunstancias, aceptándolas tal como son. Cuando estas actitudes se vuelven rígidas e inflexibles, ya sea predominando siempre la acción o la pasividad, surgen problemas.

Psicopatología de la Dimensión Actividad-Pasividad

  • Yo Activo

    Un Yo activo es persistente, orientado a objetivos y con iniciativa para controlar el entorno. La psicopatología surge cuando esta actitud se extrema, adoptando rigidez y negando la pasividad, lo que resulta en un control excesivo e incapacidad de adaptación.

  • Yo Pasivo

    Un Yo pasivo carece de iniciativa y estrategias para cambiar su entorno, adoptando una postura de inercia que, al volverse rígida, impide asumir conductas activas necesarias. Esto refleja una escisión entre actividad y pasividad, con una negación del polo activo.

    • Desganado

      Predomina la pasividad extrema, típica de la esquizofrenia. La falta de motivación para iniciar actividades genera indecisión, abandono de proyectos y un ocio vacío.

    • Falto de Propositividad Vital

      Caracterizado por la incapacidad de planificar y proyectar el futuro, también típico de la esquizofrenia. El paciente carece de metas y propósito vital.

Adhesividad – Evitación

Un Yo sano equilibra la atracción y el rechazo en las relaciones afectivas. Es capaz de acercarse y compartir emociones intensas, tanto positivas como negativas, pero también sabe distanciarse cuando la relación implica riesgos o pierde sentido. Este equilibrio permite experimentar vínculos de manera fluida, sintiendo saciedad cuando es necesario distanciarse.

Psicopatología de la Dimensión Adhesión-Evitación

  • Yo Adhesivo

    El Yo busca acercarse indiscriminadamente a los demás, con dificultad para mantener una distancia sana en sus relaciones. Presenta una necesidad excesiva de contacto afectivo cargado de emociones, principalmente agresivas o eróticas, y se adhiere de forma persistente sin integrar el polo evitativo necesario para el equilibrio.

  • Yo Evitador

    El Yo evita relaciones espaciales y afectivas, mostrando incomodidad ante el contacto, comunicación e interacción emocional. En algunos casos, esto se debe a la angustia que provoca el acercamiento; en otros, a la falta de motivación.

    • Autista

      Se caracteriza por un aislamiento extremo y una incapacidad para integrar el acercamiento afectivo. El paciente percibe el mundo como extraño y amenazante, evitando contacto con personas, objetos y situaciones, y mostrando frialdad y distancia en sus relaciones.