Innatismo, pragmática y competencias lingüísticas

Innatismo

Innatismo: es una hipótesis racionalista que se apoya en la idea de que los seres humanos nacemos biológicamente programados para el lenguaje, es decir, estamos dotados genéticamente de un dispositivo a través del cual accedemos al conocimiento y uso de la lengua, a lo que Chomsky llama gramática universal. Esta dotación biológica se desarrolla al entrar en contacto con una lengua natural y da lugar a la lengua interna de cada hablante nativo. En el siglo XX Chomsky desarrolla su teoría sobre el aprendizaje de la lengua fundamentada en los principios claramente opuestos a los sostenidos por la corriente conductista del aprendizaje. Desde el punto de vista innatista, el proceso de adquisición como proceso de selección interno y construcción creativa de la lengua. El principal argumento que alega la hipótesis innatista es que la teoría conductista no es capaz de dar respuesta al denominado «problema lógico de la adquisición del lenguaje»- Chomsky recurre a la guía para dar respuesta a este problema: si no poseyéramos ese conocimiento universal, el aprendizaje de la lengua sería casi imposible ya que los datos que recibimos no son suficientemente ricos. Todos los niños aprenden su lengua materna a la misma edad pasando por los mismos estadios de adquisición, construyendo las mismas estructuras y produciendo los mismos errores.

Pragmática

Pragmática: se entiende por pragmática la disciplina cuyo objeto de estudio es el uso del lenguaje en función de la relación que se establece entre enunciado-contexto-interlocutores. Dicho de otro modo, la pragmática se interesa por analizar cómo los hablantes producen e interpretan enunciados en contexto; de ahí que tome en consideración los factores extralingüísticos que determinan el uso del lenguaje, a los que no puede hacer referencia un estudio puramente gramatical, tales como los interlocutores, la intención comunicativa, el contexto o el conocimiento del mundo. En este sentido, se dice que los interlocutores poseen información pragmática, entendiendo como tal el conjunto de conocimientos, creencias, supuestos, opiniones, etc. de un individuo en una interacción oral concreta. En el siglo XX C. Morris clasifica la pragmática como una disciplina lingüística, junto con la semántica y la sintaxis. Sin embargo, actualmente la pragmática ha dejado de plantearse como un módulo más del análisis lingüístico para convertirse en una perspectiva diferente de acercarse a los fenómenos lingüísticos de cualquier nivel siempre que se tengan en cuenta los factores contextuales. Una de las líneas de investigación pragmática más importante dentro del pensamiento contemporáneo es la iniciada por J. L. Austin. Este filósofo del lenguaje desarrolla la teoría de los actos de habla, en la que se recoge esta concepción de la lengua como una forma de actuar intencionada que es interpretada por el destinatario, según el contexto.

Competencias lingüísticas

Competencia lingüística: el concepto de competencia lingüística fue propuesto por Noam Chomsky en 1965. En su obra, el autor diferencia entre ‘competencia lingüística’ y ‘actuación lingüística’, entendiendo la primera como el conocimiento que poseemos de la lengua y la segunda como el uso real que hacemos de la misma. A pesar de reconocer esta diferencia, Chomsky centró sus trabajos en la teorización sobre el conocimiento lingüístico y no sobre la capacidad para utilizarlo en la comunicación interpersonal, lo cual, llevado al ámbito de la enseñanza-aprendizaje de las lenguas, conllevó el desarrollo de una serie de metodologías centradas de forma exclusiva en el dominio de la estructura de la lengua meta, sin atender a su uso real en situaciones concretas de comunicación. En síntesis, se entiende que la competencia lingüística es la capacidad que tiene una persona para producir enunciados que respeten las reglas de la gramática de una lengua en todos sus niveles (fonológico, sintáctico, semántico, léxico, morfológico). Esta capacidad no solo permite codificar mensajes que respeten las reglas de la gramática, sino que permite también comprenderlos y emitir juicios sobre su gramaticalidad. La aparición y aplicación de este concepto a la enseñanza-aprendizaje de las lenguas provocó reacciones por parte de investigadores como Hymes o Campbell, que destacaron que la capacidad para comunicarse en una lengua no solo requiere de la producción de oraciones gramaticalmente correctas, sino también de la capacidad de adaptarse al contexto sociolingüístico en el que se produce la comunicación. De este modo, el término de ‘competencia lingüística’ quedó superado por el de ‘competencia comunicativa’, el cual fundamenta las bases de la disciplina de la didáctica de la lengua.