Innovación Social y Pobreza en la España de Felipe II: El Modelo de Giginta
Miguel de Giginta y la Reforma de la Asistencia Social
Contexto Socioeconómico y Religioso
Teniendo en cuenta la pésima situación económica de España durante el reinado de Felipe II, quien se encontraba endeudado y en bancarrota (1575), la mano de obra no era destinada a la manufactura. No hubo industria en España que relanzara su economía; además, se vendía la materia prima para luego comprar el producto final, lo que generaba una excesiva importación.
Existía una mala organización y gestión de las instituciones asistenciales, y el debate sobre la Reforma Protestante, junto con el Concilio de Trento, no desvinculaba la función de la asistencia de los eclesiásticos, pero sí imponía un rígido control de los fondos económicos.
Así, los supuestos teóricos entre el sistema protestante y el católico diferían, pero la práctica social era semejante. Estos cambios impulsaron nuevas medidas legales e innovaciones en la resolución de problemas.
La Propuesta de Giginta: Las Casas de Misericordia
Fue un incansable viajero, hábil negociador con autoridades políticas y eclesiásticas, tuvo espíritu práctico y logró ver en la vida el triunfo de sus ideas. Compaginó la promoción y difusión de sus ideas con el impulso y gestión de su innovación básica para la solución de la mendicidad: las Casas de Misericordia.
Principios y Funcionamiento
Su propuesta se basó en aunar las necesidades de los pobres y llevar a cabo una adecuada gestión de los fondos de las ciudades. Para ello, propuso la creación de dos tipos de establecimientos: unos para los pobres impedidos y que necesitaban atención, para quienes habría un hospital en cada ciudad que se gestionaría con donaciones religiosas y de particulares; y otros, para los pobres que podían trabajar. Aquí aparecían las Casas de Misericordia, centros abiertos que proporcionaban sustento y alojamiento a cambio de cumplir con las condiciones, que consistían en trabajar. Ganarían un salario, pero con él contribuirían a mantener las casas y a la comunidad. Pretendió una concienciación social más importante que una represión a los pobres. Sin embargo, su planteamiento no se llevó a cabo.
Pretendió compaginar la atención de los poderes públicos a los pobres, sin impedir la mendicidad libre, con un control moderado, no obligatorio, sino por presiones indirectas. Eran el instrumento decisivo para la política de la mendicidad.
Financiación y Objetivos
Defendía la fusión de establecimientos asistenciales en dos únicos hospitales por localidad: uno para enfermos y otro para mendigos. Había libertad para ingresar y para abandonar. Los acogidos recibían lo que precisaban para su mantenimiento. Así, junto con la recomendación a la población de que no se diera limosna, el propósito básico de la reforma se conseguía: quienes continuaran pidiendo eran pobres fingidos que se verían obligados a acogerse a las Casas. Se financiaban con la reducción de hospitales y sus economías, de fundaciones benéficas y limosnas, del trabajo de los acogidos y de pintorescas fuentes como porcentaje de entradas a la comedia, museos, etc. Para Giginta, sobre todo, los gobernantes y ricos debían emplear sus bienes en aliviar el desamparo de los pobres.
Nueva Concepción de la Pobreza y su Impacto
También creó una nueva concepción de la pobreza donde criticaba la ociosidad y por ello pretendía emplear las Casas como instrumento de reforma de pobres, tanto moral, estableciendo obligaciones religiosas diarias, como educativa, proporcionando aprendizaje de un oficio y una instrucción básica. Las Casas contaban con actividad laboral. Los centros eran talleres dedicados a la industria textil, que requería mano de obra. Los acogidos recibían un salario por su actividad; así, el trabajo era un medio para evitar la mendicidad y para el bien de la comunidad.
Giginta observó un nuevo fenómeno: el pobre excluido de la colectividad que, en el medio urbano, se convertía en pícaro. Las Casas se alzaban como centros preventivos de ese comportamiento juvenil.
Legado y Difusión
Abogó por la intervención civil de la beneficencia, intervino en repetidas ocasiones ante las Cortes y la gestión de las Casas era atribuida a los seglares. Para él, el impulsor de las reformas debía ser el monarca. Sus proyectos alcanzaron éxito y se propagaron por todo el país. Numerosas Casas de Misericordia se abrieron en las décadas de 1570 y 1580. Su influencia aumentaría siglos después cuando los ilustrados recuperaron muchas de sus ideas.
Acciones Legislativas y Administrativas sobre la Pobreza en el Siglo XVI
Paralelismos y Normativas Clave
En el contexto del trasvase de la responsabilidad de la asistencia desde la Iglesia y por la caridad privada hacia las instituciones públicas, se enmarcaron las acciones legislativas y administrativas, todavía muy unidas a la concepción caritativa emanada de las autoridades eclesiásticas, que sobre el hecho social de la pobreza activó la Monarquía española del siglo XVI.
Acciones que guardan paralelismo con el sistema de la Poor Law, donde se recogían la obligación de clasificación de pobres de los poderes locales, la introducción de trabajo obligatorio, la limitación de socorros materiales y la creación de los inspectores de pobres.
Entre las normas sobre pobres dictadas por los monarcas, destacan la primera disposición donde se prohibía la libre circulación de pobres por el Reino de Castilla, y al no cumplirse, se pedían penas. También se incluía la reducción de hospitales a uno por cada pueblo, y la petición de distinguir entre pobres verdaderos y falsos, por lo que la petición de limosna debía ir con una licencia de la autoridad municipal.