La expansion comercial que se produjo gracias ala revolucion industrial

Tema 3. Las transformaciones socioeconómicas del siglo XIX

La primera Revolución Industrial; de los orígenes en Gran Bretaña a la industrialización en Europa occidental y Estados unidos. Los cambios en la agricultura. Revolución demográfica y urbanización. La segunda Revolución Industrial y el capitalismo mundial. La emergencia de Alemania y Japón. El caso de España: ¿fracaso de la revolución industrial? La aceleración de los cambios sociales.

El proceso de industrialización es un proceso gradual, no revolucionario realmente en su forma de desarrollarse aunque sí en los cambios que produjo, que supuso una serie de transformaciones sociales y económicas que afectaron, progresivamente, a más regiones a lo largo de todo el siglo. La esencia de tal revolución radica en la sustitución de la fuerza humana por energía natural en la producción mediante el uso de maquinaria. Este desarrollo técnico, fundamentado en la máquina de vapor no sólo supone un antes y un después en la producción sino también en los transportes, haciendo el mundo más pequeño y posibilitando la aparición de una economía mundial.

A pesar de su carácter globalizador y su influencia planetaria, su foco principal reside en las potencias del noroeste de Europa y sus imperios coloniales; concretamente, la revolución industrial nace en Gran Bretaña a principios de siglo. Hay factores de diversa índole que explican por qué un país ni tan grande ni tan rico en recursos fue capaz de encabezar este proceso.

•Económicos. El sistema comercial del que gozaba Gran Bretaña no tenía competidor, era la Reina de los Mares, amparado en una poderosa armada que protegía los intercambios ultramarinos de todo el Imperio. Asimismo, esa multitud de colonias abastecieron de diversos y abundantes recursos naturales el proceso de industrialización. En este ámbito es imprescindible el calado de las ideas liberales, que están detrás de la creación de un conjunto de instituciones financieras que respondieran al comercio de ultramar y el establecimiento de un mercado unificado y sin barreras. Esta actividad comercial unida al desarrollo técnico agrícola precedente propicio la acumulación y disponibilidad del capital necesario para la puesta en marcha de la industrialización. También es reseñable la influencia de la doctrina liberal en la maquinización y división del trabajo (Adam Smith) con el fin de producir eficientemente para el mercado.

•Político-jurídicos. La difusión de las ideas liberales en la vida política británica redundó en el desarrollo de una economía de laissez-faire y el impulso de la investigación técnica. Sin embargo, es la seguridad jurídica sobre la propiedad privada la que supone una condición sine qua non para el desarrollo de la revolución industrial

•Sociológicos. El pensamiento protestante basaba la aprobación social en términos de éxito social y económico (predestinación). El carácter individualista y menos reacio al avance que el catolicismo propició el desarrollo capitalista.

Industrialización británica: Basada en el sector textil (algodón) y la fundición de minerales, inicialmente hierro forjado, más tarde se implantaron altos hornos de carbón vegetal para producir acero. La economía industrial británica se especializó en importar materias primas y exportar bienes de consumo. El sector financiero e industrial están separados y el estado juega un papel facilitador más que impulsor. La primera Exposición Internacional en 1851 puso de relieve la preeminencia técnica británica y la posición de Londres como capital mundial.


Industrialización continental: es más tardía (2º mitad de siglo) y se lleva a cabo importando la técnica británica. Destacan Francia y Alemania, aunque la industrialización estuvo muy focalizada (cuenca del Ruhr, norte de Francia, Piamonte, Cataluña y País Vasco). El proceso se caracteriza por una mayor relevancia del sector agrícola y el desarrollo de la industria de bienes intermedios. El Estado desempeñó un papel fundamental tanto el proceso industrializador como en la construcción de líneas férreas. La ausencia de un mercado único que permitiera el tránsito de mercancías sin barreras, de regulación liberal y de seguridades jurídicas supuso un lastre, que se vio acrecentado por la vinculación existente entre el sector financiero y el industrial, algo disfuncional para el desarrollo capitalista.

Industrialización en EE.UU. El crecimiento industrial de los Estados Unidos fue tan rápido que a finales de siglo era la primera potencia económica del mundo. Su expansión hacia el Pacífico ligada a la construcción del ferrocarril y la llegada masiva de inmigrantes europeos propiciaron este desarrollo, además de un contexto sociopolítico similar al británico y una gran abundancia en recursos naturales. Por último, compensaron la escasez de mano de obra (a pesar de la inmigración) con salarios elevados y el estímulo a la invención de maquinaria que permitiera el menor número de asalariados posible.

Los cambios en la agricultura


Durante todo el siglo anterior se había conseguido aumentar la producción agraria gracias a la supresión del barbecho en la rotación de los cultivos. A partir del siglo XIX, los terratenientes comenzaron a cercar tierras anteriormente comunales, concentrando sus propiedades y poniendo en uso las nuevas invenciones técnicas. Este aumento de productividad que produjo la mecanización se vio favorecido más aún tras la aparición de los abonos y los fertilizantes; lo que provocó una gran oferta de materias agrícolas. Países extensos como EE.UU. o Argentina se convirtieron en suministradores de cereales y ganado, mientras que en las colonias tropicales se generalizó el cultivo de azúcar, café, algodón y otras materias primas para la industria europea.

Revolución demográfica y urbanización


Se entiende por esta revolución el paso del ciclo demográfico tradicional a uno nuevo de características modernas, es decir, hasta esas fechas, el crecimiento de la población estaba condicionado por límite de producción de alimentos y cuando éste era superado, hambrunas y pestes contrarrestaban el incremento. El resultado es un movimiento ondulante, que ascendía muy lentamente. Sin embargo, el siglo XIX trajo un aumento rápido y constante, que se mantiene hasta nuestros días.

Las nuevas condiciones económicas, y sobre todo el aumento de la producción agrícola, unidas al progreso de la medicina y las medidas higiénicas, permitieron una considerable reducción de la mortalidad, primero de la mortalidad catastrófica y más tarde la ordinaria. En el ámbito alimenticio destacan la aparición de la patata y la menor incidencia de las crisis de subsistencia gracias a las mejor técnicas y de los transportes. Los avances médicos de este siglo se centraron en hacer frente las calamidades de la guerra y las epidemias, se mejoró el diagnóstico y el cuidado de los enfermos con la extensión de los hospitales, se pusieron en marchas programas de vacunación preventiva y se impulsaron medidas de mantenimiento de la higiene construyendo alcantarillados, parques y viviendas salubres.

Hasta la Revolución Industrial, la mayoría de la población vivía en las zonas rurales mientras que las ciudades eran centros administrativos y comerciales de dimensiones reducidas. Sin embargo, durante el siglo XIX, los núcleos urbanos experimentaron un crecimiento espectacular, convirtiéndose en centros decisivos de la vida económica.


El éxodo rural, facilitado por la mejora de los transportes, es constante durante todo el siglo, más intenso en la segunda mitad y acelerado por dificultades coyunturales. La revolución demográfica unida a la bajada de precios agrícolas y la falta de competitividad de lo artesanal ante lo industrial son las causas principales de la precariedad del campo. Además las ciudades eran vistas como una oportunidad no sólo de trabajar, sino para el medio ideal para conseguir una vida más confortable. El país que más se urbanizó fue el Reino Unido, mientras que Rusia mantuvo la primacía del espacio rural.

El resultado evidente es la expansión insospechada de las urbes, Londres contaba con seis millones y medio de habitantes a principios del siglo XX. Las consecuencias de este crecimiento fueron similares en las grandes ciudades europeas. Las zonas de viviendas se separaron en función de su condición social, generando grandes barrios obreros insalubres. Se planificaron ensanches y nuevas zonas residenciales, lo que propició la especulación inmobiliaria. El centro histórico de las ciudades se destinó a la actividad mercantil y administrativa y se construyeron grandes edificios (hospitales, estaciones de ferrocarril, etc.) El transporte público colectivo vivó un gran impulso, estableciendo líneas de tranvía y trenes subterráneos.

La segunda Revolución Industrial, también llamada Gran Capitalismo comenzó en los años 70 del siglo XIX (superada la crisis de 1873), y finalizó en 1914. Dio lugar a innovaciones económicas, sociales, científicas y técnicas.

El capitalismo comenzaba a mostrarse en plenitud, marcando la gran diferencia entre los países pobres, productores de materias primas, y los industrializados, procesadores de materias primas.

Innovaciones económicas:

-Desarrollo de los mercados, tanto domésticos como internacionales. -Desarrollo empresarial.-Cambios en la organización empresarial.-Instauración del patrón oro.-Gran colonización, aunque los costes superaron a los ingresos en muchos casos.

Innovaciones sociales:

-Desarrollo de niveles culturales y educativos más elevados que los de la I Revolución Industrial.

-Mejoras laborales, como la reducción de la jornada laboral a ocho horas.

Innovaciones científicas:

-Charles Darwin revoluciona el saber biológico con su obra sobre el origen de las especies.

-Desarrollo de la pólvora, y la nitroglicerina.

-Utilización del proceso de pasteurización.

-Utilización del éter como anestésico para operaciones quirúrgicas.

Innovaciones tecnológicas:

-Mejora de la industria eléctrica, química y automovilística.

-Invención del Taylorismo.

-Aparición de nuevos inventos, tales como el telégrafo, el automóvil y el ferrocarril eléctrico.

-Por primera vez se utilizaron formas de energía como el gas y el petróleo.

-Desarrollo del transporte internacional.


En esta segunda revolución industrial no sólo se desarrolla un único país (como en la I, Revolución industrial, en la que sólo se desarrolla Gran Bretaña), sino que el desarrollo se da en muchos lugares, destacando Estados Unidos, Europa Occidental y Japón, aunque no afecta de igual manera a todos ellos.

Alemania comenzó su industrialización en 1830, y ya no se detuvo hasta 1914.

El desarrollo considerable de los medios de transporte, así como la implantación de nuevos sectores industriales dio un fuerte impulso a casi todas las actividades.

La concentración del mercado financiero en manos de un reducido grupo de bancos, permitió la financiación de las empresas, y el gran desarrollo de su comercio sorprendió a todos los países, hasta el punto de que en 1913 Alemania ocupaba el segundo puesto en comercio mundial, y desplazaba a Gran Bretaña de numerosos mercados. Esta expansión comercial y financiera corría el riesgo de verse bloqueada por la resistencia de los demás países industriales. De ahí la necesidad estratégica de proporcionarse un mercado colonial amplio y seguro (lo que llevará a la I Guerra Mundial).

Al término de la segunda Revolución Industrial, Alemania se había convertido en la principal potencia gracias a sus avances tecnológicos y el buen uso de la economía.

Japón, a partir de la Revolución Meiji (1868) comenzó un proceso de occidentalización, y consiguió imponerse como una gran potencia industrial, convirtiéndose en el único país industrial de Asia.El proceso de industrialización en España comenzó con cierto retraso en relación al resto de países europeos.

Las desamortizaciones de Mendizábal y de Madoz aportaron escasos beneficios a la economía española, el país disponía de pocas materias primas y productos energéticos básicos (aunque sí poseía yacimientos de carbón, hierro y minerales, pero le faltaba capital para exportarlos), los productos industriales no aportaban beneficios por su escasa demanda y la política exterior era desfavorable debido al desastre colonial.

A pesar de esto, en la segunda mitad del siglo XIX comenzó la industrialización española: la agricultura prosperaba, la industria había sido reequipada, y en el norte iniciaba su lento desarrollo un nuevo complejo industrial.

Desde la Francia de Napoleón III llegaba a España la creencia en una expansión ilimitada por medio de un crédito fácil, una inversión emprendedora y las obras públicas.

Se desarrolló un amplio sistema ferroviario, una mejora de las comunicaciones y un desarrollo de cultivos especializados (trigo, viña, maíz).

Pero, sin duda, el momento de mayor desarrollo de la industria española se dio en el primer tercio del siglo XX, debido sobre todo a la neutralidad de España en la I Guerra Mundial, lo que hizo que se convirtiera en uno de los mayores exportadores de carbón, metal, uniformes y armas. Gracias a ello se canceló la deuda externa española y se acumuló oro en el Banco de España.