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Francia


La historiografía francesa del siglo XIX está marcada por la interpretación que se da a los sucesos de 1789 o la Revolución Francesa que es el principal problema histórico del continente. La herencia de la Revolución Francesa va a suponer la salida o surgimiento de nuevos planteamientos temáticos que en otras partes de Europa estaban ocultos por razones político-ideológicas. Uno de los temas que emerge es el de los conflictos de clases. En GB el conflicto de clases no era prioritario porque en el siglo XVII se había dado solución al problema de la participación política mediante una vía constitucional. En los estados alemanes el conflicto de clases tampoco interesaba porque estaban en un proceso de unificación. Durante el periodo romántico, primera mitad del siglo XIX nos encontramos que los historiadores franceses escriben historias de la Revolución Francesa para justificar el nuevo orden social burgués. Ejemplo de estos autores son Thiers y Mignet, autores que no hacen historia erudita, sino que recogen testimonios morales de personas mayores que han vivido en la Revolución Francesa y que ideológicamente son afines a ellos, no hay crítica de las fuentes. Aspira a ser una historia analítica destacando Mignet por encima de Thiers. Aparte de estos autores el tema de la revolución francesa va interesar mucho en la historiografía porque va a ayudar a comprender los procesos revolucionarios, los factores que lo desencadenaban, posibles consecuencias para la nación, si esos cambios se podían llegar a ellos de una manera pacífica…etc. Otro rasgo de esta historiografía francesa es la importancia del pasado medieval como una época heroica, feudal y cristiana. Relacionado con este interés hay que mencionar la atención al fenómeno del cristianismo. Algunos autores como Michelet hacen una valoración positiva del cristianismo como fenómeno que ayuda a forjar naciones y al mismo tiempo una crítica despiadada a las instituciones eclesiásticas. Por otro lado otro rasgo de la historiografía francesa del XIX es la adscripción política de los historiadores, la historiografía está muy determinada por la lucha política.
Augustin Thierry (1795-1856) con obras como la historia de la Conquista de Inglaterra, Cartas sobre la historia de Francia y Ensayo sobre la formación y progresos del tercer estado. Su vida política nos va a mostrar su adscripción dialógica y su visión de la historia. Se puede considerar como representante del extremismo democrático. Fue durante 3 años secretarios de Saint Simón, uno de los miembros más radicales de la Revolución Francesa. Al igual que Thiers y Mignet comparte la intencionalidad política de su obra. Se diferencia de estos dos autores en que supone un avance desde el punto de vista metodológico. En el prefacio de la obra Cartas sobre la historia de Francia él confiesa: “preocupado por el vivo deseo de contribuir por mi parte al triunfo de las ideas constitucionales, me puse a buscar en los libros de historia pruebas y argumentos para dar soporte a mis ideas políticas”. Su primer libro como historiador fue la Historia sobre la Conquista de Inglaterra donde tiene como objetivo legitimar la lucha de clases para trazar las líneas maestras del progreso de la sociedad civil. En esta búsqueda del progreso de la sociedad civil no tiene inconveniente en integrar las etapas anteriores a la consolidación de la

burguesía como clase, trata de legitimar la lucha de la burguesía contra la nobleza para ir trazando el progreso de la sociedad civil. En su historia sobre la Conquista de Inglaterra este enfrentamiento aparece disfrazado bajo caracteres raciales y nos habla de la lucha de los normandos que se identifican con la antigua aristocracia, contra los sajones que se identifican con la burguesía. Este libro tuvo mucho éxito y le reporto fama. Dos años después pública Cartas sobre la historia de Francia donde proclama la necesidad de trabajar en archivos y de usar los documentos de manera crítica. Critica la historia tradicional por no estar documentada. En plena fama recibió un encargo para hacer una compilación de documentos históricos. Este encargo culmina con la finalización de su tercera obra Ensayo sobre la formación y progresos del tercer estado. En esta última obra dice que la historia tradicional había sido escrita para legitimar al Antiguo Régimen y que ahora había que rehacer la historia para que hiciera la función de legitimación pero con la sociedad burguesa. Había que reemplazar la historia de los reyes y los aristócratas por la historia del tercer estado, historia del desarrollo y los progresos de la sociedad civil.
Jules Michelet (1798-1874) dejó una huella más profunda. Tuvo una activa participación política como su padre. Fue profesor de hijos de la alta aristocracia y en la Sorbona. En 1830 le nombraron jefe de la sección histórica de los archivos nacionales pero en 1852 se negó a jurar a Napoleón III y como consecuencia de ello se le sustituyó de todos sus cargos e incluso se le negó la pensión que le correspondía y se vio obligado a vivir con dificultades y a escribir para ganarse la vida. Tuvo una activa participación como escritor, está muy influenciado por la ideas de Giambattista Vico por lo tanto cree que hay una armonía entre ciencia y religión. Michelet valora el papel que tiene el cristianismo por su función esencial para el desarrollo de la civilización europea. Considera que sin el papel conciliador del cristianismo no existirían las naciones europeas. Sin contradecir esto Michelet fue totalmente anticlerical, antijesuita, ataca a la iglesia considerándola un obstáculo para el progreso de la sociedad. Michelet cree que existe un “ser nacional francés”, previo al cristianismo que se vale de este para consolidarse. Destaca su obra Historia de Francia, la parte central de ese libro es una Historia de la Revolución Francesa. Para el hacer una historia nacional significa ocuparse del pueblo entendido como las masas, el sujeto de la historia es el pueblo. El indica por ejemplo que el asalto a la bastilla fue un acto de fe que nadie en concreto propuso y que se realizó entre todos. Decía que las historias de la revolución que se habían hecho eran monárquicas puesto que tomaban como referencia a Luis XVI o a RobesPierre y la suya es la primera historia republicana puesto que presentaba a un único héroe que era el pueblo. Fue el primero que basó su historia en unos sólidos fundamentos de la evolución reivindicando el trabajo de archivo y de crítica documental.

La segunda parte del siglo XIX se corresponde con la Historia Positivista. El positivismo es desarrollado por Auguste Comte, fundador también de la sociología entendida como una disciplina superior a la historia puesto que permite establecer leyes acerca del desarrollo humano. Para este autor la marcha progresiva del espíritu humano es el elemento que explica el cambio histórico, por ello la labor del historiador es buscar datos concretos que debe aplicar a este esquema teórico y esta búsqueda la debe realizar con un método científico. Esta necesidad de aplicar métodos de las Ciencias Naturales se relaciona con el propio auge de estas ciencias. Pretende obtener un conocimiento tan verdadero como el de las ciencias naturales. La influencia del sistema filosófico impulsado por Comte fue muy escasa, a muchas corrientes se les pone el calificativo de positivistas y no son. Esas corrientes diferentes son las que tienden al cientificismo, es decir, corrientes que al igual que el positivismo se preocupan por establecer criterios de verdad y de comprobación en la disciplina histórica. Es decir, hay intereses por parte de los historiadores de comprobar científicamente de lo que están hablando. Sin duda, el positivismo fue muy importante para la evolución de la historiografía, a pesar de su escasa influencia, puesto que significó un avance en el perfeccionamiento del método histórico, que se inició en Alemania y que se afina más en Francia. Junto a este perfeccionamiento va a adquirir mayor auge las ciencias auxiliares de la historia: Arqueología, Numismática, Lingüística… En el último tercio del XIX se contempla una preocupación por institucionalizar todas estas ideas y avances en la historia. Destacan las reformas acometidas durante la III República en la Universidad francesa. Dichas reformas permitirán el asentamiento de organismos como el de École Practique des Hautes Études (1868) donde se concentra el estudio de las ciencias sociales. También otro organismo fundado antes será el École Natinales des Chartes (1821), que tiene una gran escuela de Paleografía. Este organismo surgió con la necesidad de catalogar una gran cantidad de documentos que pasaron a dominio estatal cuando se clausuran multitud de monasterios. También en el último tercio del siglo hay que mencionar la aparición de la revista histórico-científica Revue Historique (1875) cuyo impulsor principal será Gabriel Monod. Un último representante del positivismo francés es el autor Fustel de Coulanges.
Destacan sus obras La ciudad antigua (1864) y la Historia de las instituciones de Francia (1874), principalmente la primera que luego sería estudiada por el italiano Momigliano. El italiano dice que muy importante esta obra por los conocimientos que nos transmite y porque a través de sus páginas podemos conocer el método de trabajo seguido. Momigliano sugiere que esta obra nos ha dejado cuatro temas importantes como legado:- Establecimiento de una línea evolutiva de la estructura social.- Comparación entre instituciones de la India, Grecia y Roma.- Descripción que hace de la evolución de la religión antigua, desde el culto primitivo de los ancestros hasta las divinidades de la naturaleza.- Origen prehistórico y religioso de la propiedad privada. Para Coulanges la propiedad privada es algo eterno y se opone totalmente a aquellos que defienden que en algún momento existió una propiedad comunal. Coulanges señala que la religión primitiva se basaba en el culto a los muertos y ello exigía que la familia tuviera las propias tierras donde se enterraba a los difuntos.

Francois Guizot (1787-1874)

destaco por su moderantismo, estuvo influenciado por Montesquieu. Tuvo una gran actividad política, participó en la revolución de 1830. Tras la revolución de 1848 se exilió a Inglaterra, donde se retiró definitivamente de la política y continuó escribiendo. También redactó libros sobre religión, pero desde el punto del protestantismo. Aportó a la Historia el concepto de civilización, algo que él veía como una especie de amalgama de conceptos no muy coherentes, pero que a la vez incluían una multiplicidad de aspectos. Creía que la civilización es a lo que todo se remitía y gracias a ella veía una unidad entre todos los estados de Europa. El sujeto de la Historia era la sociedad civil e interpretaba el ascenso de la burguesía como la manifestación del progreso de la Humanidad.