Las reformas economicas en el reinado de carlos III

CARLOS III

Por vinculaciones familiares y afinidades políticas, el reformismo de Carlos III tuvo su prolongación en el Reino de Nápoles (dirigido por su hijo Fernando IV) y en el ducado de Parma (posesión de su hermano Felipe). Este impulso reformador no venía tanto de los propios monarcas, sino de sus principales ministros: Bernardo Tanucci en Nápoles y Guillermo de Tillot en Parma. También Portugal en 1750 con el nuevo monarca José I de Portugal quién designó como primer ministro a Sebastián José Caravalho e Melo, marqués de Pombal, que también terminaría aplicando las fórmulas reformistas del Despotismo Ilustrado. En el Gran ducado de Toscana el principal artífice sería el Gran Duque Pietro Leopoldo.

En la Europa meridional el despotismo Ilustrado se caracteriza por reservar a la iglesia su papel espiritual y utilizar la estructura temporal de la iglesia para impulsar sus programas de reforma inspirados en la ilustración.

LAS REFORMAS ECONÓMICAS

Durante el gobierno del Marqués de Esquilache se procedió a la liberalización de los precios del trigo, ya que eliminó la tasa de trigo que beneficia al productor en 1765, esto pese a que pretendía desarrollar el sector agrícola terminó por disparar los precios del trigo y esto unido al decreto que pretendía un cambio en la vestimenta popular propició la caída del ministro tras el motín de 1766. Sofocado el motín el monarca se encarga de restringir los privilegios de los gremios (por ser éstos enemigos de la libre competencia en el sector industrial), también limitó los privilegios de la mesta, e impulsó y protegió a las Sociedades Económicas de Amigos del País que se dedicaron a fomentar la agricultura, la industria y el comercio y a propugnar la libertad económica.

Agricultura: Se reformó por completo garantizándose la propiedad a los campesinos e introduciéndose técnicas como la rotación de cultivos y el cercamiento de tierras. Se introdujeron nuevos cultivos y se produjo la expansión de la viticultura y del regadío que permitieron a zonas como Cataluña y Levante aumentar los rendimientos, diversificar los productos y vender los excedentes. Se impulsó la colonización de tierras deshabitadas (especialmente Castilla y Andalucía), para lo que se trajeron inmigrantes centroeuropeos, para roturar tierras y acabar con el bandolerismo.

Comercio: En este aspecto destaca sobre todo la liberalización del comercio con América en 1778 que permitió a otros puertos (y no sólo al de Sevilla) sumarse a la empresa colonial, esto benefició enormemente a la ciudad de Cádiz. Esta liberalización permitió además la creación y expansión de Compañías comerciales que negociaban con productos coloniales en los puertos españoles y americanos. Dentro de la península también se favoreció el comercio debido a la mejora y desarrollo de las rutas terrestres que permitieron abastecer mejor las zonas rurales.

Industria: Los Borbones fomentaron tanto la industria de bienes de lujo como la de bienes de consumo, para ello combatieron los prejuicios sociales contra el ejercicio del trabajo manual mediante el decreto de 1783 que declaraba honestas todas las profesiones. El monarca también se encargó de subvencionar la instalación de manufacturas reales (vidrio, cerámica, tapices) y proteger la creación de manufacturas privadas como el textil catalán y la siderurgia vasca. Por último también se elaboraron una serie de medidas arancelarias que protegían la industria nacional de la competencia exterior que permitió el desarrollo de industrias locales como el vino o la harina.



LAS REFORMAS ADMINISTRATIVAS, CULTURALES Y REGALISTAS

Durante su periodo como rey de Nápoles, Carlos III encabezó campañas arqueológicas con el fin de comenzar las excavaciones de Pompeya y Herculano (sepultadas por el Vesubio), además en 1752 durante la construcción de una carretera se encontró el yacimiento de Paestum, compuesto por varios templos griegos.

Una vez en España, tras el motín de Esquilache, Carlos III encabezó una campaña contra los jesuitas, y por medio del fiscal Campomanes logró acusarles de instigadores del motín, de subordinación al Papa, influencia en las Indias, y tenencia de grandes riquezas. De manera que en 1767 decretó su expulsión y la confiscación de todos sus bienes y posesiones, los cuales son utilizados para crear escuelas, habilitar hospitales e iniciar reformas con los fondos incautados. Los jesuitas también fueron expulsados de las colonias americanas.

En lo que respecta a las reformas administrativas, Carlos III aceleró la tendencia a centralizar y agilizar la administración. Los consejos, tradicionales órganos colegiados, fueron conservados (aunque básicamente con funciones honoríficas) aunque el consejo de Castilla conservó la plenitud de sus funciones. En 1787 la Junta Suprema del Estado se crea como órgano deliberador que reunía semanalmente a los Secretarios de Despacho bajo la presencia del Secretario de Estado, y que actuaba como si de un consejo de Ministros se tratase.

El Regalismo fue el elemento esencial de la política de Carlos III, este tipo de política estaba destinada a hacer prevalecer las regalías o derechos inherentes a la soberanía del monarca, sobre los derechos propios de la Santa Sede. Sus principales éxitos fueron la transformación de la Inquisición en un elemento del poder real, la implantación en la universidad de enseñanzas que respaldaran la vía del Despotismo Ilustrado, la subordinación del poder eclesiástico a la jerarquía real y la expulsión de los jesuitas.

En materia de educación se procedió a una reforma de la enseñanza, con la creación de escuelas de primaria, la reforma de los estudios universitarios, la creación de escuelas técnicas, científicas y de artes y oficios. También se fomentó la fundación de nuevas universidades en la América hispana (Santiago de Chile, Quito, La Habana). Además dotó al ejército de unas ordenanzas (1768).

También destacó la conversión de Madrid en una gran capital dotándola de varias obras arquitectónicas y modernizándola, mediante la construcción del Jardín Botánico, el Hospital de San Carlos (el futuro museo Reina Sofía), el Banco de San Carlos, la puerta de Alcalá, las fuentes de Neptuno y Cibeles, y se planificó la construcción del museo del Prado. Además se creó un himno y una bandera para España.

Se interesó mucho por la demografía española y fomentó la repoblación de tierras deshabitadas, creándose nuevas comarcas que se utilizarían para aumentar la producción, con lo que se evitó el bandolerismo. También se impulsaron censos como el de Floridablanca de 1787 para controlar mejor la población, la recaudación de impuestos y el alistamiento obligatorio.

PORTUGAL

A la muerte de Juan V en 1750, el nuevo rey de Portugal, José I, escogió como primer ministro a Sebastián José Caravalho e Melo (marqués de Pombal, desde 1770). Cuando éste llegó al poder el problema del atraso comercial se debía a que las compañías comerciales extrajeras (especialmente las inglesas) ejercían un claro control en el comercio colonial, por lo que se fomentó la creación de estructuras empresariales y capitalistas portuguesas protegidas por el Estado. Pombal consideraba a los jesuitas culpables de los problemas del país, de manera que para evitar la influencia que ejercían sobre la corte y la nobleza, fueron expulsados en 1754 de Portugal y de las colonias, quedando confiscados sus bienes y convirtiendo a la iglesia portuguesa en un instrumento estatal.

ITALIA

TOSCANA: Estaba gobernada por el Gran Duque Pietro Leopoldo, y el gobierno se basó en iniciativas individuales destinadas a solucionar los grandes problemas del país. En el terreno económico se trataron de eliminar las trabas que obstaculizaban el crecimiento del país. Toscana se convirtió en los años sesenta en el principal centro de la Europa continental de las doctrinas librecambistas para la agricultura, también liberó el comercio de grano y cereales con el objetivo de impulsar la agricultura y el comercio a través de la ley libertadora de 1767. Se ejerció un fuerte proteccionismo sobre la industria y manufactura sedera, se distribuyeron tierras estatales entre los aparceros, se procuró mejorar los cultivos dotando a los campesinos de una educación agrícola. En 1786 se reformó el derecho penal suprimiendo la tortura y la pena de muerte. El Gran Duque proyectó incluso una constitución que contaba con una asamblea representativa de carácter consultivo y que debía operar consensuadamente con la voluntad soberana del Gran Duque

NÁPOLES: Bernardo Tanucci fue designado por Carlos III para que gobernase Nápoles durante la minoría de edad de su hijo Fernando IV, cuando se trasladó a España para ser nombrado rey. Tanucci resultó ser un jurista de gran cultura y enemigo de la doctrina eclesiástica, en 1767, se expulsó a los jesuitas. Esto pretendía ser el punto de partida de una serie de reformas educativas, se planteó ceder las tierras incautadas a cultivadores directos, pero las dificultades prácticas y los muchos intereses opuestos a estas medidas, redujeron el alcance de estas reformas a lo meramente testimonial.

PARMA: Tillot era un ferviente realista ministro de Felipe (hermano de Carlos III) de 1756 a 1771. Él consideraba que el gran problema del ducado eran las inmunidades eclesiásticas y la extensión de propiedades en manos muertas, trató de lograr una mayor contribución por parte de la iglesia, lo cual chocó contra la postura del Papa, esto le llevó a realizar entre 1764-1768 una serie de medidas regalistas: obligar al clero a tributar, desamortización de los bienes de la iglesia, expulsión de los jesuitas, abolición de la Inquisición y reforma de la universidad.