Miau personajes

Es algo común en las novelas de Galdós encontrar uno o varios personajes por los que el autor siente una simpatía evidente. Y esto es lo que sucede con Ramón de Villamil en Miau (1888). Todos los demás protagonistas, a excepción quizás del niño Luis, nos son antipáticos; algunos son la viva imagen de la maldad, como en el caso de Víctor, el yerno de Villamil. Dentro de este contexto el cesante nos parece más humano, más auténtico y, sobre todo, más íntegro que todos los demás, siendo un verdadero héroe quijotesco en el mundo tan hostil en el que habita. Como uno de los posibles rasgos a destacar de este personaje podemos decir, en primer lugar, que es un hombre que vive a la sombra de las mujeres que habitan en su casa, mujeres que son en gran medida las responsables de su ruina, porque únicamente se preocupan de vivir al día sin ahorrar y derrochando el dinero en frivolidades para fingir una posición social que no poseen. Su mujer es la que toma todas las decisiones y le increpa constantemente cuando no tiene trabajo, diciéndole que la culpa de que no lo coloquen es suya por ser tan bueno y honrado. Don Ramón, lejos de molestarse por esta circunstancia, está totalmente resignado con una situación habitual desde el inicio del matrimonio, y que lleva con estoicismo sin inmutarse hasta el final de su vida. Podemos decir que Villaamil es un hombre cultivado, que incluso ha realizado un informe donde intenta solucionar los problemas de la hacienda española con más buena voluntad que acierto, y que luego se convertirá en motivo de burla entre sus antiguos compañeros. Es, en el mejor sentido de la palabra, bueno, amigo de sus amigos; siente una gran devoción por su trabajo de funcionario, al que ha dedicado toda su vida; motivo éste que hace que su cesantía sea más dolorosa, al sentirse decepcionado con el Estado al que ha servido con tanto ahínco. Poco a poco vamos viendo en la novela como los demás funcionarios, entre los que conserva algunas amistades, le van dando consejos y esperanzas sobre su futura colocación; al principio es recibido por ellos con respeto, éstos conservan hacia él alguna estima mezclada con la pena de ver a alguien en esa situación de penuria económica, y que sólo desea poder trabajar durante dos meses para conseguir la jubilación y tener un pequeño sueldo que le evite tener que endeudarse y pedir dinero a los amigos. Pero debido a lo desesperado de su situación, presionado por su familia, tiene que redoblar su insistencia hasta convertirse en objeto de múltiples burlas por parte de la mayoría de los empleados.

Esta situación hace que Ramón un día explote y monte un espectáculo bochornoso en la oficina; lo que provoca que le prohíban la entrada. Lo más interesante de este proceso de degeneración social es que va acompañado de un caía mental paralela provocada por esta angustiosa situación; todo ello es acentuado por la futura colocación de su yerno, personaje al que Ramón detesta y que permite que se instale en su casa debido a su falta de carácter; hecho que propicia el enamoramiento de su hija de este galán sin escrúpulos y la posterior marcha de su nieto. Toda esta situación la vive Villamil instalado en un pesimismo estratégico para, de esta forma, no hacerse ilusiones; sin embargo, es evidente que él alberga verdaderas esperanzas de ser colocado. Al verse en esta coyuntura su degeneración es progresiva y acaba por creerse un visionario y haciendo que sus escasos amigos le abandonen. Sin embargo, en el punto máximo de su locura, es cuando conserva la mayor lucidez, ya que es capaz de darse cuenta de que su nieto Luis estará mejor con su tía que con las Miaus, mujeres incapaces de llevar una casa y de proporcionarle una buena educación. Es en esta ocasión donde muestra la firmeza que le ha faltado toda su vida y donde ve de forma clara la situación y los errores del pasado.A Villamil le hace perder la razón su búsqueda de un puesto en la administración. despreciado y sufre la burla de los demás por encima de la sociedad en la que vive; ambos son cómicos al principio en sus acciones, Villamil con su búsqueda desesperada de un puesto, pero acaba

sumergiéndonos en la angustia de presenciar su trágico final. hombres incapaces de vivir en una realidad que no entienden y que acaba devorándolos. Villamil vive apartado de esa hipocresía en la que están sumergidas las mujeres de su casa, únicamente preocupado por preservar un hogar condenado a la ruina por la administración calamitosa de su mujer. Presencia de manera estoica como hombres que antes han servido bajo sus órdenes son ascendidos, mientras él es incapaz de conseguir esos dos meses de trabajo que tanto ansía y que cree que pueden salvar la situación de su familia. Pero a pesar de ello no pierde la esperanza hasta el final, cuando su degeneración moral le lleva a renegar de todos los referentes de su vida; su mujer, el empleo que había deseado, todo le parece carente de sentido. Mientras los demás, incluido su yerno, consiguen triunfar debido a su carencia de moralidad, Villaamil se mantiene firme en sus convicciones; se transforma en un Quijote que lucha contra una sociedad que no valora la honradez ni la dedicación sincera al trabajo. Al final de la obra aparece un Ramón resuelto a dejar la vida y a intentar que su nieto quede al cuidado de su tía, a pesar de la oposición de su familia, consciente de que estará mejor lejos de su casa. En esta ocasión es firme en su decisión,  Sólo duda una vez. Aquí la ironía y el acierto narrativo de Galdós es total, ya que coloca esta incitación al suicidio, que finalmente se acabará consumando, en boca del Padre Celestial.