Modelo conservacionista de desarrollo

I.    CAMBIO CULTURAL, DESARROLLO Y SUSTENTABILIDAD AMBIENTAL

A.  DESARROLLO DE UNA CULTURA SOBRE EL USO DE LOS RECURSOS NATURALES Y LA CALIDAD DE VIDA *


1.  Hacia nuevos paradigmas del desarrollo

HtmlImg1.GifSe  debe  reconocer  que  para  mejorar  la  situación  ambiental,  se  necesita construir  nuevos  paradigmas  que  contribuyan  a  redefinir  el  desarrollo, adoptando  una  modalidad  distinta,  cuyo  estilo  esté  conciliado  con  la naturaleza.  Parece  de  toda  lógica  rechazar  la  sola  simpleza  de  agregar  el adjetivo  de   sustentable   al  desarrollo.   Al  plantear   la   necesidad   de   un desarrollo   sustentable,   sin   que   éste   vaya   acompañado   de   cambios estructurales profundos, se está sugiriendo en el fondo que se perpetúe el actual desarrollo. Ello permitiría mantener viva una noción y sus prácticas, que  debían  haber  sido  condenadas  por  sus  efectos  devastadores  para  el medio ambiente.


Sobre  la  base  de  los  documentos  de  Nicolo  Gligo  “Rol  del  Estado  y  de  los sectores  privados  frente  al  desarrollo  de  una  cultura  en  el  uso  de  recursos naturales de la calidad de vida del hombre”, presentado en el Primer Congreso Mundial de Profesionales de la Agronomía. Santiago de Chile, 1994, y “¿El fin de la historia o la historia sin fin?”, presentado en la conferencia internacional “¿Hacia dónde va el mundo?”, organizada por la Fundación para la Democracia y el Medio Ambiente de la República Federal de Alemania, Berlín, 1992.


Se puede hablar en su nombre, ya que ninguno  posee  identidad  propia,  social  o  cultural.  De  esta  forma,  suele plantearse un discurso en extremo normativo, pero sumamente irreal, que por   absolutizarse,   produce   el   efecto   contrario,   esto   es,   una   mayor insustentabilidad.

¿Cuáles son, entonces, las simientes que se necesita hacer germinar y cultivar para provocar este difícil cambio?

2.  Vías para el cambio cultural

Para  acercarnos  a  un  cambio  cultural  profundo  que  permita  revertir  la creciente   insustentabilidad   ambiental   de   la   modalidad   de   desarrollo prevaleciente  en  el  mundo,  es  necesario  transitar  a  través  de  un  cambio valórico   en   que   nuestros   fines   de   desarrollo   se   identifiquen   con   las necesidades axiomáticas fundamentales del ser humano.

Supone,   además,   desarrollar   un   sentido   de   enfoque   integral, holístico,  que  permita  comprender  la  totalidad,  la  interacción,  que  supere


Está meridianamente claro que, incluso en un mismo sector de la economía, coexisten distintos actores sociales cuya relación con los recursos naturales es    generado    por    múltiples    factores,    como    son    la    necesidad    de supervivencia, la rentabilidad de su explotación, los sistemas de propiedad y   de   tenencia,   la   estabilidad   y   la   vulnerabilidad   ecosistémica,   las incertidumbres  y  los  riesgos,  etc.  Así,  en  la  agricultura  —aunque  es  tarea difícil—,   podemos   acercarnos   a   una   tipología   de   actores   sociales   de heterogénea   conformación   y   de   diferentes   racionalidades,   no   exentas, muchas veces de conflictos entre sí.

Ello equivale a transitar   por   el   camino   político   en   función   de   la   dictación   de   leyes, reglamentos y normas generadas de las instancias de concertación.

3.  Cambio cultural y desarrollo científico

La rápida evolución de la ciencia y sobre todo de la  tecnología abren una serie de interrogantes para el futuro. Todo lo anterior pone en tela de juicio los valores de la

ciencia y del progreso científico. Ello plantea, en consecuencia, el desafío de humanizar  las ciencias,  lo cual  necesariamente obliga  a  preguntarse  cómo poder    incorporar    al    conocimiento    científico    nuevas    orientaciones axiológicas  que  son  extrínsecas  a  éste,  y  luego,  cómo  llevar  a  cabo  estas intromisiones sin deformar la verdad.

En este punto de inflexión, el cambio   de   la   cultura   ambiental   debería   ser   capaz   de   modificar   los paradigmas    científicos    para    signar    las    ciencias    en    función    de    la supervivencia del planeta como ente viviente.

B.  NATURALEZA Y CRECIMIENTO, AMBIENTE Y DESARROLLO: EL SALTO CUALITATIVO *


HtmlImg2.GifLa creciente complejidad de la temática del medio ambiente, el dinamismo conceptual que posee el tema, las notorias diferencias en las definiciones de él,  y  sobre  todo  su  aporte  cada  vez  más  importante  en  las  estrategias  de desarrollo, conducen a una reflexión en torno a la evolución y utilización de esta dimensión.


Versión  revisada  del  artículo  de  Nicolo  Gligo  “Naturaleza  y  crecimiento, ambiente y desarrollo: el salto cuantitativo”, publicado en la sección editorial de Ambiente y desarrollo, vol. 9 a 14.


Aparecíó entonces el medio   ambiente   como   algo   claramente   distinguible,   con   significado, cuantificable,  mensurable.  El  medio  ambiente,  concebido  así,  se  configuró como la síntesis de elementos concretos resultantes de la desagregación de determinados recursos de la naturaleza.

En   este   desafío   la   incorporación   de   la   dimensión   ambiental presupone que el proceso de desarrollo sea sustentable en el largo plazo y logre para las distintas sociedades un medio ambiente adecuado. ¿Por qué el medio ambiente como dimensión se empezó a plantear en forma explícita sólo hace unas décadas?

En la medida que   estos   procesos   impactan   a   la   sociedad   agotándose   los   recursos, perdíéndose    la    capacidad    natural    de    recuperación    ecosistémica,    o superando la capacidad de asimilación de residuos, el costo se convierte en un  factor  de  presión  política.  En  las  últimas  décadas,  esta  presión  se  ha incrementado  por  la  creciente  dimensión  del  costo  ambiental  y  por  la desigual distribución social de los afectados.
El desafío fundamental es de hoy; la atención por la supervivencia de esta generación eclipsa cualquier preocupación por lo que pasará en el futuro.

¿Hasta   dónde   se   ha   avanzado   para   hacer   claridad   sobre   la problemática ambiental en nuestros países? ¿Por qué esta problemática ha sido  en  muchas  ocasiones  manipulada  pese  a  los  esfuerzos  e  intenciones tanto a nivel regional como interno?

Hay una tendencia moralizante en los que propician el cambio de

actitud ambientalista. La realidad objetiva hace que las relaciones del hombre con el  medio  natural sean cada vez más complejas; por ello lo que es necesario transformar no es la ética ciudadana sino las estructuras y relaciones sociales que condicionan los  comportamientos  de  los  miembros  de  la  sociedad  en  relación  a  la naturaleza.

Sin dejar de desconocer la utilidad y necesidad  de  los  estudios  técnicos,  no  cabe  duda  que  la  problemática ambiental es mucho más que eso.

 La  dimensión  social  es  parte  de  la evolución  de  la  propia  naturaleza;  la  humanidad  es  la  consecuencia  de infinitos procesos de adaptación y creciente complejidad de las estructuras bioenergéticas.  El  problema  ambiental  es  el  resultado  de  la  modalidad específica   que   ha   adoptado   la   especie   humana.   No   es   un   problema metafísico,  no  es  el  destino  previamente  fijado,  sino  que  es  una  crisis producida por la propia adopción de formas de “desarrollo” que generan la situación ambiental.


La real comprensión de lo que el  medio  ambiente  significa  y,  sobre  todo,  de  cómo  se  le  está  utilizando, permitirá hacer proposiciones correctas y efectivas para hacer más eficiente y menos manipulada esta incorporación.

En este sentido, es mucho lo que se puede hacer a través de las organizaciones de la  comunidad;  es  la sociedad   la   que   debe   sufrir   diariamente   por   la   agudización   de   los problemas ambientales y es ella, en consecuencia, la que debe expresarse y hacerse  sentir  para  que  éstos  se  solucionen.  Por  ello  es  que  a  futuro  la educación ambiental toma especial relevancia para que la sociedad pueda, con  conocimiento  de  causa,  hacer  los  balances  de  su  situación  y,  de  esta forma, hacerse sentir en los organismos de expresión ciudadana.

Son varios los desafíos que la inserción de la temática plantea.


¿Cuáles serán los criterios para valorizar socialmente estos  elementos?  ¿Cuáles  son  los  esfuerzos  para  evaluar  económicamente los recursos?  ¿Qué  programas  se  adoptarán  para  confeccionar  inventarios patrimoniales?   ¿Cómo   contribuirá   al   tema   la   elaboración   de   cuentas patrimoniales?  ¿Cuál  es  el  valor  social  de  recursos  potenciales  futuros  en especial de bancos genéticos?

¿Cuáles son las racionalidades de ellos para el tratamiento de sus  recursos?  ¿Qué  costos  ambientales  se  consideran  “externalidades”?

¿Cómo demostrar que la interacción  ecosistemática  se  puede  traducir  en  el  uso  más  eficiente  del ambiente?

Es necesario tener cuidado para que las ramas no impidan ver el bosque.



Extracto revisado del artículo de Nicolo Gligo “Política, sustentabilidad ambiental y  evaluación  patrimonial”,  publicado  en  Pensamiento  Iberoamericano,  Nº  12, Madrid, Julio-Diciembre, 1987, pp. 23 a 39.


Estos conceptos permiten conocer las condiciones específicas en la que se encuentra el sistema y las transformaciones del mismo por unidad de  tiempo.  El  estado  del  sistema  es  el  modo  de  existir  en  función  de  sus componentes   o   arquitectura   y   de   sus   procesos   o   funcionamiento   o fisiología.
Definir los tiempos de la sustentabilidad en función de los horizontes de estrategias de desarrollo de largo plazo es optar por una razonable definición práctica.

La cuestión de los plazos, ya expuesta cuando se esbozó una definición de sustentabilidad ambiental,  es  básica  para  prever  aceleraciones  de  procesos  que  podrían tender a alterar la estabilidad.

Obviamente, una sociedad que no posee o le es    muy    costoso    adquirirlo,    tendrá    menos    posibilidad    de    efectuar transformaciones sustentables.


En este caso  deberá,  por  ejemplo,  dominar  la  tecnológico  que  le  permita  evitar  la erosión, como cultivos en curvas de nivel.

D.  EL DEBATE EPISTEMOLÓGICO EN LA INTEGRACIÓN DE LA DIMENSIÓN AMBIENTAL *


Generalidades

Una  de  las  preocupaciones  importantes  de  los  últimos  años  ha  consistido en  otorgar  a  la  regíón  de  América  Latina  y  el  Caribe  un  planteamiento sobre   el   desarrollo   que   avance   claramente   por   sobre   los   esquemas exclusivamente basados en el crecimiento económico. Ello no ha sido ni es fácil, ya que, sin lugar a dudas, la modalidad de desarrollo predominante adoptada por los países de la regíón tiene marcados déficit de equidad y de sustentabilidad ambiental.

HtmlImg4.GifLa tarea es compleja.

1.  Las categorías de análisis

No  obstante  el  esfuerzo  histórico  para  tratar  de  enriquecer  los  debates regionales,  y  reconociendo  los  avances  obtenidos  en  los  últimos  años, persisten las dificultades nacidas de la utilización de categorías de análisis tradicionales —en su mayoría provenientes de la economía—, que impiden la integración eficiente de otras disciplinas.

Su   construcción   ha   debido   enfrentar   serios   problemas   operacionales derivados de la ausencia de categorías de análisis sobre desarrollo integral y de la utilización de las ya tradicionales categorías económicas.

También es indispensable entender la jerarquía de las causalidades, lo que presupone  dominar  claramente  el  comportamiento  de  las  leyes  naturales para poder establecer los márgenes de modificación ambiental permisibles dentro de estrategias de sustentabilidad de largo plazo.


2.  La comprensión del problema

El modo más rudimentario de examinar la dimensión ambiental se basa en el esfuerzo por incorporar análisis económicos a procesos ambientales y al uso  de  los  recursos  naturales.  Esta  posición  lleva  implícito  un  marcado reduccionismo y, además, está signada por la contradicción casi ontológica que plantea el crecimiento económico y el incremento de la sustentabilidad ambiental de las transformaciones.

Por ello, la búsqueda de soluciones supone la necesidad de explorar formas de encarar el problema de manera interdisciplinaria. Se concluyó,  en  definitiva,  que  no  se  podía  innovar  ni  adentrarse  en  la temática   de   la   sustentabilidad   ambiental   del   desarrollo   sin   tener   un sustento   basado   en   las   ciencias   naturales,   que   permitiera   facilitar   los esfuerzos  interdisciplinarios.  Hasta  entonces,  no  se  habían  llevado  a  cabo iniciativas   de   este   tipo,   sino   que   se   había   tratado   de   interpretar   la problemática  ambiental  en  el  marco  de  las  leyes  de  la  economía,  lo  que nunca llevó a resultado positivo alguno por los distintos enfoques y niveles de abstracción de las ciencias.

El temor por la complejidad que significa abordar seriamente el tema ha llevado a algunos a evitar su serio análisis,   rotulando   cualquier   intento   de   interpretación   basado   en   la información  existente,  con  el  peyorativo  apelativo  de  “denuncia”  de  los

2Véase  Osvaldo  Sunkel  y  Nicolo  Gligo  (comps.),  Estilos  de  desarrollo  y  medio  ambiente  en  la

América Latina, serie Lecturas, Nº 36, México, D.F., Fondo de Cultura Económica, 1981, 2 vols.


sectores   “ambientalistas”   o   “ecologistas”.   Estas   denominaciones   no   se compadecen  con  los  avances  alcanzados  sobre  el  tema.3No  obstante,  las descalificaciones  se  nutren  a  veces  de  la  verificación  de  los  déficit  reales sobre información ambiental que existen en la regíón.

La falta  de  interés  por  generar  mayor  cantidad  de  información,  que  además sea   más   confiable,   no   tiene   una   explicación   neutra.   Cuanto   menos información  se  tenga  hay  menos  posibilidades  de  crear  conciencia  en  la opinión pública y por ende, de repercutir en los estamentos políticos para que  se  realice  una  gestión  ambiental  adecuada.  No  obstante,  dada  la situación  de  agotamiento  de  los  recursos  naturales  y  deterioro  ambiental, en  la  actualidad,  esta  problemática  debería  enfocarse  de  manera  inversa: habría  que  insistir  en  la  necesidad  de  realizar  estudios  científicos  que demostraran que no existe ni deterioro ni agotamiento.

Los artilugios que normalmente se utilizan para calcular el producto interno bruto o los índices de inflación muestran lo débil que es la información para servir de base a la gestión económica en los países.


Ahora bien, la economía y la ecología merecen algunos comentarios.

3.  El conocimiento de la economía

Es indudable que enfrentar la profundización y la mayor incorporación del medio  ambiente  en  el  desarrollo  exclusivamente  con  las  armas  de   la economía  “tradicional”  lleva  al  fracaso,  pues  no  hay  respuestas  en  las ramas   tradicionales   de   la   economía   para   la   problemática   ambiental. Aquí se inscriben los estudios del Club de Roma (Los límites del crecimiento)  y  una  pléyade  de  pensadores  destacados,  como  Boulding, Ehlirich, Meadows, Dubos, Mesarovik, Assimov, Brown, y Tinbergen.


Sin embargo, los esfuerzos basados en la economía para lograr una visión holística en la cual incorporar la temática del medio ambiente y de  los  recursos  naturales,  adquieren  fuerza  en  la  denominada  Economía Ambiental.

Sus dos principales ramas, corrientemente aceptadas — la economía de la contaminación y la economía de los recursos naturales— han  avanzado  en  temas  tan  importantes  como  la  determinación  de  los valores  de  existencia  y  opción,  las  tasas  de  explotación,  el  valor  de  la preservación, planteamientos que en general se traducen en esfuerzos para superar  la  circularidad  económica  tradicional,  como  son  examinados  por Baumol,   Oates,   Kneese,   Ayres,   Buchanan,   Lerner,   Turvey,   Peterson, Hotelling, Pearce, y otros investigadores.


Otro error que suele constatarse es el derivado de homogeneizar los territorios, ya sea por la escala y niveles que se trabaja, y por la inferencia que se hace de investigaciones de escasa cobertura.

Esta falta de coordinación ha generado la introducción de modelos de  desarrollo  agrícola  francamente  depredadores,  que  se  ha  traducido  en procesos  graves  de  desertificación,  erosión,  salinización  y  agotamiento  de los suelos.

Posiblemente   es   en   el   conocimiento   de   la   unidad   ecológica,   el ecosistema, donde debe centrarse el esfuerzo básico. La ecología basada en zonas de vida, en que se   incluye   el   concepto   de   sucesión,   aporta   importantes   avances   para incorporar adecuadamente los resultados de esta ciencia en las estrategias de transformación del medio según Holdridge.

Se hace indispensable pues,  incursionar  en  temas  referidos  al  cambio  de  estado,  las  sucesiones ecológicas  (según  Odum,  “la  comprensión  de  las  sucesiones  ecológicas proporciona  las  bases  para  resolver  el  conflicto  entre  el  hombre  y  la naturaleza”),4los  balances  energéticos,  los  balances  de  nutrientes,  etc., todos  los  cuales  que  deben  proporcionar   las  bases  para   entender   los

4E.P. 262-270.

cambios estructurales del ecosistema, su resiliencia y su entropía. No cabe duda de que el conocimiento de los atributos y del funcionamiento de los ecosistemas  permite  comprender  sistemas  de  mayor  artificialización,  ya sean agrosistemas, hidrosistemas o urbosistemas.

Un subsidio o un impuesto no pueden cambiar la ley de la gravedad o modificar la segunda ley de la termodinámica.

5.  El enfoque multidisciplinario e interdisciplinario

Para  superar  los  enfoques  reduccionistas  se  plantea  la  necesidad  de  un enfoque interdisciplinario y holístico, el cual tiene que ir mucho más allá de la  economía  y  la  ecología.  Sin  embargo,  por  su  complejidad,  no  obstante tenerlo como marco de referencia, se hace necesario establecer directrices y acciones realistas y operativas.

La ecología no nace de la ética, como la economía,5pero se relaciona con ella al introducir el concepto de permanencia de la vida.

El  segundo  nivel  disciplinario  que  es  necesario  tener  presente  es  el político. No hay incorporación de la dimensión ambiental si el tema no se asume como sujeto político que otorgue jerarquía y prioridad a la toma de decisiones.   Es   indispensable   ubicar   la   dimensión   ambiental   en   este contexto, para analizar la viabilidad de las políticas ambientales.

HtmlImg8.GifLa  sociología  tiene  un  papel  muy  importante  en  relación  con  el estudio  de  las  tipologías  de  racionalidades  que  poseen  los  diversos  y

5No obstante que actualmente la economía está tan alejada de la ética, no hay que olvidar que en la cultura helénica, la economía formaba parte de la ética. (Véase Aristóteles en su Ethica Nicomachea. )


No se trata de profundizarlas sino de llamar la atención sobre su presencia.

E.  LOS DÉFICIT AMBIENTALES DEL PENSAMIENTO ECONÓMICO *


1.  Teorías económicas y medio ambiente

En los últimos años, numerosos estudios han tratado de analizar e interpretar la relación desarrollo-medio ambiente. Muchos investigadores opinan que la preocupación por la problemática ecológica es muy reciente debido a la crisis ambiental  que  se  está  viviendo  en  la  regíón  (García  Hurtado  y  García D’Acuña,  1981;  Mansilla,  1981).  Sin  embargo  esta  ha  existido  desde  la antigüedad.   En   la   época   actual   lo   más   probable   es   que   los   sectores dominantes  y  los  centros  de  decisión  hayan  recogido  las  preocupaciones debido a que estos mismos sectores se han sentido amenazados.


Extracto revisado de Nicolo Gligo, “Medio ambiente y recursos naturales en el  desarrollo  latinoamericano”,  en  El  desarrollo  desde  dentro.  Un  enfoque neoestructuralista  para  la  América  Latina,.  Osvaldo  Sunkel  (comp.),  serie

Lecturas  No   71,  El  trimestre  económico,  México,  D.F.,  Fondo  de  Cultura

Económica, 1991, pp. 233-280.


La crisis política que implica el problema demográfico y su presión  sobre  los  recursos  creó  numerosos  estudios  en  el  mundo  y,  en particular,  en  América  Latina  (CEPAL,  1974;  Fucaraccio  y  otros,  1973; Meadows  y  otros,  1972;  Chaplin,  1972).  Es  posible  que  muchos  de  esos estudios  generados  a  través  de  efectos  demostrativos  de  otras  regiones hayan  servido  para  aprehender  la  problemática  ambiental  de  la  regíón  a través de esa vía.

Estas  críticas  llevaron  a  ciertas  conclusiones  básicas  para  los  esfuerzos  de incorporación de la  dimensión ambiental  en  la  planificación  y  gestión  del desarrollo.

Así, aparecen autores que plantean que  los  sistemas  de  propiedad  condicionan  el  uso  de  los  recursos  y,  por ende, son la causa básica de los problemas ambientales.

6Para su crítica véase E. Melnick (1981).


Así aparece el informe al Club de Roma preparado por  el  Massachusetts  Institute  of  Technology  (Meadows  y  otros,  1972; Mesarovic   y   Pestel,   1975),   que   influyó   en   abrir   el   debate   sobre   las perspectivas  del  desarrollo  mundial  con  crecimiento  cero  de  población  y con  reducción  del  crecimiento  económico.  La  respuesta  latinoamericana  a este  planteamiento  fue  la  del  Modelo  Mundial  de  la  Fundación  Bariloche que   apuntó   a   la   necesidad   de   estrategias   redistributivas,   orientadas preferentemente  a  la  satisfacción  de  las  necesidades  básicas  en  lugar  de plantearse límites físicos (Herrera y otros, 1971).7A estas ponencias hay que sumar  una  serie  de  trabajos  derivados  de  posiciones  neomalthusianas (Brown, 1972; Ward y Dubos, 1972).

(Commoner, 1976). Este concepto es profundizado para asociarlo claramente con las estrategias de desarrollo.

Las principales conclusiones son:

i) El mercado, en muchas ocasiones, no es un mecanismo adecuado para percibir los aspectos ambientales del desarrollo, se manifiesta con un claro desfase temporal. Este hecho introduce la importancia, desde el punto de vista ambiental, de la planificación a largo plazo;


Por otro lado, hay  esfuerzos  para  no  internalizar  algunos  costos  derivados  del  uso  del medio físico que bien podrían ser evaluados.
Todos estos bienes no pasan por  el  mercado  o  pasan  en  forma  muy  tangencial  como  es  el  caso  de  la fauna.  Es  normal  que  los  propietarios  de  la  tierra  consideren  que  esos recursos ambientales son parte integral del bien que poseen.

Mucho más incómoda es la posición de  los  teóricos  frente  al  esfuerzo  por  hacer  entrar  en  el  mercado  a  los recursos que no están en el circuito económico.

Pero, donde se han centrado los esfuerzos es en  demostrar  que  otros  bienes,  que  son  cuantificables  desde  el  punto  de vista     económico,     sean     considerados     en     América     Latina     como externalidades.  Ejemplo  de  esto  es  toda  la  infraestructura  o  el  ambiente


creado artificialmente para dar el riego. En muchas ocasiones, se  parte  de  la  base  de  que  estos  bienes  y  su  mantención  corresponde  a externalidades  para  las  explotaciones  y  sus  mantenciones  son  desde  el punto de vista privado de costos cero.

Esto resulta lógico si se tiene en cuenta que el productor  capitalista  trata  de  obtener  el  máximo  de  rentabilidad  en  la inversión   de   sus   capitales.   Por   otro   lado,   el   productor   que   trata   de sobrevivir menos piensa en el largo plazo.

que no ha sido resuelto a pesar del cuidadoso  trabajo  de  los  más  distinguidos  especialistas  en  la  materia” (Baumol y Oates, 1982).

El economista tomará como sus únicos datos objetivos las inescrutables valoraciones de los individuos.


Esto choca con los problemas inmediatos y agobiantes  que  está  viviendo  la  regíón  y  plantearlo  carece  de  sentido político  y  realista.  Este  hecho  está  estrechamente  ligado  con  la  tasa  de descuento.  No  cabe  la  menor  duda  que  una  tasa  de  descuento  del  valor actual  de  la  demanda  futura  implica  necesariamente  introducirse  en  el terreno de la ética, ética que necesariamente tiene que plantearse hacia las necesidades futuras.

de sus recursos agotables. Indiscutiblemente que los agentes económicos no pueden sustraerse a  este  dilema  moral.  Aquí  realmente  la  teoría  económica  presenta  serias limitaciones para poder superar este tipo de problemas morales y éticos.

Sin embargo, estos flujos son el resultado de la utilización del acervo  de  recursos  naturales  y  medio  ambiente,  es  decir,  del  patrimonio natural,  proceso  en  el  cual  éste  se  altera  tanto  en  forma  positiva  como negativa.   La   experiencia   muestra   que   existen   procesos   de   creación patrimonial  vis-à-vis  a  graves  problemas  de  deterioro  del  patrimonio.  Las transformaciones del patrimonio, salvo casos  catastróficos,  año  a  año,  son casi  imperceptibles;  en  consecuencia,  el  patrimonio  en  la  planificación  de corto  plazo  aparece  como  constante.  Sin  embargo,  en  el  largo  plazo  la influencia  de  las  variables  de  flujos  pueden  ser  muy  significativas  por  lo que debieran estudiarse cuidadosamente en todo ejercicio de planificación y de gestión del desarrollo.

El  desarrollo,  concebido  en  función  de  la  transformación  del  patrimonio, permite    valorar    con    más    profundidad,    por    una    parte,    la    mayor sustentabilidad   de   ciertas  políticas   de   largo   plazo,   y   por   la   otra,   las


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