Palacio rucellai análisis arquitectónico

Es  de  destacar el rigor  en  la investigación,  la minuciosidad  de los  levanta- mientos gráficos  mediante técnicas taquimétricas  y foto- grarnétricas, así corno  la apuesta comprometida contenida en  la  propuesta  de  liberación  y  de  repristinación  que incluye  la alberca y el jardín.
Desde que en el año 1990,  el Ayuntamiento  de Granada  adquiríó  el Cuarto Real de Santo domingo,  hemos venido coordinando  diversos  estudios  orientados  a la redacción  de una  propuesta  de recuperación   de este  singular  monumento.   Su interés  radica en haber mantenido  en el corazón  mismo de la ciudad de Granada el ambiente  de una huerta-jardín,  presidida  por una qubba  o pabellón.
La propiedad,  denominada  Yannat  al-Manyra   al-Kubra   (Huerta  Grande  de la Almanjarra),  se sitúa junto  a la Plaza de los Campos,  en lo que fue Arrabal  de los Alfareros,  el cual se ceJTÓ  con murallas,  posiblemente   durante  el mandado de Muhammad   II  (1273-1302).   En  el  año  1492  fue  adquirida  por  los Reyes Católicos  y cedida  a la Orden  de los  Predicadores   de Santo  Domingo, para la construcción  del Convento  de la Santa Cruz.
Debemos  precisar  que el término  árabe qubba,  que literalmente  habría que tra- ducir por «cúpula»,  se emplea aquí en un sentido amplio, referido  no sólo a una sala  cuadrada  con  techo  no plano,  sino  a todo  el edificio  que  la contiene.
 El Cuarto Real por su escasa superficie habitable,  no debía usarse como residencia fija,  sino como  pabellón  de descanso,  con excelentes  vistas  hacia  la Vega del Genil, vinculado  al jardín-huerta.   No han aparecido  vestigios  de letrinas,  cocí- nas, baños,  ni otros elementos  propios  de una vivienda  permanente.
  Los  estudios  previos  se iniciaron   con  el análisis  de la documentación   gráfica antigua  del Cuarto  Real, anterior  a su privatización  como resultado  de la desa- mortización  de los bienes  de la  Iglesia en el segundo  cuarto del Siglo XIX, que se limita a la reconstrucción   hipotética  en planta y alzado  de Murphy  ( 1816)    y a la vista figurativa,  pero poco precisa, de Girault de Prangey  (1836-1839)   desde el jardín.
Se ha realizado  una planimetría   de precisión  para documentar  todos los descua-            2 dres, desplomes  e irregularidades,  utilizando  técnicas  taquimétricas   y fotogra- métricas.   Estas últimas  se aplicaron  también,  con más detalle,  a la totalidad  de
Un equipo de restauradores  analizó  la problemática  de la decoración,  descubriendo que los zócalós  de los balcones  laterales  del paramento  sur, repintados   en los años treinta, manténían  debajo importantes  vestigios  de los modelos  originales, los cuales habían  sido reproducidos  con fidelidad.
La investigación  incluyó  una excavación  arqueológica,  con la participación  del equipo  del Proyecto  de Arqueología   Urbana  de Granada,  en aquellos  lugares que manténían  incógnitas  por resolver,  pensando  en obtener  información  fun- damental para orientar el proyecto  de recuperación  del conjunto pabellón-jardín.
Para el estudio de la armadura apeinazada  de par y nudillo,  que cubre la sala,  se contó con la colaboración  de D. Emique  Nuere,  quien descubríó  defectos  técni- cos, que podrían avalar su construcción  por carpinteros  andalusíes,   normalmente menos  experimentados  que los castellanos  contemporáneos.   Se tomaron  mues- tras de maderas para su datación por dendrocronología,   aunque estos análisis  no tendrán resultados  a corto plazo, pues las maderas  son de pequeñas  escuadrías  y tienen  series  de anillos reducidas.   No obstante,   se ha constatado  que la mayor parte de la madera utilizada es de cedro,  sin duda proveniente  de Marruecos.
A ambos lados de esta sala existen  otros ámbitos  de menor  altura,  los  cuales permiten  que sobre- salga el cuerpo  de la sala central con forma de linterna.  Cada una de esta zonas laterales  estaba compuesta  inicialmente  por una alhanía  en el centro y pequeños cubículos  en los extremos,  separados  entre sí por muros  transversales  de ladri- llo, que terminaban  hacia la sala en forma de pilastras.
Las  primeras  reformas  que  sufríó  el edificio  debieron  ser realizadas  por  los Dominicos,  para adaptar  el Cuarto  Real  como iglesia   de su convento,   mientras no se terminaba  la edificación  del templo  de nueva planta,  iniciada  en 1512.
transversales   que  separaban   alhanías   y cubículos,   con  objeto  de crear  unas saletas   laterales   unitarias,    comunicadas    con  la  sala  únicamente    por  una pequeña  puerta  abierta  en el tabique  que cegó  cada uno de los grandes  arcos de aquéllas.
El nivel  del jardín  primitivo se  elevó,   rehaciéndose    con  diseño   ROMántico,   aunque   se  mantuvieron    sus límites  Norte  y Este,  así como  el paseo  central,  que había permanecido   desde tiempos  conventuales   cubierto  por la bóveda  de laureles  dibujada  por Girault de Prangey.
 Las  restauraciones   del  siglo  pasado  y primera  mitad  del  actual resultaron   excesivas,   pues  se repusieron   yeserías  tratando  de mimetizar   a las originales.   Incluso,   en  la  parte   alta  del  paramento   Oeste,  para  corregir   el efecto  visual  negativo  causado  por el desplome  del muro,  se suplantaron,   con placas  de escayola  sujetas  a bastidores  de madera,  las yeserías  originales,  que permanecen   ocultas.
Ningún jardín  de la Alhambra,  ni siquiera el del Generalife  en su  conformación actual, obedece  a su primitivo concepto,   sino a ideas  más o menos contemporá- neas.   El  actual jardín  del Cuarto  Real,   de pobre  diseño  y ejecución    reciente, encierra  en el subsuelo  la disposición  y elementos  del primitivo  jardín  andalusí.
A su vez,  el edificio nazarí está enmascarado  por construcciones    de pésima fac- tura  y nulo  valor  arquitectónico,   que  no merecen  ser rehabilitadas.   Liberar  la qubba de estos aditamentos   permitiría  restaurar  la imagen  y el  espacio   del  pri- mitivo  jardín,   al recuperar  las  vistas  sobre  el  mismo.
La  consolidación    estructural    del   edificio    pasa   por   la   reposición    de  la estructura   primitiva,    que  ha de permitir,   además,   recuperar   la disposición espacial   original.
Por  tanto,   es necesario   reconstruir    los  muros  de separa- ción  de las  alcobas   laterales,    conformándolos      como  pantallas   rígidas   a las que  se  enlacen   los  actuales   pilares,    que  en  otro  tiempo   fueron   testas   de aquéllos.    En  su  parte  superior    se unirían   a anillos  de atado  del muro  exte- rior  y de la base  de  linterna,    lográndose    con  ello  la rigidización     general.
La  vuelta   a  la  antigua    disposición     estructural,    reforzada    para  paliar   los defectos    que  en  todo  caso  tenía,    permitirá     eliminar    todos   los  refuerzos modernos   y reabrir  los huecos  de las alcobas   laterales   hacia  el  salón,   recu- perando   la integridad   espacial.
Las  yeserías  tendrán  que  ser objeto  de una  meticulosa    limpieza  y restaura- ción,  que ha de permitir  descubrir  parte  de la antigua  policromía.   Un aspecto que  aún debe  meditarse   es la posible  recuperación   de la  decoración   original de la zona  alta del  lado  Oeste.   Cuando  se  intervenga   en la cubierta,  se podrá analizar  con  más  detalle  la proporción   de decoración   original   oculta  que  se conserva  y tomar  una decisión.
 Es  conveniente   rehacer  los paños  perdidos  de alicatado,   sustituyendo   las imitaciones   de escayola  por verdaderos   alicatados, que pueden  cortarse  mediante  ordenador  y que,   con la adecuada  señalización para indicar  su modernidad,    ayuden  a cualificar  el  espacio.   Se ha considerado conveniente    desmontar   los dos  alfarjes   del  siglo  XVI  que  dividen   los espa- cios   de las  alhanías   centrales,   y  rehacer   los  alfarjes   de  sus techos  según  el resto  conservado   en el  lado Este.
El problema   más  serio  que se plantea  es  el  de la reintegración     de la fachada del  edificio   hacia  el jardín.   Las  excavaciones    han  puesto  de  manifiesto    la existencia    de  un  espacio   o  ámbito   rectangular,     de  ancho   similar   al  de  la qubba, aunque  no podamos  asegurar  si  se trataba  de una sala  o de un pórtico.
 La conveniencia   de su reconstrucción   viene  impuesta  por  la  necesi- dad de recomponer   la imagen   del edificio  y dotarle  de una fachada  adecuada para  proteger   su portada  frente  a los  agentes  climáticos.   En  una palabra,   la solución    original  se impone   por motivos  tanto compositivos   como  utilitarios.
Al carecer  de datos  sobre  las  soluciones    formales   que  pudo  tener  el pórtico original,  la manera  de rehacerlos   debe  limitarse  a ser una  sugerencia   formal, que evite ocasionar   dudas  acerca  de la  época  de su construcción,    en línea con los   construidos    por  Torres    Balbás   en  sus    primeras    intervenciones      en  la Alhambra,    en el  Parta!