Perspectivas Psicológicas Clave: Emoción, Desarrollo Cognitivo y Bienestar

Teoría de Cannon-Bard: La Simultaneidad de Emoción y Fisiología

Mediante la investigación de laboratorio, Cannon y Bard mostraron que las reacciones fisiológicas que acompañan a diferentes emociones son las mismas, independientemente de la emoción específica.

Cuando una persona está nerviosa, enfadada, tiene miedo o está enamorada, aumenta el ritmo cardíaco, la velocidad de la respiración y los músculos se tensan. Así, si dependiéramos únicamente de nuestras respuestas fisiológicas, no seríamos capaces de distinguir una emoción de otra.
El individuo normalmente no es consciente de los cambios internos (como las contracciones de los órganos viscerales, por ejemplo, de los riñones y el hígado). Además, incluso los animales que, por intervenciones quirúrgicas, no fueron capaces de experimentar estas sensaciones fisiológicas manifestaron reacciones emocionales típicas.
Propusieron que la experiencia emocional y la activación fisiológica ocurren al mismo tiempo, no una detrás de otra.

Ejemplo de la Teoría de Cannon-Bard

Cuando tropezamos con un atracador, los impulsos nerviosos llevan esta información a dos lugares importantes del cerebro: la corteza y el tálamo.

La corteza, el área donde tienen lugar los procesos más sofisticados de pensamiento, nos dice que el atracador constituye una amenaza para nuestra seguridad personal. El darse cuenta de esto, este pensamiento, es suficiente para producir el miedo.
Al mismo tiempo, el tálamo produce diversos cambios fisiológicos inespecíficos (es decir, no son específicos de una emoción determinada, sino que se producen como respuesta a cualquier emoción). Nos referimos a estos cambios como la reacción de «estrés» o la reacción de lucha o fuga.

El mayor defecto de esta teoría residía en su incapacidad para reconocer la complejidad de las experiencias emocionales y el modo en que estas pueden ser influidas por la forma en que el individuo interprete la retroalimentación fisiológica.

Período de Operaciones Concretas (7-11 Años): El Desarrollo del Pensamiento Lógico

Durante este período, los niños abandonan su egocentrismo y empiezan a entender y usar nuevos conceptos.

Pueden clasificar las cosas en categorías, trabajar con números, tener en cuenta todos los aspectos de una situación y entender la reversibilidad.
Son más capaces de ponerse en el lugar de otro, lo cual reviste suma importancia para su capacidad de entender a otras personas y realizar juicios morales.

Concepto de Conservación en las Operaciones Concretas

La conservación es la habilidad para reconocer que dos cantidades iguales de materia permanecen iguales (en sustancia, peso, altura, número, volumen y espacio), aunque la materia sea organizada de otra manera sin añadir ni quitar nada.

A la edad de 6 o 7 años pueden conservar la masa o la sustancia.
A los 9 o 10 años, el peso.
Sobre los 11 o 12 años, el volumen.

En las operaciones concretas se muestra que los niños entienden los conceptos de:

Reversibilidad: («siempre puedes convertir el «gusano» en una pelota»).
Identidad: («es el mismo barro, no has añadido ni quitado nada»).
Compensación: («la pelota es más corta y gruesa, mientras el «gusano» es más largo y estrecho»).

Patrón de Conducta Tipo A y su Impacto en la Salud

El Patrón de Conducta Tipo A se caracteriza por una persona que está continuamente haciendo cosas con mal genio, es agresiva, impaciente, orientada a la obtención de metas y con un riesgo cardiovascular doble.

La mayoría de enfermedades somáticas de importancia médica, quirúrgica o de tipo crónico —como la diabetes, la hipertensión o el asma— pueden causar, en determinadas personas, una respuesta de ansiedad patológica. Esta es una reacción emocional del individuo frente al hecho de padecer una enfermedad y que, en algunos casos, puede exacerbar el trastorno e interferir en el tratamiento y el proceso de rehabilitación.
El cáncer y el infarto de miocardio son ejemplos característicos de una intensa ansiedad inducida por una enfermedad física.
La ansiedad crónica puede afectar asimismo al sistema inmunológico, alterar la producción de anticuerpos y hacerlo más vulnerable a cualquier enfermedad o agresión externa (desde el resfriado común hasta el cáncer), si bien no actúa de la misma manera en todos los casos.
Los efectos inmunosupresores del estrés continuo se dan sobre todo cuando la persona no dispone de estrategias de afrontamiento ante la situación de estrés, es decir, cuando no tiene otra alternativa que soportarlo. Sus consecuencias negativas más importantes son la depresión, el sentimiento de indefensión, la pasividad, la percepción de falta de control, la inmunosupresión y los síntomas de tipo gastrointestinal.
Por el contrario, la capacidad de ejercer cierto control sobre el estrés, por medio de estrategias de afrontamiento adecuadas, reduce el efecto inmunosupresor (Labrador, 1992).