Plantilla comentario de texto

Vamos a realizar el comentario del texto de Rosa Montero, “Abajo”, publicado en el periódico de tirada nacional, El País, en el año 1999. Para ello tendremos en cuenta
las tres propiedades textuales: coherencia, adecuación y cohesión.
En primer lugar, analizaremos la COHERENCIA, propiedad textual por la cual el texto se organiza para transmitir una información global.
Estamos ante un texto que tiene como tema la crítica del desinterés de los países occidentales ante las matanzas en los países africanos. También se podría expresar
como la denuncia de la indiferencia de los países ricos ante las guerras que asolan el Tercer Mundo.
Su contenido fundamental se puede resumir de la siguiente manera: siempre es difícil escribir una columna de tono irónico cuando ocurre una noticia trágica, como los
horrores en Sierra Leona. Frente a las luchas antiguas, en las que los soldados combatientes se mataban entre ellos, en las guerras actuales la crueldad indiscriminada
produce que el mayor número de víctimas pertenezca a la población civil. A pesar de esto, ante la tortura y el genocidio cotidianos en muchos lugares de África, los países occidentales solo reaccionan con indiferencia, desprecio y olvido.
El texto “Abajo” presenta una serie de ideas que siguen el esquema de un texto expositivo-argumentativo. Se compone de tres párrafos con la siguiente organización
estructural (macroestructura):
1. Introducción (primer párrafo): planteamiento de una experiencia personal de la periodista.
1.1. Imposibilidad de la autora de escribir con humor ante hechos trágicos (idea principal)
1.2. A pesar de que la ironía es un buen método para expresar la denuncia (argumento en contra).
2. Cuerpo de la argumentación (segundo párrafo): formado por argumentos y ejemplos que demuestran la muerte indiscriminada de civiles en las guerras de hoy. La autora parte de un ejemplo para expresar su idea principal, que apoya con dos argumentos. Termina el párrafo con nuevos ejemplos:
2.1. Hoy se mata más que nunca y de forma indiscriminada (ejemplo de Sierra Leona)
2.1.1. Antes en las guerras solo morían los soldados.
2.1.2. Hoy, según los estudios, mueren más mujeres y niños que soldados (argumento de autoridad)
2.1.3. Matanzas y horrores ocurridos en Sierra Leona y Argelia (ejemplos)
3. Conclusión y tesis (tercer párrafo): el desinterés de los países ricos –medios de comunicación, distintos poderes, ciudadanos- ante las masacres que sufre África.
Respecto a las ideas del texto, éstas siguen un patrón organizativo que lleva de lo particular a lo general. A partir de una reflexión personal ante un ejemplo concreto
(la mutilación de un niño de Sierra Leona), la autora reflexiona y generaliza sobre las guerras actuales y las consecuencias sobre la población civil, a la vez que critica la 3
indiferencia de los países ricos respecto a la situación en los países tercermundistas.
Como se desprende del esquema anterior, el texto presenta una estructura inductiva, sintetizante: la argumentación culmina con la idea principal recogida en el último
párrafo, como confirma el título “Abajo”, que sugiere, mediante un adverbio de significación vaga, un lugar indeterminado, reflejo del desconocimiento y desinterés de
tantas personas acerca del drama de muchos países subdesarrollados.
Para persuadir al lector, Rosa Montero emplea un enfoque subjetivo. La autora expresa claramente su opinión y es, por tanto, una argumentación subjetiva, a pesar de
la presencia de algunos rasgos aparentemente objetivos como la alusión a estudios recientes, no concretados, que puede considerarse como argumento de autoridad, y que demuestran la crueldad con los civiles en las guerras de hoy. También destacan los ejemplos que aporta: el ejemplo del niño mutilado o de los países donde se cometen estas atrocidades. No obstante, la idea principal del texto se apoya en argumentos de carácter personal, su propia experiencia personal como periodista e, incluso, el tratamiento connotativo de los ejemplos, por lo que consigue conmover y persuadir al lector.

En cuanto a la ADECUACIÓN, es decir, la propiedad textual por la cual el texto, o mejor dicho, la lengua empleada por la autora en el texto, se adapta a la situación comunicativa, vemos, tal como acabamos de exponer, que la autora utiliza un tipo de texto expositivo-argumentativo, pues junto a los hechos que recoge, la autora ofrece su opinión, su punto de vista razonado, lo que se constituye en el aspecto fundamental del
discurso. La secuencia expositiva-descriptiva se corresponde con parte del segundo párrafo, y el resto es fundamentalmente argumentativo. El ámbito de uso en el que se inscribe es el periodístico: el texto se publicó en el diario El País, de Madrid, del que Rosa Montero es colaboradora habitual. Puede deducirse también porque es un texto de actualidad -en el momento de su publicación- pues hace referencia a una noticia de
prensa aparecida en días anteriores, y de interés general, dado que el tema tratado, los derechos humanos y la indiferencia de los países ricos ante los horrores de la guerra, nos afecta a todos. Respecto al género, es un artículo de opinión y, casi con seguridad, una columna, pues tiene un título llamativo, es breve, presenta un enfoque subjetivo, caracterizado por la amarga ironía, la reflexión viene motivada por una noticia de
actualidad, además del tratamiento lingüístico. El destinatario es el lector general de los medios de comunicación, es decir, no está escrito para un público especializado, pero se esperan de él algunos conocimientos previos, como que probablemente haya visto la foto de “ese niño” o que esté al corriente de las situación en Argelia o Sierra leona. Por ello, se emplea un registro que permite ser comprendido sin ninguna dificultad por el
lector medio. Además, tal y como es habitual en las columnas, viene firmado por el autor pero sin hacer referencia a su competencia o cargo (catedrático, técnico, filósofo, etc.).
Como hemos dicho, el autor del texto utiliza un registro estándar, formal y preparado, como corresponde a un escrito destinado a ser publicado en un periódico.
Este registro viene determinado por una serie de factores. Como hemos señalado en el apartado anterior, el tema es general, con un amplio léxico referido al campo conceptual de la guerra y la violencia, así como otro más propio de la actividad de la autora: el periodismo. La formalidad y la seriedad que corresponden al tema se altera a causa de las abundantes expresiones coloquiales, que producen un efecto de
proximidad al lector y alguna vez una sonrisa helada por el contenido dramático (sandunguera, guasa, repeluzno, los tipos, atizarse mandobles, tardaban lo suyo, reventarse, por ahí abajo). Varios coloquialismos consisten en expresiones metafóricas, muy plásticas, alguna lexicalizada (el horror que me cortó el aliento, se vestía de latas de sardinas, somos los reyes de la carnicería). Pero junto a estos coloquialismos, encontramos algunos vocablos cultos (mera, amputaron, matarifes, genocidio). Esta mezcla de términos coloquiales y cultos, típica de la autora, es un recurso muy eficaz para ganarse la simpatía del lector. A ello tenemos que añadir la relación entre los interlocutores propia del ámbito en que se incluyen. El tratamiento dispensado al lector es el de cortesía: como forma de respeto, de cierto distanciamiento formal y como es normal en el ámbito en el que se publica, se trata al receptor como usted (ya ven, pregunten, Yo les voy a contestar). Sin embargo, acabamos de comentar cómo esta formalidad se ve afectada por el léxico coloquial gracias al cual pretende acercarse al público. Además, Rosa Montero se presenta como protagonista del impacto que causan hechos como el que refleja la foto que da pie al texto y emplea distintos procedimientos
que implican al lector con la intención de que comparta sus puntos de vista. En la línea ya señalada anteriormente de intentar atraer al lector hacia sus posiciones, podemos situar la presencia de algunos deícticos con valor inclusivo que marcan un cierto grado de acercamiento o inclusión del receptor (somos los reyes de la carnicería, nuestra voluntad). No existen otras marcas del receptor, por lo que podemos concluir que se trata de un lector universal. El canal es escrito preparado, esto no sólo se demuestra en la organización textual antes mencionada sino en otros procedimientos que manifiestan la planificación del texto y hacen que sea coherente y esté bien cohesionado. Respecto a la sintaxis, se puede señalar que la autora da entrada a distintos tipos de oraciones coordinadas y subordinadas que indican su gran dominio del sistema lingüístico, pero que no ofrecen ninguna dificultad de comprensión para un lector medio. Destaca, pues, la gran variedad formal de las construcciones sintácticas, todas caracterizadas por su escasa complejidad: oraciones simples (La tortura y el genocidio están de moda),
proposiciones coordinadas (Los tipos se vestían de latas de sardinas y se iban a los campos…), subordinadas adjetivas (…alguna noticia atroz que acaba con la guasa), sustantivas (Tengo la sensación de que ahora en el mundo se mata…), y causales (Lo cual sin duda es una limitación por parte mía, porque el humor no tiene por qué suponer frivolidad…). Mención especial merecen algunos enunciados sincopados, muy
expresivos, que provocan un gran impacto en el lector y que conforman un estilo directo, rápido, vivo, plástico, cercano a la oralidad: frases nominales (Niños descuartizados vivos en Argelia. Niños mutilados en Sierra Leona), construcciones elípticas, sin el verbo principal (Por simple maldad, por la mera voluntad de producir terror), proposiciones yuxtapuestas (Además tardaban lo suyo en reventarse: no eran…; He aquí…: pregunten…; Yo les voy a contestar: por ahí abajo). Esta riqueza expresiva, léxica y sintáctica, muestra el dominio del código lingüístico de la autora y contribuye al efecto persuasivo buscado.

Todo lo anterior sirve perfectamente a la finalidad o intención comunicativa del texto que no es otra que denunciar el olvido en el que caen las tragedias africanas en los
países del Primer Mundo –la crítica de la autora se extiende a los medios de comunicación, a las grandes empresas y bancos y en general a toda la sociedad-, a la vez
que se hace un llamamiento a la conciencia de los lectores y se orienta así, su opinión y su conducta. En buena lógica, como corresponde a este tipo de texto, se observa la presencia de varias funciones lingüísticas de forma bastante equilibrada. La función
lingüística predominante, como ocurre a menudo en las columnas periodísticas de opinión, es la expresiva, cauce de la subjetividad y los sentimientos del periodista, que
se refleja en una intensa presencia de la deixis del emisor, a través de la primera persona del singular (se me cruza, por parte mía, no consigo, tengo la sensación, yo les voy a contestar, …) y en otros procedimientos de modalización. También están presentes en el texto las funciones representativa, al referirse a los hechos expuestos; la función conativa, en la intención de la autora de influir en el modo de pensar de los lectores y en la apelación directa para implicarlos (pregunten a sus compañeros); y la función poética, en la utilización de metáforas –ya señaladas arriba-, en la construcción paralelística (demasiado vieja, o demasiado tonta; niños descuartizados…, niños
mutilados…) o en la enumeración de la última oración.
La modalidad oracional predominante en el texto es la aserción, las oraciones enunciativas, aunque en el último párrafo destaca la exhortación a los lectores (pregunten). A pesar de la rotundidad de muchas afirmaciones, la autora en determinados casos emplea expresiones que suponen una matización, un grado de incertidumbre, pero que no impiden que gane en credibilidad y en poder persuasivo (tengo la sensación, tal vez, la guerra parecía ser, salvo excepciones).
Ya hemos señalado antes la presencia en el texto de la función expresiva que se muestra a través de diversos procedimientos de modalización. Así, la indignación y el
horror que suscitan en la autora los comportamientos violentos de una parte de la población y la indiferencia del resto del mundo ante estos hechos se manifiestan
mediante el léxico valorativo: la adjetivación de signo descalificador (columna sandunguera, noticia atroz, vehículo de expresión afilado y certero, sucias guerras,
bonito juego, …); los sustantivos abstractos, muchos de ellos derivados de adjetivos, también connotados (maldad, horror, terror, muerte, guerra, carnicería, tortura,
genocidio); los verbos marcados negativamente (amputar, se mata, atizarse, mueren); y en los juicios subjetivos, muchos de ellos categóricos, rotundos que sostienen la
denuncia (por simple maldad, por la mera voluntad de producir terror; ahora en el mundo se mata más que nunca; somos los reyes de la carnicería, la tortura y el
genocidio están de moda). Además, cabe mencionar el empleo de los signos de puntuación, como los paréntesis o los dos puntos, para mostrar opiniones irónicas (la
tecnología de la muerte ha mejorado mucho; tardaban lo suyo en reventarse: no eran unos matarifes eficientes). Frente a la abundante modalización, sólo hay un ejemplo de impersonalización, una impersonal refleja, con un valor universalizador (ahora en el mundo se mata más que nunca).
Por último, analizaremos la COHESIÓN, propiedad textual por la cual los elementos lingüísticos guardan relación entre sí para dotar al texto de unidad.
La cohesión entre las distintas partes y enunciados del texto está asegurada por medio de una serie de mecanismos gramaticales y léxico-semánticos. Entre los primeros, hemos de señalar los procedimientos deícticos. Así, las oraciones del texto están unidas por elementos fóricos, entre los que destacan la anáfora (lo cual) y la catáfora (He aquí un bonito juego: pregunten…). Las marcas lingüísticas de la deixis personal señalan la presencia de distintos participantes en el acto comunicativo, así como las relaciones entre ellos; la deixis del emisor, el yo de la autora, se refleja en los morfemas verbales de primera persona del singular (propongo, no consigo, estoy, voy);
en los pronombres personales (me, yo); en el adjetivo posesivo (mía). La deixis del receptor se expresa a través del plural inclusivo, mediante el cual, como ya hemos
comentado, la autora implica a los lectores en su crítica y les hace tomar conciencia de su responsabilidad (somos los reyes de la carnicería, de nuestra voluntad de ayuda). La apelación directa a los lectores por medio de la tercera persona de plural indica que se dirige a un lector universal, con la intención, como sucede con el registro coloquial, de aproximarse a él (ya ven) e implicarlo en los hechos denunciados (pregunten a sus compañeros).
Igualmente puede hablarse de una deixis temporal, que señala directamente al momento de la comunicación (en esta ocasión), u opone la actualidad de la enunciación
(ahora, en este mundo ultramoderno, en las sucias guerras de hoy) al pasado, concretado en la Edad Media. Incluso cabe precisar una referencia temporal relativa al
trabajo de la periodista (todas las semanas) y al día en que se publican sus artículos (la mañana del martes). Esta diversidad temporal se pone de manifiesto a través del juego de los tiempos verbales. Frente al presente de indicativo con valor habitual, de acción cotidiana, del primer párrafo, propio de la reflexión personal sobre la labor del columnista (me propongo, llega, se me cruza), encontramos el empleo del pasado, del pretérito perfecto simple, para referirse a la noticia reciente que provoca el artículo (cortó, fue). En contraste con el presente actual (tengo, se mata, somos, mueren, están), empleado para la exposición de la situación actual en África y, en general en el mundo, se presenta el pasado, esta vez mediante el pretérito imperfecto de indicativo (parecía, se vestían, se iban, tardaban), al tratarse de la descripción de las luchas medievales. De esta forma, los argumentos expuestos en el cuerpo el texto tienen como base el contraste temporal. También se puede hablar de una deixis espacial: la locución adverbial por ahí abajo –espacio físico y moral-, que se refiere a África y a los países del Tercer Mundo, donde ocurren las matanzas denunciadas, frente al aquí de la autora y los lectores, habitantes de los países ricos, occidentales, del Norte, que miran con indiferencia, desprecio y un rápido olvido las tragedias africanas.
A esto se añade la presencia de elementos de conexión, marcadores discursivos, que contribuyen a garantizar la coherencia y la cohesión del texto y sostienen su
armazón argumentativo. Cumplen distintas funciones: marcadores temporales, que establecen los límites cronológicos (antes, ahora); de oposición o contraste, para
introducir una matización o contraargumento (pero, sino que, en cambio); de adición (y, y además), para añadir nuevas ideas o argumentos; de causa (porque).
Entre los procedimientos léxico-semánticos que proporcionan cohesión al texto hay que mencionar las repeticiones de palabras (mundo, niños, abajo); el uso de
sinónimos del término humor (ironía, gracia fina, guasa) o de horror (repeluzno,terror); la sucesión de vocablos que pertenecen a dos campos semánticos presentes en
el texto, el de la actividad periodística (columna, teclear, noticia, expresión, foto, visibilidad informativa) y el de la guerra (amputaron, se mata, muerte, brutal, reventarse, matarifes, carnicería, tortura, genocidio…). La palabra clave del texto, que pone en relación ambos campos conceptuales y conforma una red léxico-semántica, es
horror, el horror provocado por la crueldad de la guerra y que influye en la actividad periodística de la columnista: además de las mencionadas, en esta red semántica
podemos incluir voces como escribir, cruza, atroz, muñeca vendada, maldad, indiscriminada, ultramoderno, carnicería, sucias, descuartizados, derechos humanos…
En fin, para concluir el comentario podemos señalar que la autora construye un texto coherente, bien cohesionado y adecuado al ámbito en que aparece publicado y la
finalidad de la autora, que no es otra que la denunciar los horrores de la guerra y la indiferencia de los países ricos.