Principales Teorías sobre la Integración Europea: De Mitrany a Moravcsik

Introducción a las teorías de la integración europea

Las teorías sobre la integración europea buscan explicar cómo y por qué los Estados deciden unir esfuerzos en un proceso político, económico e institucional común. Desde sus inicios, este campo se ha caracterizado por la falta de consenso acerca de qué es la integración y cómo ocurre, generando distintas corrientes teóricas a lo largo del tiempo.

Funcionalismo

Propuesto por David Mitrany, el funcionalismo sostiene que la integración debe surgir de la cooperación práctica entre Estados en áreas técnicas o económicas (denominadas “funciones”), en lugar de basarse en acuerdos políticos o constitucionales. Según esta visión, la forma de gobierno debe derivarse de la función desempeñada y no imponerse de antemano. La integración se fundamentaría en instituciones especializadas que resuelven necesidades comunes, promoviendo así la paz mediante la interdependencia funcional.

Neofuncionalismo

Ernst Haas y otros autores desarrollaron esta corriente para explicar la creación y evolución de las Comunidades Europeas. A diferencia del funcionalismo, el neofuncionalismo considera que el proceso tiene un componente político impulsado por las élites y guiado por la “lógica del desbordamiento” (spill-over): la integración en un sector genera la necesidad de integrar otros relacionados. Se concibe la integración como un proceso progresivo que puede conducir a formas de supranacionalidad, aunque no necesariamente a un Estado federal.

Críticas al neofuncionalismo

La crisis de los años sesenta y setenta reveló los límites de esta teoría. Se cuestionó el automatismo del spill-over, el exceso de confianza en las élites supranacionales y la falta de capacidad predictiva del modelo. Haas y otros autores revisaron sus postulados, reconociendo que el proceso no es lineal ni inevitable, sino que depende de múltiples variables y factores externos.

Intergubernamentalismo

Frente al neofuncionalismo, Stanley Hoffmann defendió que los Estados siguen siendo los actores principales del proceso europeo. Desde esta perspectiva, la Comunidad Europea se entiende como una forma de cooperación entre gobiernos que buscan proteger sus intereses nacionales. Las decisiones se adoptan por consenso y la integración avanza solo cuando los Estados lo consideran útil. El proceso, por tanto, no sustituye al Estado-nación, sino que lo refuerza.

Teorías de la interdependencia

Autores como Keohane y Nye sustituyeron el término “integración” por “interdependencia”, entendida como un entramado de relaciones económicas, tecnológicas y políticas que obliga a los Estados a cooperar. Estas teorías destacan la complejidad de las decisiones y la multiplicidad de actores, tanto públicos como privados, en el sistema europeo, sin presuponer un resultado final común.

Reactivación teórica (años 80 y 90)

Con el Acta Única Europea (1986) y el Tratado de Maastricht (1992), se reavivó el debate teórico. Surgieron tres enfoques principales:

  • Federalismo revisitado: Reaparición del ideal de una Europa federal, con un poder político común.
  • Neofuncionalismo renovado: Aplicado a nuevas áreas como la integración jurídica y social.
  • Eclecticismo teórico: Combinación de elementos funcionalistas, intergubernamentales e institucionalistas para explicar los avances desiguales y discontinuos del proceso.

Nuevas tendencias teóricas

El neoinstitucionalismo sostiene que las instituciones europeas moldean el comportamiento de los actores y condicionan las decisiones colectivas. Fritz Scharpf, por ejemplo, explicó la “trampa de la decisión conjunta”, donde la necesidad de consenso limita la eficacia de las políticas.

Por su parte, el consocionalismo (desarrollado por teóricos como Taylor) interpreta la Unión Europea como un sistema de cooperación entre élites estatales que negocian y preservan la estabilidad mediante el consenso y el equilibrio de intereses.

Institucionalismo intergubernamental de Moravcsik

Este enfoque, propuesto por Andrew Moravcsik, combina las ideas intergubernamentales con el papel de las instituciones. Afirma que los principales avances, como el Acta Única o el Tratado de Maastricht, fueron fruto de negociaciones entre Estados, especialmente los más poderosos, en las que las instituciones europeas desempeñaron un papel de apoyo, no de liderazgo. La integración es, así, el resultado de acuerdos interestatales racionales basados en intereses nacionales coincidentes.

Conclusión: Un proceso multifacético

La integración europea no puede explicarse mediante una única teoría. Es un proceso complejo, multicausal y dinámico en el que coexisten elementos funcionales, intergubernamentales, institucionales y sociales. Más que una trayectoria lineal hacia un Estado europeo, se trata de una construcción política y jurídica basada en la cooperación, la negociación y la búsqueda de un equilibrio entre la soberanía nacional y la acción común.