Traducción oblicua definición

Tema 9: Traducción y estudios culturales

Determinada orientación de los estudios traductológicos focaliza el hecho de que la traducción debe entenderse en el contexto general de otras praxis culturales. El traductor realiza una actividad que debe ser enmarcada, como cualquier otra, en el contexto sociocultural y socioeconómico que la explica. La actividad de la traducción es influida por este contexto, pero contribuye también, en parte, a modificarlo. Este punto de vista es asumido por dos escuelas traductológicas muy próximas en su temática y académicamente interrelacionadas: la Escuela de Tel Aviv, que defiende la Teoría del Polisistema, y la Escuela Flamenco-Holandesa de los “Translation Studies”. A este marco general de los estudios culturales en traductología podemos adscribir también algunos desarrollos temáticos particulares, como el que relaciona traducción con práctica cultural feminista. Seguimos básicamente para la presentación del tema 9 a Moya (2004)

PRESUPUESTOS GENERALES COMPARTIDOS

El ideario compartido por las escuelas de Tel Aviv y la Escuela Holandesa contiene los siguientes presupuestos, según Moya, 2004: 121-131:

-Descriptivismo como método: La teoría de la traducción no debe limitarse a fijar normas sobre lo que se considera una traducción ideal, sino que debe describir y explicar la práctica real del traductor, tal como tiene lugar en determinado contexto histórico.

-Orientación hacia el sistema meta: La actividad de la traducción debe considerarse fundamentalmente como una praxis cultural propia del sistema meta o cultura receptora. Es el sistema meta o la cultura receptora los que fijan las normas de traducción y deciden qué se traduce, cómo se traduce y para qué se traduce.

-El concepto de equivalencia es complejo: La equivalencia traductológica depende también del sistema meta, y no puede ser prefijada.

-“Impurezas del texto traducido”: El texto traducido puede servir –suele servir, de hecho- a la expresión de determinadas posiciones ideológicas. El contexto ideológico receptor determina aspectos significativos de la práctica traductológica.

-Nominalismo frente a esencialismo: No hay una definición previa del criterio que permite decidir qué es y qué no es traducción (posición esencialista, que podríamos leer en Schleiermacher, y otro autores clásicos), sino que se consideran traducciones aquellos textos que se denominan y asumen como tales en la cultura receptora (posición nominalista). En realidad, el esencialismo tiene que ver con una orientación prescriptiva, mientras que el nominalismo es la posición propia de una orientación descriptiva.

-Particular atención a los textos literarios: Pero sin exclusivismo, esto es, sin contradecir el presupuesto anterior.

-Cambio de orden en las investigaciones: Es una lógica consecuencia del descriptivismo. Describimos primero los hechos traductológicos y elaboramos luego teorías o modelos explicativos.

-Carácter sistémico de las investigaciones: Para llegar a conclusiones fundamentadas no podemos limitarnos a describir la práctica traductológica concreta de un texto o un traductor, sino que debemos comparar diferentes traducciones realizadas en una época, o a lo largo de la historia.

-Historicidad de las traducciones (vid. Tema 1)

-Dinamismo del significado: El significado de un texto no es algo prefijado e inmutable, sino que está sometido a cierto grado de variabilidad que depende del acto interpretativo. Esto se refiere especialmente a los significados de los textos originales.


ESCUELA DE TEL AVIV Y TEORÍA DEL POLISISTEMA

Ha sido desarrollada entre otros por Even-Zohar (1978a y 1978b) y Toury (1980). Se defiende una orientación empírico-descriptiva en los estudios de traducción (Esta Escuela, aunque iniciada de manera independiente, acaba enmarcándose en la orientación general de los “Translation Studies”). Tanto la teoría como la enseñanza de la traducción deben contar con estudios descriptivos previos sobre la manera en que los traductores han enfrentado de manera práctica su trabajo y han ofrecido soluciones a los problemas de traducción. El rasgo diferenciador más específico de la Teoría del Polisistema es su orientación hacia la lengua / cultura meta. La lengua / cultura meta es identificada como un polisistema que determina las normas asumidas por el traductor en su tarea. Se atiende sobre todo a la modalidad de la traducción literaria y su inserción en el polisistema literario de la cultura meta. Los textos literarios traducidos pueden ser valorados de diferentes formas teniendo en cuenta las carácterísticas propias del polisistema literario receptor.

Cuando la literatura propia de determinada cultura tiene larga tradición, corresponde a una lengua con gran número de hablantes y a un estado o estados con gran peso político o económico, el texto literario traducido suele adoptar criterios convencionales de expresión y raramente puede constituirse en modelo o canon de producción literaria. Dicho brevemente, la literatura traducida ocupa una posición secundaria en el polisistema literario receptor.

Cuando se da la circunstancia inversa, esto es, cuando la tradición literaria de una cultura no es tan larga (o ha sido recientemente renovada como en el caso de la literatura hebrea en el estado de Israel), cuando corresponde a una lengua minoritaria por lo que a número de hablantes se refiere (caso del holandés o el hebreo si los comparamos con el francés o el inglés), o a un estado o estados de menor peso económico o político, suele suceder, por el contrario, que el texto literario se traduce de manera innovadora, poniendo en juego recursos expresivos inexistentes hasta el momento en el polisistema receptor. La literatura traducida puede llegar a ocupar en este caso una posición primaria en el mismo, lo que supone ofrecer un modelo o canon para otras producciones literarias.

ESCUELA FLAMENCO-HOLANDESA

En estrecha relación temática con la Teoría del Polisistema se encuentra la aportación de Holmes (1988 (1972)), que inicia propiamente la tradición conocida como Translation Studies. Holmes (norteamericano afincado en Ámsterdam) defiende también la orientación empírico-descriptiva en traductología y la importancia que presenta la lengua / cultura receptora a la hora de explicar la traducción. Los estudios de traducción se estructurarían según Holmes en tres áreas:

-Un área descriptiva: Que somete a análisis con cierta perspectiva histórica las traducciones realizadas y la función de las traducciones en el contexto lingüístico-cultural receptor.

-Un área teórica: Que formula modelos con los que se explica la traducción teniendo en cuenta lo aportado por el área descriptiva. Dentro de unos límites, los modelos teóricos pueden tener capacidad predictiva sobre futuras prácticas traductológicas.

-Un área aplicada: Que aplica lo aportado por lás áreas descriptiva y teórica a la formación de traductores y la evaluación de traducciones.

Holmes está especialmente interesado en la modalidad de la traducción literaria. Considera la traducción literaria como una parte de la Teoría de la Literatura o la Crítica Literaria. Refiere en este sentido a la traducción literaria como una especie particular de “metaliteratura”. Es conocida su distinción de cuatro métodos de traducción en poesía:

-Traducción mimética: por la que el traductor fiel a los contenidos trata también de imitar la forma del original.

-Traducción analógica: por la que el traductor fiel a los contenidos propone recursos poéticos diferentes, pero que desempeñan la misma función en el contexto receptor que los recursos poéticos del original en su contexto.

-Traducción orgánica: por la que el traductor fiel a los contenidos propone recursos poéticos para la expresión de los mismos que no tienen en cuenta ya ni la forma ni la función de los recursos del original.

-Traducción extraña: por la que el traductor toma los contenidos del original como pre-texto o simple guía para una nueva elaboración poética, pero ni reproduce estos contenidos ni tiene en cuenta la forma del original.

Dentro de la Escuela Flamenco-Holandesa se incluye también la obra de Lefevere (1992) identificada habitualmente como Teoría de la Manipulación. La praxis de la traducción, como otras praxis culturales, puede y debe ser históricamente contextualizada para ser explicada, pero esta contextualización implica al nivel propio de los discursos ideológicos, esto es, de las relaciones entre los discursos y los poderes social o económico. Qué se traduce, cuándo y cómo dependen de factores que son externos a la propia praxis de la traducción, pero que la condicionan u orientan hacia determinados intereses. La actividad traductológica ha sido históricamente -y lo seguirá siendo- un instrumento de las relaciones de poder. Esto último puede concretarse, por ejemplo, en el modo en que la traducción contribuye a crear la fama literaria de determinado autor.

FEMINISMO Y TRADUCCIÓN

Una manifestación paradigmática de lo que puede suponer la traducción en tanto que praxis cultural lo encontramos en la labor traductológica asociada al movimiento feminista. Algunos de los presupuestos de este movimiento entroncan con el ideario propio de lo que se conoce como “postestructuralismo” en la filosofía de la segunda mitad del Siglo XX. Destacamos en particular la idea de que la condición de existencia del hombre está estrechamente vinculada al lenguaje y el decir (Heidegger), la crítica al concepto de texto original y de autor (Roland Barthes) y la propuesta de que el lector construye también de alguna manera el texto en cada acto de lectura o, más en general, que el pasado histórico se reconstruye continuamente reinterpretando sus vestigios textuales o de otro tipo (Hans-Georg Gadamer).

El movimiento feminista asume que el modo de decir no solo es síntoma de determinadas estructuras del poder social, sino que de alguna forma las consolida o refuerza. La conclusión lógica es que debemos intervenir sobre el lenguaje para modificar dichas estructuras y ello incluye, particularmente, a la actividad traductológica. La traductora feminista altera por este motivo la retórica ‘patriarcal’ propia de los originales, introduciendo para ello un nuevo estilo expresivo que resulte neutro desde una perspectiva de género, o que dé cabida –con una técnica compensatoria o correctora del original- a la perspectiva femenina. Se asume el principio general que vincula existencia a lenguaje y se combate el prejuicio ‘patriarcal’ que asocia el silencio a la condición femenina. Por este motivo la traductora feminista es partidaria de la visibilización del proceso traductológico, con prólogos, notas y huellas textuales que denotan claramente el carácter traducido de un texto. Este tipo de actitud se manifiesta también –siempre que ello es posible- en la selección de originales escritos por mujeres, relativamente desconocidos en sus tradiciones literarias, que cobran nueva vida al ser traducidos. Al traducir estos originales contribuimos a visibilizar una perspectiva femenina sobre la historia, que había quedado velada u oculta. Nota: más información sobre el tema en Moya 2004: 195ss.