Caracteristicas del humanismo marxista

La presente investigación se encuentra inscrita en esta tradición y se centra sobre una
problemática particular que es, en definitiva, a casi doscientos años de la “física social” de
Comte, parte del mismo problema que dio a nacer la sociología.

pregunta 2

Con el surgimiento del marxismo los medios socialistas y los fines comunistas son absorbidos y reformulados dentro de una sola doctrina que entiende ambos sistemas como dos pasos históricamente necesarios en el desarrollo de una sociedad escindida por la lucha de clases hacia una etapa comunista final sin clases. El movimiento comunista, que ya había surgido de ciertos períodos radicales colectivistas de laRevolución Francesacomo movimientos remanentes (véase el comunismo de Babeuf y la Conspiración de los Iguales) y había dejado de ser un activismo social cambiante durante diferentes períodos históricos para convertirse en activismo político, se transforma en partido e ideología gracias a la introducción por parte de Karl Marx de las ideas de los doctrinarios socialistas (por entonces tomadas seriamente), adoptando un sólido cuerpo doctrinal del que carecía. Mientras que gracias al marxismo las ideas socialistas y comunistas se desprenden del idealismo y se unifican en un solo movimiento ideológico llamado Comunismo, el Socialismo como ideología se escinde en varias corrientes: socialismo utópico, socialismo de Estado, socialismo corporativista, socialismo militar, socialismo clerical, socialismo obrero, socialismo popular, socialismo nacional, etc.

Comte:


Se le considera el padre de la sociología. Fue precisamente él quien acuñó por vez primera en 1838 el término “sociología”, ciencia que describió como una forma de reflexionar sobre el mundo. Inicialmente fue llamada “física social” ya que creía que la sociedad debía ser estudiada siguiendo la metodología de las ciencias físicas. Y por lo tanto la “física social” debía formular leyes sociales siguiendo los mismos mecanismos y métodos que los que seguían las ciencias inductivas positivistas (física o química). Esto es lo que se conoce como positivismo.

Los pilares sobre los que debía sostenerse la sociología, como ciencia positivista que era, eran tres:


Los fenómenos sociales deben ser estudiados dentro del contexto al que pertenecen (contextualización)


El progreso de los conocimientos es la línea directriz de la historia humana (evolucionismo social)


El ser humano es idéntico en todas las partes y en todos los tiempos y, por tanto, cabe esperar que la sociedad vaya a evolucionar de igual forma en todos los lugares.

El marxismo y la religión

El marxismo ha sido tradicionalmente opuesto a todas las religiones. Marx escribió al respecto que «el fundamento de la crítica irreligiosa es: el ser humano hace la religión; la religión no hace al hombre» y la frase cuyo final se haría célebre:

La miseria religiosa es, por una parte la expresión de la miseria real y, por la otra, la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, así como es el espíritu de una situación carente de espíritu. Es el opio del pueblo.2

La referencia al opio ha prestado a una interpretación vulgar ya que éste no es -como suele suponerse- un estupefaciente ni tampoco un alucinógeno, sino un narcótico analgésico. Este equívoco del lector contemporáneo ha derivado en una confusión frecuente respecto de la sentencia marxista.
La cita completa revela el porqué de la referencia a un opiáceo: jamás pretende que la religión se considere una forma de degradación intelectual ni tampoco una mera ilusión generada por las clases dominantes (interpretación no marxista que suprimiría la idea que éste tenía de la ideología, esto es, la ilusión de universalidad dentro de cada clase), sino que la religión sea, por el contrario, el anestésico necesario de la sociedad entera frente a la alienación social y de las clases oprimidas frente a sus condiciones materiales de existencia.

En Marx, la crítica de la religión no es una defensa del ateísmo, sino la crítica de la sociedad que hace necesaria a la religión. La supresión de estas condiciones y la realización plena de la comunión humana se desvincula de la condición biológica, proyectándose «al cielo» como intervención divina en una parusía futura, particularmente en el especial caso del cristianismo,3 en vez de construirse políticamente mediante la abolición de la propiedad privada y la división del trabajo. El fundamento filosófico del rechazo marxista de la religión ha estado vinculado al desarrollo delmaterialismo dialéctico por parte de Engels y Lenin.

En cualquier caso, ha habido diversos teóricos que consideran que ser marxista y religioso es compatible. Dentro de ellos se puede señalar al irlandés James Connolly y a diversos autores dentro de la teología de la liberación como Camilo Torres y Leonardo Boff. Pero la crítica teórica hacia cualquier religión se basa en que ésta es concebida como el resultado de la producción de la superestructura de la sociedad, es decir, de la fabricación de ideas ideológicas que se hace una sociedad sobre sus propios modos de producción económicos. Así, la religión siempre es una concepción de ideas políticas que tienden a reafirmar la estructura económica existente. Los textos marxistas donde se puede encontrar información sobre la concepción marxista de la religión son: La ideología alemana de Marx y Engels, y La filosofía como arma de la revolución de Louis Althusser. Marx describe a la religión como un ente alienador, el cual le pone como meta alcanzar a Dios, situación imposible para un humano pues Dios es la esencia humana deificada, es decir: la humanidad le ha dado sus mejores características a Dios. La religión haría conformista al hombre y lo obligaría a no luchar en este mundo, pues este es solo un preludio del verdadero. La síntesis cristiano-marxista de los teólogos de la liberación replica que el marxismo no implica este aserto y que, de ser así, también las clases dominantes impregnadas de espíritu religioso serían conformistas respecto de su existencia material e incluso serían pasivas frente a un conflicto con otras clases sociales. Para estos, en cambio, la religión -y en particular la cristiana- siempre exige una lucha en este mundo en función de una comunidad religiosa: sea con o sin clases dependiendo de cómo se la entienda políticamente. Debe recordarse que para el catolicismo la resurrección es el regreso al edén en la tierra y que, aunque dependa de Dios, ningún esfuerzo individual tendría sentido si estuviera coronado por una muerte sin retorno (incluso si la realización plena de la humanidad pudiera hacerse sólo socialmente y no biológicamente como en la resurrección cristiana), ya que la salvación de cada hombre de acuerdo a su esfuerzo dentro del alienado mundo presente sólo puede ser asegurado con la eternidad y la participación en el mundo venidero. Esto es igualmente cierto tanto para el ideario de autorrealización personal de la derecha cristiana (calvinista o al menos reconciliada con la burguesía), como para la lucha de clases de la izquierda cristiana (marxista o no), como para las originarias posiciones ascéticas y apolíticas del cristianismo primitivo. Estas últimas en particular dieron forma estamental a la dicotomía interna entre la vida económica y la religiosa del occidente medieval extramundano y a su peculiaridad histórica de fusión entre «sociedad civil» y «sociedad política» descrita con atención por Marx en su obra Sobre la cuestión judía, cuya visión llegaría, junto con la opuesta de Nietzsche, a Max Weber, y que entroncaría en el debate marxista-weberiano sobre la influencia económica de la religión.

En su versión más ortodoxa, la interpretación marxista de la religión sería la de una forma de alienación cuya consecuencia para el hombre sería perder sus virtudes para adjudicárselas a un inventado ser supremo. Según Karl Marx, esto es lo que ocurriría en particular con la religión monoteísta: el hombre toma toda virtud que posee y toda idealización metafísica posible, y se la atañe a un ser supremo de su propia creación, devaluándose a sí mismo y dedicando su ser y propio destino a su voluntad y una trascendencia irreal posibilitada por su existencia.

La sociedad medieval, sistema feudal:


Estas sociedades surgen fruto de la fragmentación de los grandes imperios. El feudalismo de la Edad Media supuso un retroceso hacia formas sociales anteriores basadas fundamentalmente en formas de vida rurales y agrarias.

Se caracteriza por la división de parcelas territoriales, los feudos que son porciones extensas de tierra gobernadas por su Señor feudal que hace a sus habitantes sus súbditos.

Esto no implica que desaparezcan los núcleos urbanos, es un periodo en el que la población se hace fuertemente rural y vive de las labores del campo.

Son sociedades en las que la autoridad se ejerce siguiendo un sistema fuertemente piramidal. Al mismo tiempo los estratos sociales están, también, fuertemente delimitados y es muy difícil acceder a un estrato social superior que lucha por mantener sus derechos y privilegios sobre los inferiores. Es una división social en estamentos, con diferentes derechos y privilegios que a la vez delimitan la posición económica. La relación básica era la de servidumbre entre siervo y señor.