Definición de ocio según dumazedier

Digamos entonces que no es la actividad misma la que define a la recreación sino la actitud con la que el individuo se enfrenta a ella; la disposición del sujeto y la propia elección son factores fundamentales para poder definirla. Cualquier actividad puede ser considerada recreativa, siempre que alguien se dedique a ella por su voluntad, en su tiempo disponible, sin otro fin que el del placer por la propia actividad. A partir de esto cualquier aproximación al concepto de recreación tendrá una relación marcada con la Concepción del ocio o tiempo libre, su relación con el trabajo, la noción de libertad, el tipo de actividad, la percepción subjetiva de quien la realiza, entre otras. A modo de aproximación conceptual citamos a Pablo Waichman: «En todos los casos existe una relación marcada entre una temporalidad encarnada en los términos de tiempo libre u ocio, una acción concreta sobre la realidad; un grado de libertad expresado en la selección de la acción; y una satisfacción compensatoria o creativa que supone el fin a lograr con la actividad. A partir de lo antedicho, podríamos esbozar que la Recreación es: • Una actividad (o conjunto de ellas); • que tiene lugar en un tiempo liberado de obligaciones exteriores; • que el sujeto elige (opta, decide); • que le provoca placer (diversión, entretenimiento, alegría)»

. Lo recreativo se vincula al concepto de ocio como una forma particular de ocio, entendido este como «[…] una forma de utilizar el tiempo libre mediante una ocupación autotélica y autónomamente elegida y realizada, cuyo desarrollo resulta placentero al individuo».2 La cuestión del ocio estuvo presente en todas las culturas3 , desde la antigua Grecia, donde era un tiempo integrado, de dedicación a la formación de la persona, al gobierno de sí, pasando por el Imperio Romano, donde se transformó en un instrumento de masas, donde los espectáculos y las fiestas organizados por el Estado tenían el claro objetivo de dominación y de creación de conformidad. En definitiva, el ocio para los romanos era instrumental: un medio de control político sobre el pueblo. A partir del Siglo XVII surgen nuevos valores morales y religiosos que consideran el trabajo una virtud suprema y el ocio un indeseable vicio. El protestantismo y el puritanismo inglés contraponen de manera absoluta trabajo y ocio: uno es productivo y el otro improductivo. El ocio es una pérdida de tiempo que ha de eliminarse de la vida de cualquier individuo que quiera salvarse o mantener una posición social decorosa. Durante el Siglo XX esto se modifica de forma acelerada. El trabajo está separado del resto de la vida de los hombres. El aumento del tiempo libre (reducción de la jornada de trabajo, fines de semana, vacaciones) permite la planificación de actividades para todos los sectores sociales. Deja de ser considerado un tiempo improductivo y se transforma en una verdadera industria económicamente rentable. Es un tiempo liberado de la producción y disponible para el consumo. A partir de la segunda mitad del Siglo XX empiezan a aparecer distintas visiones de la sociología del ocio y en consecuencia de una pedagogía del ocio. Se abren, por lo menos, dos visiones: el paradigma funcionalista (Friedman, Dumazedier y otros) y el paradigma marxista (Escuela de Frankfurt, Munné y otros.)

Para el paradigma funcionalista el ocio cumple una función social en la preservación de una sociedad estable, equilibrando las disfunciones que producen otras actividades humanas, especialmente el trabajo. El papel del ocio es compensar estas disfunciones del sistema social permitiendo el descanso, la diversión y el desarrollo personal y cultural de los individuos. Esta teoría de la 3D (descanso, diversión, desarrollo) será el pilar del paradigma. Considera un tiempo social fragmentado, con oposición de tiempo de trabajo y tiempo libre; es en este último que se va a desarrollar el ocio, entendido como la vivencia subjetiva que conduce a la realización del ser y al desarrollo personal. El tiempo libre pertenece al individuo y no está condicionado socialmente; en esto radica la libertad del tiempo libre, en la capacidad de desarrollar actividades libremente elegidas y afectadas a la esfera de lo privado. Este paradigma generó una utopía en la que se concretarían la autonomía del individuo, la democratización de la cultura y la humanización de la tecnología. A partir de esto se desarrolló la corriente del recreacionismo, que surge principalmente en Estados Unidos y Reino Unido. Más que un modelo organizado es un modelo de acción que suele caracterizarse por acciones al aire libre que tienen como sentido el uso positivo y constructivo del tiempo libre. Su fin es el uso del tiempo liberado de obligaciones en actividades placenteras y saludables, se centra en el juego como actividad principal. «[…] el recreacionismo responde a una sociedad tecnificada e interesada en que las personas se di-viertan, es decir se distraigan y ocupen de un modo socialmente satisfactorio su tiempo de ocio, considerado como un tiempo excedente, del que se dispone para regenerarse sin degenerarse».4 En suma, el recreacionismo se estructura a partir de un tiempo disponible y una oferta de actividades variadas para «ocuparlo», en un sentido positivo y constructivo. Podríamos decir que es una pedagogía de la actividad.

Los marxistas vieron en el ocio de masas un instrumento por el cual se extendía la dominación que se daba en el trabajo industrial. Esta visión crítica al funcionalismo dio lugar al desarrollo de una nueva visión. Es así que los neomarxistas de la Escuela de Frankfurt insisten en el carácter alienante y despersonalizador del ocio, al menos tal como se presenta en las sociedades actuales. El ocio, dicen, está destinado a prolongar los mecanismos de sujeción propios del trabajo por otros medios más sutiles. El consumo se convierte en la primera ocupación del ocio. La propaganda que los medios de comunicación difunden es el instrumento para ir penetrando en la opinión y las costumbres de los hombres a fin de controlarlas y modelarlas según las conveniencias de la industria del ocio. En general, los marxistas usan la denominación tiempo libre en contraposición al ocio, pues ven el ocio como representante de valores individuales, contrario a sus ideas. Por otro lado, ven en el tiempo libre espacio para el desarrollo personal y social, un tiempo para la acción en palabras de Arendt5 : «La acción, única actividad que se da entre los hombres sin la mediación de cosas o materia, corresponde a la condición humana de la pluralidad, al hecho de que los hombres, no el Hombre, vivan en la Tierra y habiten en el mundo. Mientras que todos los aspectos de la condición humana están de algún modo relacionados con la política, esta pluralidad es específicamente la condición —no sólo la conditio sine qua non, sino la conditio per quam— de toda vida política». 6



Tomando como punto de partida esta perspectiva surgen por lo menos dos corrientes de recreación. La animación sociocultural. Surge inicialmente en Francia y España como metodología de la educación de adultos y la educación permanente. Se configura como una metodología (la animación, que hace referencia a los animadores) y como un movimiento sociopedagógico en sí mismo, que pretende la participación social y la democratización de la cultura desde una clave de trabajo comunitario. Según J. Trilla Bernet: «[…] entendemos por animación sociocultural el conjunto de acciones realizadas por individuos, grupos o instituciones, en el marco de un territorio concreto, sobre una comunidad o sector de la misma, con la finalidad principal de favorecer la participación activa de sus integrantes en el proceso de su propio desarrollo social y cultural».7 Podríamos decir entonces que es una pedagogía de la participación comunitaria, que toma lo recreativo como forma fundamental de su accionar metodológico. La recreación educativa. Es la más desarrollada en Uruguay, sobre todo a partir de la década de 1980. Surge de la educación infantil, vinculada a la llamada «educación no formal». Se plantea como un modelo de intervención educativa a largo plazo, como modelo vivencial en el ocio. Tiene un carácter formador que se basa en situaciones, vivencias y experiencias que dotan al sujeto de aprendizajes para la autonomía en el uso del tiempo. Es la educación en y del tiempo libre, en el pasaje del tiempo liberado de al tiempo liberado para. Si el recreacionismo se centra en la actividad, esta Concepción lo hace en el desarrollo de proyectos que apunten a la autonomía del sujeto en todos sus tiempos. Si la animación sociocultural trabaja a partir de los emergentes grupales, la recreación educativa lo valida pero poniendo énfasis en el cumplimiento de objetivos (individuales o grupales). Estaríamos entonces frente a una pedagogía del proyecto. Podemos concluir que los conceptos de ocio y de tiempo libre han ido cambiando a lo largo de la historia, de la mano del cambio en la Concepción del tiempo humano, la estructura social y el trabajo. Pensarlo como un tiempo funcional a otro (el del trabajo, basado en la perspectiva funcionalista) o como un tiempo con valor en sí mismo (integrado al resto de la vida, desde la perspectiva marxista) cambia radicalmente la forma como afrontamos la tarea recreativa. A modo de cierre de este apartado nos parece importante resaltar las distintas visiones acerca de la recreación y la necesidad de tomar una postura en lo que nos atañe. Pensar en la recreación en las escuelas nos lleva a tomar decisiones en cuanto al para qué de esta actividad. Podríamos pensar que la recreación aporta a la escuela en general y a la Educación Física en particular una actividad distendida y placentera con un fin en sí misma, que divierte y distrae. Si esto no va acompañado de una intencionalidad educativa caeremos en un activismo funcional, en una disgregación entre un tiempo útil y trabajoso (el aula) y un tiempo de distensión y divertimento (la recreación en el marco de la Educación Física). Las estructuras sociales y del mundo del trabajo están cambiando a un ritmo vertiginoso y es necesario pensar cuál es el lugar de la recreación hoy, cuando la utilización de los tiempos es distinta y la desocupación y la multiocupación son extremos que atentan contra la vivencia plena del ocio. Los medios de comunicación nos bombardean constantemente indicándonos qué consumir y cómo consumir nuestros tiempos disponibles. Educar en función de la utilización del tiempo disponible es también una tarea de la educación. Nos parece importante la posibilidad de la educación en y para el tiempo libre, que otorgue un carácter intencionado a nuestras acciones para que sean educativas. Esto implica un desarrollo participativo y generador de experiencias en los sujetos, que parta de sus intereses y los potencie. Para esto es necesario enriquecer el medio, brindar a los sujetos nuevos horizontes en el uso de sus tiempos, mediar con lo que la cultura ofrece y proponer una mirada crítica que le dé un sentido a la acción. En este sentido, creemos que el juego, ya sea propuesto por el profesor de Educación Física o por los propios niños, ocupa un lugar importante en la práctica recreativa. Desarrollaremos a continuación algunas ideas que nos permitan reflexionar sobre este fenómeno.