Desarrollo Musical Infantil y el Rol del Educador
Evolución de las capacidades del desarrollo musical en el niño
El conocimiento psicológico del niño cobra especial relieve al ser aplicado a la educación musical, para rebatir la creencia de que el alumno debía reunir dotes excepcionales. Esta creencia va perdiendo consistencia ante aquella que defiende el carácter natural y espontáneo de lo musical, identificando el ritmo musical como ritmo vital y relacionando la práctica del canto y la danza con las manifestaciones más expresivas y emotivas del niño.
La educación musical debe tener en cuenta el proceso psicológico y físico del desarrollo del niño, relacionando los elementos musicales con los cambios y actitudes que el alumno manifiesta.
El maestro de Educación Musical
La enseñanza debe ser lo primero de todo; en el caso de los estudiantes de educación musical, deben cambiar el ‘chip’: ya no son únicamente músicos, sino también maestros de música.
La actitud de un buen maestro debe ser activa y abierta a la ilusión, debe ser dinámico, creativo y con iniciativa.
Además, debe ser responsable de sus acciones, resistente a la frustración y maduro tanto intelectual como emocionalmente.
En el aula, el maestro se convierte en el mediador del aprendizaje, se sitúa entre el currículo oficial y las necesidades y capacidades de sus alumnos.
El educador musical debe poseer una serie de actitudes y aptitudes para desarrollar su labor. Se pueden agrupar en tres aspectos fundamentales:
Preparación psicológica
Una psicología musical orienta al maestro acerca de la intensidad, profundidad y ritmo con que se efectúa el aprendizaje musical en el niño.
El maestro deberá captar con mayor agudeza los gustos, aversiones, preferencias, poder de concentración, etc., de los niños; en una palabra, llegará a comprender en qué consiste el rico y complejo mundo infantil, para establecer un contacto que asegure el éxito de la comunicación.
Preparación pedagógica
La misión del maestro es vincular al niño con la música, descubrir las potencialidades y capacidades de sus alumnos. El profesor no debe ser más que el discreto guía que conduce al niño hasta la música. Para proceder con seguridad y eficacia, el maestro necesita:
- Un buen método.
- Recursos variados para la enseñanza.
- Un criterio desarrollado que le permita escoger el material pedagógico más adecuado.
Preparación musical
No cabe duda de que el mejor maestro es el que actúa con el ejemplo. Ser un buen músico no basta para enseñar música. La musicalidad del maestro se propaga entre los alumnos y puede arraigar en estos. Las cualidades y actitudes que debe poseer un maestro serían:
- Oído musical sensible y cultivado, con capacidad para discernir tanto melodía como armonía y ritmo.
- Conocimiento de la teoría y práctica musical elementales.
- Cultura vocal: conocimiento sobre técnica vocal.
- Dominio de algún instrumento, principalmente guitarra, teclado o flauta dulce.
- Conocimiento de la técnica y manejo de los instrumentos de percusión de sonido indeterminado o determinado.
- Conocimientos suficientes de rítmica o expresión corporal como para poder dirigir y canalizar la energía física en los alumnos en relación con la música.
- Conocimientos básicos de armonía: funciones principales (tónica, dominante y subdominante) y su empleo en la armonización espontánea de canciones infantiles y folclóricas.
- Conocimientos generales de los diferentes estilos musicales a lo largo de la historia.
Premisas para el maestro de Educación Musical
- Nunca se debe empezar a trabajar con partitura. Partir antes de sonidos que de signos.
- El reto en el futuro de la docencia no es simplemente instruir, sino proporcionar claves y situaciones de aprendizaje en las que los alumnos sean capaces de observar, descubrir, imitar, crear, en lugar de explicar únicamente conceptos.
- Se debe procurar que el alumno domine un concepto antes de pasar al siguiente.
- Se debe conseguir que el alumno practique la audición, la interpretación y la composición, y que la educación musical no se limite, como suele ocurrir, solo a la audición.
Los niños deben aprender mediante el juego, favoreciendo así la enseñanza activa. Esto se hace observando, escuchando, experimentando, imitando, participando, memorizando, cometiendo errores y resolviendo problemas, interpretando, discutiendo, componiendo…