Fichas musicales

Los procesos de imagen de toda una comunidad recibirán el nombre de connotaciones.

Parece probable que los procesos de imagen consciente o inconsciente desempeñan un papel de gran importancia en las experiencias afectivas musicales de muchos oyentes.

Por connotación, como algo diferente de los procesos de imagen, entendemos aquellas asociaciones que son compartidas por un grupo de individuos dentro de una cultura.
En Occidente, por ejemplo, la muerte aparece descrita generalmente por medio de tempi lentos y registros graves, mientras que en ciertas tribus africanas se retrata por medio de una actividad musical frenética; sin embargo, esto resulta de las diferentes actitudes hacia la muerte, más que de auténtica diferenciación en los procesos asociativos de la mente humana. La forma concreta en que se realiza o se representa musicalmente una connotación no puede ser comprendida fuera de las creencias y actitudes de la cultura en cuestión.

Adviértase que todas estas asociaciones son intraculturales.

Por importantes que puedan ser las asociaciones hechas por contigüidad, no constituyen sino una pequeña fracción del grupo total de connotaciones evocado por la música.

Si se quiere que surjan connotaciones, habrá una tendencia a asociar el movimiento musical en cuestión con un concepto o imagen referencial que se sienta como si exhibiera un tipo similar de movimiento.

La unidad de la experiencia perceptiva como por ejemplo los sonidos que se encuentran caracterizados con respecto al tamaño (grandes o pequeños), al color (luminoso u oscuro), a la posición (agudos o graves) y a la cualidad táctil (ásperos o uniformes, aristados o redondeados). Además, debe señalarse que estás cualidades se hallan asociadas entre sí; es decir: el volumen está relacionado con la posición (un objeto grande, por ejemplo, se asocia generalmente a una posición  grave) y ambos lo están con el color.

Las asociaciones evocadas por un sonido grave están limitadas, aunque no definida, por el hecho de que en la cultura occidental dichos sonidos se encuentran asociados generalmente a colores oscuros, a una posición grave, a un tamaño grande y a un movimiento más lento.

A menudo las experiencias referenciales son, por sí mismas, parcialmente auditivas. Una ciudad, el viento, la soledad o las expresiones de la voz humana tienen todas ellas una cualidad sonora peculiar que la música puede imitar con mayor o menor éxito.

Resulta difícil decir hasta qué punto las asociaciones que surgen de las semejanzas entre nuestra experiencia de la música y nuestra experiencia del mundo no musical son producto de un condicionamiento cultural. La evidencia de la cultura primitiva y de las no occidentales no resulta tan contundente. Las asociaciones formadas nos parecen naturales.

Sin embargo:

  1. En la mayoría de las culturas existe una poderosa tendencia a asociar la experiencia musical con la extramusical.
  2. Ninguna connotación concreta es producto inevitable de una organización musical dada, ya que la asociación de una organización musical específica con una experimental referencia concreta depende de las creencias y actitudes de la cultura en relación con la experiencia. Sin embargo, una vez que se comprenden las creencias de la cultura, la mayoría de las asociaciones parecen poseer una cierta naturalidad, debido a que las experiencias asociadas son semejantes.
  3. Por natural que pueda parecer una connotación, indudablemente adquiere fuerza e inmediatez a través de la experiencia cultural.

La especificidad de una connotación depende de la divergencia de los elementos del sonido con respecto a un estado neutral. Una tempo  puede no ser ni rápido ni lento; un sonido puede no ser ni fuerte ni débil; una altura puede no parecer ni aguda ni grave en relación bien con la tesitura global, bien con la de la voz o la de un instrumento concreto.

La connotación queda especificada solo si alguno de los elementos del sonido diverge de dichos estados neutrales.

A diferencia de los símbolos verbales o de los signos icónicos utilizados en las artes plásticas, los sonidos musicales, salvo en unos pocos ejemplos aislados, no son explícitos por lo que respecta a su denominación.  Carecen de capacidad para concretar la connotación. Los materiales musicales y su organización son las casusas necesarias para una connotación dada pero dado que ninguna suma de causas necesarias puede nunca equivales a una causa suficiente, debe ser el propio oyente quien suministre la causa suficiente de cualquier connotación que se experimente.

El hecho de que la música no pueda especificar y concretar las connotaciones que origina es un hecho que se ha citado frecuentemente como una dificultad básica para cualquier intento de teorizar acerca de sus significados connotativos.

Lo que la música presenta no es ninguno de estos acontecimientos metafóricos, sino más bien lo que es común a todos ellos, lo que les permite volverse metáforas entre sí.

La connotación puede resultar especificada por la presencia de un texto, un argumento o un programa establecidos por el compositor. En último extremo, es el oyente quien debe concretar la connotación. Pero en ambos casos existe una conexión causal entre los materiales musicales y su organización, y las connotaciones evocadas. Si la organización musical hubiera sido diferente, la connotación también lo habría sido.

La disposición anímica:


La música puede experimentarse como un estado de ánimo o como un sentimiento, puede no solo estar las propias connotaciones íntimamente asociadas con los estados de ánimo, en el sentido de que la juventud o la primavera.

  1. La música describe aquellos modos de conducta, convencionalizados en beneficio de una comunicación más eficaz, que se denominaron ‘comportamientos emocional designativo’. En la cultura occidental, por ejemplo, la aflicción se comunica por un tipo especial de comportamiento:
    Los gestos físicos y el comportamiento por un tipo especial de comportamiento motor tienden a lo mínimo, la expresión facial refleja la imagen cultural de la tristeza, el ámbito de la expresión vocal es reducido y a menudo esporádica. Es este cuadro especial de la aflicción, sancionado culturalmente lo que se comunica en la música occidental. Pero  dicho comportamiento designativo emocional no es la única forma posible de denotar tristeza. Si la expresión estandarizada del pesar en la cultura occidental fuera diferente, también lo sería la ‘expresión’ de pesar en la música. La importancia de esto radica en que permite y explica la variedad en la expresión del estado de ánimo entre músicas de diferentes culturas. Las diferentes culturas pueden comunicar estados de ánimo y sentimientos en formas muy distintas, no porque el mecanismo psicológico de la asociación sea diferente, sino porque lo son los modelos de comportamiento que denotan estado de ánimo y estados emocionales.
  2. Del mismo modo que el comportamiento comunicativo tiende a convencionalizarse en beneficio de una comunicación musical de estados de ánimo y sentimientos tiene a volverse estandarizada.

Las asociaciones por contigüidad desempeñan un papel considerable en la definición musical del estado de ánimo Una figura melódica, un conjunto de relaciones modales o una sucesión armónica se experimentan una y otra vez en conjunción con textos, programas o experiencias extra musicales que bien designan un estado de ánimo, bien lo implican. à INDICE

La asociación de la disposición anímica por similitud depende de la semejanza entre las experiencias que cada individuo tenga de dichas disposiciones y su experiencia de la música. à ICONO

Los gestos de las disposiciones anímicas musicales pueden ser semejantes a los gestos de las disposiciones anímicas derivadas del comportamiento. De hecho, como las disposiciones anímicas y los sentimientos alcanzan su articulación más precisa a través de la inflexión vocal, la música puede imitar los sonidos del comportamiento emocional con cierta precisión.

El hecho de que la disposición anímica sea indefinida no significa que no se origine afecto, pues la falta o divergencia de los elementos del sonido no impide la desviación significativa en aquellos procesos dinámicos que forman nuestras respuestas afectivas a la música.

Es dudoso que las respuestas de las disposiciones anímicas puedan hacerlo. Que una designación musical de un estado de ánimo o de un sentimiento sea meramente comprendida por el oyente no significa que este responda de forma afectiva. Es perfectamente posible ser consciente del significado del comportamiento sin responder como si dicho comportamiento fuera el nuestro. Pero incluso la respuesta empática a los materiales que delimitan la disposición anímica o el sentimiento no requiere un experiencia afectiva resultante.

Parece más probable que la disposición anímica origine afecto únicamente a través de la mediación de procesos de imagen o de connotaciones. Es decir, una disposición anímica origina procesos de imagen previamente asociados en la experiencia del individuo a la respuesta de la disposición anímica concreta, y estos procesos son los estímulos que realmente dan lugar a afecto.

Dado que los estímulos afectivos musicales son obviamente diferentes los estímulos referenciales de la vida real, siempre habrá una diferencia genérica entre la experiencia afectiva musical y las experiencias de la vida cotidiana. Desde este punto de vista, la experiencia musical es única.

Connotación, disposición anímica y teoría estética:


Hanslick escribe que no hay nexus causal alguno entre una composición musical y los sentimientos que puede estimular, ya que estos últimos varían con nuestra experiencia e impresionabilidad. La respuesta al estímulo es aprendida.

La primera dificultad de este argumento escriba en la frase: ‘grupo no seleccionado de oyente’. Es evidente que si estos no están seleccionados, si no han aprendido el estilo darán respuestas muy diferentes, y esto será igualmente cierto por lo que se refiere a sus respuestas al significado incorporado.

La dificultad de una estética de la música basada en las respuestas connotativas y en la disposición anímica no estriba en que las asociaciones entre la música y la experiencia referencial sean fortuitas, o en que no exista una conexión una conexión causal entre la música y los sentimientos, sino en que, en ausencia de un marco referencia específico, no haya nexo causal alguno entre las sucesivas connotaciones o disposiciones anímicas.

Aunque la música puede representar las experiencias mismas aunque solo sea de forma metafórica, no puede especificar la conexión causal existente entre ellas. No hay ninguna razón lógica, sea musical o extramusical, para ninguna sucesión concreta de connotaciones o disposiciones anímicas.

Lo que este último hace es suministrar la conexión causal entre las sucesivas disposiciones anímicas o las connotaciones presentes en la música.

Vistos bajo esta luz, un programa no es un mero capricho. Su función es conectarlas. La gran desventaja de un programa radica en el hecho de que constituye una poderosa tentación hacia la desviación extramusical.