Prejuicios y pedagogia intercultural

EDUCACIÓN INTERCULTURAL COMO “PEDAGOGÍA RELACIONAL”


La apuesta de la comunidad por introducir la interculturalidad en el centro forma parte de la dimensión identitaria del centro escolar y ha de quedar reflejada en el Proyecto educativo, en el Proyecto curricular de Centro, en el reglamento de régimen interior y en el Plan Anual, antes de descender a la dinámica vital del aula. Quizá el enfoque curricular más efectivo para ellos es considerar la interculturalidad como un eje transversal que cruza y enriquece cursos, niveles, etapas y áreas curriculares, y que permite la consecución de los siguientes objetivos:

  • Organizar experiencias de socialización basadas en valores de igualdad, reciprocidad, cooperación, integración.
  • Utilizar la diversidad cultural como instrumento de aprendizaje social.
  • Dotar a los alumnos de destrezas de análisis, valoración y crítica de la cultura.
  • Educar en el compromiso contra el uso de la diferencia y la diversidad como factores de discriminación y/o de desigualdad.

El objetivo fundamental de la educación intercultural es, entonces, promover la capacidad de convivencia constructiva en un tejido social y cultural multiforme. Implica no sólo la aceptación y el respeto del diverso, sino que también el reconocimiento de su identidad cultural, en la búsqueda cotidiana del diálogo, de la comprensión y colaboración, en una prospectiva de recíproco enriquecimiento.

Los modelos interactivos de comunicación están muy ligados a los procesos que normalmente se describen en la educación intercultural. En las distintas actividades, los/as estudiantes se muestran muy cooperativos con sus compañeros, intercambian material, se ayudan en el trabajo, se mueven con libertad y se ayudan unos a otros.

Los malentendidos, los estereotipos, los prejuicios son verdaderas barreras a la comunicación intercultural y hay que luchar activamente contra ellos. De ahí que se estén iniciando trabajos para formar la competencia comunicativa intercultural.

La educación intercultural es una “pedagogía relacional” que se basa en lograr una “actitud hacia el otro en toda su complejidad humana, cultural e histórica”, lo que implica desarrollar los siguientes ámbitos de forma transversal:

  • Educación para la reciprocidad. Ello implica valorar al otro como un legítimo otro. Significa educar en conductas en que tratamos al otro como un legítimo otro en convivencia con otros. El afecto funda lo social.
  • Educación para la complejidad. Significa educar no solamente para conocer las diferencias que se encuentran entre los sujetos de diferentes culturas, sino que educar para la transitividad cognitiva, es decir para el incremento de complejidad de conciencia (discriminación, reflexión, comprensión, empatía, visión, interiorización, convergencia, apertura, etc.).
  •  Educación para la comunicación interpersonal. Para favorecer en las personas la formación de disposiciones interculturales es fundamental educar también en una correcta y respetuosa comunicación interpersonal. La educación interpersonal se realiza a través de este tipo de comunicación en la cual efectivamente existe un “escuchar empático” que es una condición del auténtico diálogo interpersonal que permite acoger al otro.
  • Educación para el conflicto. Desde una óptica intercultural significa enseñar a manejar el conflicto para que éste no sea destructivo de la relación, sino que constructivo. Este tipo de educación requiere:
    1. Reconocer los conflictos.
    2. Aceptar en profundidad los conflictos aprendiendo a desactivar aquellos procesos automáticos destructivos que se basan en la ignorancia y los prejuicios.
    3. Distinguir entre agresividad destructiva y agresividad constructiva- Solucionar el conflicto a través del juego, la vida en grupo y el humor.
    4. Manejar el conflicto buscando no llegar a la ruptura, puesto que se interrumpe el diálogo y la relación con el otro. No solamente el conflicto bien manejado debería llevar a adquirir nuevas formas de complementariedad y de convergencia a niveles más altos de consenso. Manejar el conflicto no significa aguantarlo. Solamente después de haber aprendido a manejar los conflictos se hace posible el diálogo convivencial de la diferencia.
  • Educación para la convivencialidad de las diferencias. Si se entiende la convivencia como la capacidad de vivir juntos, reconociendo al otro como un legítimo otro, en la perspectiva intercultural se debe educar para la convivencialidad de las diferencias.
  • Educación para la paz. Educar para la paz significa no sólo promover la capacidad del respeto recíproco, la comunicación asertiva, el buen manejo del conflicto, la aceptación convivencial de las diferencias, sino que conlleva una educación más global hacia los valores que son constitutivos de la paz misma: la verdad, la libertad, la justicia, la solidaridad-amor.
  • Educación para la igualdad de género. El concepto de género ayuda a comprender que no hay razones biológicas que justifiquen la desigualdad social entre hombres y mujeres, sino que son ideas y costumbres las que han dado lugar a algunas formas de discriminación: pautas aprendidas que pueden ser cambiadas. Una educación en igualdad puede contribuir a que cada persona desarrolle plena y libremente sus valores, potencialidades, preferencias y expectativas vitales. Y a partir de ahí, construir sociedades en las que hombres y mujeres compartan responsabilidades y derechos en igualdad. Algunas estrategias para incorporar la temática de género en la educación intercultural pueden ser las siguientes:
    1.  La distribución de responsabilidades en el aula debe favorecer la igualdad entre sexos.
    2. Mostrar en el aula una representación equilibrada de hombres y mujeres realizando indistintamente todo tipo de actividades.
    3. No utilizar a las chicas como apaciguadoras y/o mediadoras de las actitudes violentas de los chicos.
    4. Analizar colectivamente frases hechas estereotipadas con las que se valora sin haberlo evaluado el comportamiento del alumnado: “Los chicos son más brutos que las chicas”, “Las chicas son más quejicas que los chicos”, “Las chicas son más trabajadoras”, “Los chicos son más creativos”.
    5. No permitir actitudes despreciativas y violentas hacia las chicas, donde se hace alarde de una falsa superioridad masculina por parte de los chicos (Ejemplo: “Eres un nenaza”; este tipo de expresiones crean una imagen simbólica negativa de lo que es ser niña).

El currículo oculto abarca todos los factores que influyen en el aprendizaje, tanto en la sala de clase como fuera de ella, en ámbitos que aparentemente no tienen que ver con el aprendizaje pero que sin embargo son parte fundamental del mismo. Incluye las acciones manifiestas o soterradas, los actos conscientes y no conscientes, cada una de las actitudes y palabras que se escoge utilizar, los comentarios, juicios o prejuicios de los docentes, etc. De esta forma, el currículo oculto va transmitiendo las normas y valores sociales, además de un cuerpo de conocimientos aceptados socialmente a través de la interacción social del día a día, configurando así las expectativas, actitudes, valores e imaginarios de los estudiantes, por lo que es fundamental que los docentes sean conscientes de dichos aspectos ocultos del currículo para poder utilizarlos de la forma más positiva posible.

  • Educación interreligiosa. Como señala Margarita Serra, el trabajo de reconocimiento de la diversidad también tiene que cumplir el objetivo principal de romper los estereotipos e imágenes erróneas que podamos tener sobre las tradiciones religiosas así como el de establecer los elementos comunes que faciliten el diálogo entre tradiciones religiosas y culturales diversas.