Servicio de Laboratorio Clínico en Hospitales: Funciones, Recursos y Gestión

Servicio de Laboratorio en un Instituto Asistencial

Los departamentos de análisis clínicos fueron desarrollándose en los hospitales como unidades de complejidad creciente, destinados a colaborar en el diagnóstico y en la evolución de los pacientes mediante el reconocimiento y medición de elementos, sustancias y hechos biológicos cuya objetividad coadyuvara a una más precisa atención de los enfermos. El campo del análisis clínico en la práctica del hospital comprende ciencias como la bioquímica y la biofísica, la hematología morfológica (citología) y la microbiología. Esta acepción es la corriente en los países latinoamericanos. Dentro de la compleja organización que constituye el hospital como centro productor y/o recuperador de salud, el servicio de Laboratorio Clínico representa una unidad administrativa indispensable e insustituible para la correcta atención médica, porque contribuye a elucidar los problemas que suscita la salud del individuo. Satisface así las necesidades de los servicios asistenciales al facilitar los resultados completos y exactos de los análisis solicitados, y al convenir con los médicos clínicos los métodos de laboratorio que están particularmente indicados para resolver los problemas que plantea el paciente. Cuando los problemas se consideran a nivel de grupos sociales o de la comunidad entera, también el laboratorio adquiere singular importancia, y en ellos el laboratorio de hospital puede participar junto con los laboratorios de salud pública.

Resulta ilógico afirmar que entre los laboratorios clínicos de hospital y los laboratorios de salud pública existe una duplicación de actividades. Hay, en cambio, una influencia recíproca de complementación, que puede culminar en la integración de actividades mediante una adecuada coordinación previa. De cualquier manera, la elección entre la coordinación o la integración de los servicios de laboratorio de hospital y de salud pública debe tomar en cuenta una serie de factores; entre aquellos relevantes hay algunos específicos o directos como los problemas de salud y de cantidad y calidad del personal, y otros indirectos como el grado de desarrollo del país, sus características socioculturales y geofísicas, y su organización político-administrativa. Las consideraciones que serán objeto de desarrollo en este capítulo, analizan el laboratorio hospitalario siguiendo las etapas del proceso administrativo.

Laboratorio de Hospital

Su misión consiste en restablecer y preservar la «salud del individuo». Ellos prestan sus servicios clínicos que consisten en aplicar los conocimientos y las técnicas de las ciencias fundamentales al diagnóstico, pronóstico, tratamiento y prevención de la enfermedad.

Principios Generales

Los laboratorios de hospital prestan servicios clínicos que consisten en aplicar los conocimientos y las técnicas de las ciencias fundamentales al diagnóstico, pronóstico, tratamiento y prevención de las enfermedades. Generalmente las esferas en que trabajan esos laboratorios son Bioquímica, Microbiología, Hematología y la Patología Morfológica.

El laboratorio de hospital, con su personal sumamente capacitado, acorta las distancias entre la asistencia a los enfermos y el mantenimiento de la salud de un lado, y de otro, las adquisiciones de una ciencia que evoluciona rápidamente.

La misión de un laboratorio de hospital consiste en:

  • Facilitar a los clínicos los resultados completos y exactos de los análisis.
  • Realizar investigaciones.
  • Adaptar al laboratorio los descubrimientos de las ciencias fundamentales.

Alcance de los Servicios del Laboratorio de Hospital

La naturaleza de los servicios prestados por un laboratorio depende del trabajo que realice el hospital del que forma parte; puede variar desde una actividad compleja relacionada con la investigación clínica y la enseñanza hasta la ejecución de trabajos ordinarios y que solo exigen la aplicación de métodos sencillos.

Funciones de los Laboratorios Hospitalarios

Al examinar las funciones de los laboratorios de hospital, no se ignora que esos establecimientos no se encuentran en todos los países en la misma fase de desarrollo.

Habitualmente los laboratorios de hospital prestan los siguientes servicios:

1. Patología Morfológica: Anatomía Patológica, Histopatología e Histoquímica, Citología Exfoliativa.

2. Bioquímica: Esta amplia categoría de estudios químicos aplicados a la Biología comprende las habituales determinaciones de hidratos de carbono, lípidos, proteínas, electrolitos de la sangre, orina y de otros líquidos orgánicos, así como el estudio de su metabolismo.

3. Microbiología: Bacteriología, Parasitología, Micología, Virología e Inmunología.

En los hospitales la Microbiología se aplicó por primera vez a los diagnósticos bacteriológicos. En razón del constante desarrollo y ramificación de la Microbiología, existen ya muchos grandes laboratorios que disponen de servicios especializados en las distintas ramas. En algunos casos, uno o varios de esos servicios especializados, por ejemplo, Parasitología o Virología, llegan a convertirse en departamentos autónomos.

4. Hematología: Se refiere al estudio de la sangre, del sistema retículo-endotelial y de las enfermedades relacionadas con anomalías de sus componentes citológicos, de los fenómenos físico-químicos que se manifiestan en las hemorragias y en otras discrasias sanguíneas, de la inmunohematología y de las técnicas de laboratorios relativas a las transfusiones de sangre. En algunos países los laboratorios extienden además su actividad a las materias siguientes: Biofísica Médica, Fisiología Clínica, Alergología, etc.

5. Uroanálisis: Se refiere al estudio de la orina, desde un punto de vista macroscópico y microscópico a fin de determinar alteraciones presentes en la misma.

Necesidades y Demandas del Servicio de Laboratorio Clínico en la Atención Hospitalaria

La consecuencia inmediata de la relación que se establece entre la persona que requiere atención médica y el médico que la sirve directamente, es la puesta en marcha de una serie de servicios indirectos que contribuyen a resolver mejor el problema de salud que presenta el paciente. Entre esos servicios indirectos se encuentran los del laboratorio clínico, cuyas actividades dependen, a su vez, de las actividades realizadas por el hospital del cual forma parte. Esta influencia recíproca de complementación es siempre beneficiosa para los elementos comprometidos en la acción para el servicio médico clínico del hospital, porque recibe del laboratorio una colaboración indispensable e insustituible, y porque el diálogo permanente entre ambos no solo mantiene sino que acrecienta la calidad de la atención médica; para el servicio de laboratorio clínico, porque las exigencias a las que se ve sometido diariamente constituyen una influencia estimulante para el progreso científico de la medicina; y para el paciente, objeto y fin de la atención médica, porque obtiene de esa simbiosis profesional la mejor solución a sus problemas de salud, sea preservándola o bien permitiendo recuperarla en el menor tiempo posible y reintegrándolo a su plena potencialidad productiva.

Si la demanda de atención médica crea, en la mayoría de los casos, demanda de servicios de laboratorio clínico, estos últimos son de una naturaleza muy variada y se cumplen mediante una serie de funciones que van desde actividades simples (rutinarias), basadas en métodos de ejecución sencilla y que constituyen el gran monto de las tareas cotidianas del servicio, a otras actividades de complejidad creciente relacionadas con la investigación clínica y con necesidades de educación, actividades que deben ser consideradas esenciales para el laboratorio clínico con el fin de elevar la calidad del personal que en él se desempeña. Por otra parte, constituyen el mejor antídoto contra la abulia que resulta de la rutina.

El estudio de la demanda de atención médica, y como consecuencia, de la demanda de análisis clínicos, es indispensable como primer paso en la planeación de los servicios de laboratorio clínico. De ahí la necesidad de conocer la demanda de atención médica abierta (ambulatoria) y cerrada (de hospitalización) y luego la demanda de análisis clínicos, y en ambos casos el tipo de servicios solicitados, lo cual dependerá de las actividades que realice el organismo que presta esos servicios: el hospital.

Para que tenga proyección futura correcta, el estudio debe analizar la experiencia pasada y contemporánea en el área y en la comunidad a la cual presta servicios el hospital, y tener en cuenta retrospectivamente las causas que generan fluctuaciones en la demanda. Pero ese estudio, sin pretender ser completo, debe incluir los recursos existentes para satisfacer esa demanda, y en nuestro caso específico se refiere a los recursos en los servicios de laboratorio clínico del hospital.

Recursos del Laboratorio Clínico: Humanos, Materiales y Económico-Financieros

El hospital, como organismo administrativo que sirve a la demanda de atención médica del paciente, debe estar dotado de los elementos necesarios para satisfacerla tanto en cantidad como en calidad. Cuando un paciente entra en un hospital tiene derecho a esperar que se haga todo lo posible en su beneficio, que existan las facilidades y los equipamientos requeridos para el diagnóstico y tratamiento de su enfermedad, y lo que es más importante, que la calidad de los servicios sea altamente satisfactoria, pues la calidad condiciona los resultados de las tareas que se le confían.

Recursos Humanos

Además del Licenciado en Bioanálisis se pueden contemplar otros recursos humanos, tales como:

  • Médicos laboratoristas (médicos analistas o analistas clínicos): Son profesionales especializados en la práctica de análisis clínicos, mediante cursos académicos que los capacitan tanto en aspectos técnicos como en el área administrativa del servicio.

Es excepcional el hallazgo de médicos laboratoristas con una capacitación integral en laboratorio clínico. En cambio, es habitual comprobar la existencia de excelentes médicos laboratoristas en algunas de sus disciplinas fundamentales, por ejemplo: en Microbiología, en Bioquímica, en Hematología y Citología, entre otros. Esta característica permite responder eficientemente a las exigencias de calidad del recurso humano con mayores responsabilidades dentro del laboratorio clínico, pero debe reconocerse que es insuficiente en cuanto a la cantidad de recursos necesarios para una cobertura aceptable, observando el problema hospitalario a escala nacional.

  • Químicos, biólogos y otros profesionales no médicos de formación universitaria: La escasez de médicos con la necesaria preparación complementaria en análisis clínicos, y el creciente número de especialidades en los servicios de laboratorio, imponen la incorporación, en algunas de sus disciplinas, de profesionales universitarios no médicos pero con conocimiento y capacitación científico técnica más amplia que la que habitualmente poseen los médicos. Constituyen en el momento actual un recurso indispensable, y el creciente progreso científico los hace cada día más necesarios en áreas muy específicas de laboratorios especializados.
  • Auxiliares de laboratorio: Se trata de un recurso cuantitativamente importante, que ha adquirido el mínimo indispensable de conocimientos teóricos y de práctica de carácter general en las principales fases del trabajo de laboratorio y/o en labores muy concretas de ciertas técnicas sencillas de laboratorio. Pero sus actividades permiten cubrir gran proporción del trabajo realizando técnicas simples o rutinarias que resultan de la aplicación de métodos de ejecución sencilla.

Los otros recursos humanos pertenecen a servicios generales y administrativos, y también deben contemplarse desde el momento que facilitan la realización de la actividad específica.

Recursos Materiales

Hacen referencia a la necesidad de dotar al laboratorio de una estructura física para el trabajo, y de los equipos, instrumentos, sustancias químicas, reactivos, cristalería entre otros, apropiados para realizar análisis clínicos.

Estructura Física

Todo trabajo humano requiere de estructuras físicas que brinden un ambiente adecuado a sus actividades; su importancia varía de un hospital a otro, según su tamaño, la naturaleza de los problemas de salud que deben atender y el volumen de la población a su cargo. Pero en cualquier caso debe estar dotado de las estructuras necesarias para el diagnóstico, la terapéutica, la investigación y la educación, tomando en cuenta no solo sus actividades actuales sino también sus posibilidades de expansión futura. Tal exigencia obliga a considerar, entre otros factores, la tendencia que muestra la demanda de análisis clínicos por parte de los médicos, el crecimiento de la población y la evolución de las ciencias médicas, que siempre exigen un mayor número de análisis para precisar más el diagnóstico y orientar mejor la terapéutica, desde el momento que indican al médico el camino más correcto para iniciar, continuar o interrumpir el tratamiento.

El espacio o área destinado al laboratorio debe cumplir con una serie de requisitos en relación con el confort del ambiente de trabajo, cuya importancia para la eficiencia del personal no necesita mayor comentario; con tal finalidad, ya en la etapa de planeamiento deben participar los responsables máximos del servicio de laboratorio y del hospital, colaborando con el arquitecto para encontrar la mejor respuesta al problema actual y a las ampliaciones futuras.

La ubicación del laboratorio en la parte central del hospital lo hace más accesible para el personal y para la atención de pacientes ambulatorios e internos. No debe estar demasiado cerca del sector de hospitalizados y de consultorios, lo cual puede perturbar la tranquilidad del personal de laboratorio, no demasiado lejos como para dificultar el traslado de muestras, lo cual consume tiempo y esfuerzos. Esta situación central no supone de ninguna manera el uso del subsuelo (sótano) ni de pisos altos, sino que hace referencia a la planta baja o al primer piso. No existen normas fijas con respecto a las dimensiones del área destinada al laboratorio, aunque se han intentado algunas recomendaciones al respecto. Así por ejemplo, se señala que la superficie ideal para un hospital de 300 camas debe ser de 300 m2, distribuidos a su vez, en las diferentes secciones de acuerdo con el volumen de trabajo específico. Una fórmula, por ejemplo, podría ser la siguiente: microbiología 100 m2; bioquímica 50 m2; hematología 50 m2 y los restantes, 100 m2. Sin embargo, es un buen criterio administrativo considerar el área de cada laboratorio como un problema individual, analizando sus necesidades presentes y futuras con suficiente flexibilidad para una mejor adecuación del local al equipo a instalar y el trabajo a realizar.

El local debe contar con suficiente iluminación natural y artificial. Es necesario evitar el sol directo, dado que el trabajo con instrumentos ópticos exige precisión y esta es afectada por fenómenos de reflexión. La distribución de la luz natural es importante, pues el laboratorio debe tener mucha luz, pero también es fundamental que la luz sea buena, lo cual debe evitar el deslumbramiento colocando persianas o cortinas venecianas en las ventanas, y a utilizar, para iluminación artificial, luz fluorescente en las mesas de trabajo, globos de 200 o 300 watts a 3 o 5 m del suelo, y lámparas deslustradas de 60 watts sobre las mesas, montadas en brazos móviles y evitando cordones largos en el suelo. En cuanto a la distribución topográfica, es conveniente colocar frente a las ventanas a las secciones de Bacteriología y Serología, para que tengan buena luz; en paredes perpendiculares a las ventanas a la sección de Bioquímica, lo cual permite colocar estantes para los reactivos y trabajar con luz lateral, que es la más adecuada; y alejadas de las ventanas, frente a la pared, a las secciones de Hematología y Citología, para evitar las dificultades que crea el reflejo en la visión del microscopio.

Se recomienda que la ventilación sea cruzada, y esto es indispensable en secciones que trabajan con muestras mal olientes de secreciones orgánicas. Para mantener una temperatura confortable se hace necesario el uso de extractores o de aparatos de aire acondicionado, en particular en aquellas secciones que trabajan con hornos y estufas. En la construcción de las divisiones del laboratorio debe utilizarse mampostería incombustible. El suelo de mosaico facilita la limpieza frecuente y el uso de antisépticos, mientras que las ventanas exteriores, cuando ocupan 1/6 o más de la planta de laboratorio, permiten obtener suficiente luz natural. A su vez, las mesas deben ser grises o negras, con superficie resistente a los ácidos y álcalis o de acero inoxidable (especialmente en la sección de análisis químicos), y relativamente «blandas» para evitar la rotura de frascos y otros materiales de vidrio. Otro aspecto a considerar en las mesas es la altura, que debe ser de 90 cm para trabajos de pie y de 75 cm para aquellos que se hacen sentados; las sillas serán preferentemente giratorias, de fácil movimiento hacia delante y atrás, para que todo el instrumental se encuentre al alcance del técnico evitando desplazamientos innecesarios. En las mesas también importan la profundidad o anchura, no mayor de 70 cm, la disposición de los cajones, y el espacio para las rodillas del operador (con un margen aceptable de movilidad) y para los receptáculos higiénicos. La disposición de mesas e instrumentos por delante y detrás del técnico operador ahorra tiempo y esfuerzo, lo que permite aumentar el número de análisis y reducir la fatiga.

Las instalaciones deben contemplar facilidades para el cuidado de pequeños animales de laboratorio. El bioterio debe satisfacer los requisitos de saneamiento y su personal habrá de recibir un adiestramiento especial.

Fuera del espacio destinado a las operaciones técnicas, es necesario prever otros espacios para las secciones de recepción de muestras, la secretaría y la entrega de resultados, junto a la puerta de entrada, y para la extracción de muestras dentro del propio recinto cuando las circunstancias lo aconsejan o las normas lo establecen. De preferencia, en uno de los ángulos del área deben instalarse la sala de reuniones del personal y la biblioteca del laboratorio, indispensables para facilitar el progreso científico de los técnicos y para la incorporación de nuevas técnicas más precisas o más simples.

Esta enumeración de los distintos elementos a considerar para las facilidades físicas del laboratorio no pretende ser exhaustiva, pero si situarnos en las condiciones actuales y orientarnos hacia un modelo ideal.

Los riesgos físicos, químicos y biológicos a los que está expuesto el personal deben estar contemplados en el programa de seguridad del hospital.

Medios de Trabajo

Referidos a equipos, instrumental, sustancias químicas, reactivos, cristalería, entre otros, están en constante progreso merced a la permanente contribución de la tecnología en los múltiples campos científicos del laboratorio. La incorporación reciente de instrumentos electrónicos de alta precisión, el desarrollo incesante de aparatos de automatización, la introducción de equipos desechables (agujas, pipetas, tubos y otros), son elocuentes muestras de ese progreso y crean, en

los hospitales viejos problemas de difícil solución con respecto a las posibilidades de expansión, renovación y reconstrucción de los servicios de laboratorio. Cámaras de temperatura constante (refrigeradores de + 4 °C para conservación de productos biológicos y gérmenes), estufas de 37 °C para conservar cultivos, instrumental óptico (microscopios, colorímetros, refractómetros, espectroscopios, medidores de pH entre otros), sustancias químicas y reactivos, cristalería (pipetas volumétricas, buretas, embudos de separación, material de vidrio con tapitas o tapones esmerilados, entre otros), constituyen una mera descripción del complejo y múltiple equipamiento que necesita el servicio de laboratorio para un buen funcionamiento. Esta enorme contribución de la tecnología debe manejarse con profundo sentido realista y rigor crítico teniendo presentes las necesidades del laboratorio.

La dotación de tales medios de trabajo exige un esfuerzo permanente que compromete particularmente a los jefes de laboratorio y suministros y al director del hospital. Dicha cooperación es necesaria por múltiples razones: para el jefe de laboratorio es fundamental que no se deteriore la calidad de los análisis clínicos y, más que eso, que su servicio logre el máximo rendimiento con la incorporación de nuevos medios de trabajo; para el jefe de suministros resulta importante evitar gastos innecesarios y considerar, cada vez que se requiere adquirir materiales, la durabilidad, el espacio disponible para depósito y la calidad del material, condiciones indispensables que a largo plazo redundan en economía; y para el director del hospital, porque su decisión debe apoyarse en razones de máxima eficiencia con un mínimo de costos, lo cual requiere tanto un buen juicio como la capacidad para escoger el mejor camino en el instante más propicio. La correcta coordinación de esos tres puntos de vista lleva a lograr la mejor solución para los objetivos que se persiguen.

El mantenimiento de los medios de trabajo requiere una conducta uniforme del personal que los utiliza, y en muchos casos, de acuerdo con el volumen de trabajo del hospital, de equipos automáticos que agilicen la tarea de limpieza. Así, por ejemplo, es conveniente disponer de lavadoras automáticas de cristalería en hospitales de más de 300 camas.

No debe olvidarse nunca que un buen material de vidrio, por ejemplo, dura más tiempo en manos de operadores hábiles, porque los dos riesgos principales a que esta expuesto (rotura y corrosión) dependen en gran medida de la falta de cuidado, y ésta, a su vez, de la falta de responsabilidad en el cumplimiento de las tareas asignadas a cada integrante del laboratorio.

La administración de los servicios de laboratorio ofrece otro ejemplo de la necesidad de hacer frente al desequilibrio permanente que existe entre necesidades y recursos, agravado casi siempre por el despilfarro de estos. También en el laboratorio se tiene poco para satisfacer mucho, pero lo más lamentable es que lo poco que se tiene sea mal utilizado.

Función Asistencial

Comprende actividades requeridas por el médico al laboratorio en múltiples circunstancias. Al proporcionarse al médico datos técnicos (una cifra o una apreciación) contribuyen al diagnóstico y tratamiento del paciente. Como ya se ha detallado esta función primordial, no insistiremos en ella. En cambio, es conveniente destacar las demás actividades porque su importancia lo aconseja. En cuanto a las actividades preventivas, el laboratorio contribuye al dictamen de salud de un paciente poniendo en juego diversas técnicas que interrogan las “constantes” biológicas, señalando la presencia o ausencia de normalidad. En este sentido se observa que existe una interrelación cada vez mayor con los servicios de laboratorio de salud pública.

Pero además el laboratorio desempeña un papel de primer orden en el control de la infección intrahospitalaria. Desde el momento que el hospital debe trabajar con materiales contaminados por múltiples gérmenes, está en las mejores condiciones para estudiar y adoptar medidas tendientes a controlar los contaminantes biológicos (microorganismos patógenos) del ambiente hospitalario, detectando las fuentes de infección. Sirve, de esta manera, como un “barómetro de la sepsis” del hospital. Y aún cuando los reservorios portadores de gérmenes, en su mayoría inaparentes, constituyen un motivo de atención especial y permanente, la acción preventiva no se detiene en ellos sino que también se controlan sistemáticamente diferentes sectores del hospital. Las pruebas sobre esporos para determinar la eficiencia de los aparatos de esterilización, el cultivo sistemático de mamaderas y chupetes preparados dentro del hospital, el cultivo de heridas y de muestras tomadas en lugares no anunciados del hospital, hechos en forma rutinaria y continua, pueden producir datos significativos referidos a la eficacia con que el hospital encara su riesgo inherente de infección.

Esta actividad no puede ser considerada como adicional. Forma parte de las actividades preventivas que todo hospital bien administrado debe realizar y de ninguna manera puede aceptarse el argumento de que su costo es prohibitivo. Solo el laboratorio posee el modus operandi y la responsabilidad de determinar la flora bacteriana que prevalece en el ambiente hospitalario y en el personal, y de contribuir así a controlar ese riesgo biológico por el peligro que representa para el paciente. Desde este punto de vista el factor costo deja de ser lo más importante ya que, por encima de consideraciones monetarias, está la responsabilidad moral y legal del hospital.

Función Docente

Si bien nadie puede discutir que la primera obligación del laboratorio es llevar a cabo los análisis solicitados por el médico para precisar mejor el diagnóstico y orientar la terapéutica, tampoco nadie puede negar que, si sus actividades se limitan a realizar análisis y entregar dictámenes, sus funciones se reducen al mínimo. El laboratorio, como ya se ha expuesto, también debe cumplir funciones de investigación clínica, pero además debe actuar siempre como un centro de enseñanza.

Abundan los argumentos para destacar la importancia de la docencia entre las distintas funciones que debe desarrollar el laboratorio. La formación y perfeccionamiento de las diferentes categorías de técnicos que integran su personal encuentra en este servicio el centro de práctica ideal; por tanto, toda Escuela de Bioanálisis, de Bioquímica y de Tecnólogos Médicos debe complementar el curso académico con un curso práctico realizado en laboratorios de hospitales acreditados, que garanticen una buena formación. El aprendizaje por el trabajo práctico se hará extensivo a otros miembros del equipo de salud, como es el caso de las enfermeras por su estrecha vinculación con un proceso que, originado en la relación paciente médico, pone en marcha al laboratorio. Las mismas consideraciones son válidas para el médico interno y los médicos residentes.

Así, la función educativa del laboratorio abarca distintos grupos del personal hospitalario pero no se agota en ellos. Más que conveniente, es indispensable que incluya algunos grupos de pacientes que, por la índole de su enfermedad, requieren un control permanente sobre la base de análisis clínicos. Un ejemplo ilustrativo es el de los pacientes diabéticos, cuya educación sanitaria debe incluir la enseñanza de pruebas para determinar la existencia de glucosa en la orina. Esta educación sanitaria debe proyectarse a los familiares de pacientes y grupos de la comunidad a la que el hospital sirve.

Función de Investigación

Esta función conlleva problemas cuya solución no siempre es fácil. En primer lugar toda investigación clínica puede ser emprendida solamente después de haber sido aprobada por el cuerpo médico a través de su comité de investigaciones clínicas, organismo integrado, entre otros, por el jefe de laboratorio. Además cabe preguntarse en cada caso qué valor puede tener una investigación para una mejor atención del paciente.

Aunque esta función no deja de estar erizada de problemas, nos parece conveniente insistir en algo que siempre debe tenerse en cuenta. Toda función supone realizar un conjunto de actividades que serán llevadas a cabo por personas y que requieren facilidades físicas y medios de trabajo. Y toda función se realiza para cumplir un objetivo que fue definido en el proceso de planeamiento. Por tanto, la función de investigación no puede ser ajena al laboratorio y al hospital, pero exige, al mismo tiempo, una definición clara y precisa que conteste a las preguntas enumeradas.

La Jefatura del Servicio

El jefe es responsable de los asuntos técnicos y administrativos y su papel primordial es orientar e integrar las actividades de las distintas secciones en el cumplimiento de los objetivos del laboratorio.

En virtud de su formación especializada, debe tener competencia en los múltiples aspectos técnicos particulares que comprende el laboratorio. Sin embargo, como esa formación no incluye a menudo la enseñanza de los principios de administración, no siempre se halla capacitado en asuntos administrativos. Esta omisión ocasiona muchos problemas y agréguese a ello que la educación técnica suele crearles una actitud mental que los hace renuentes a considerar asuntos administrativos.

Las funciones del jefe de laboratorio son las propias de todo cargo de dirección de un servicio o departamento, y comprenden desde la programación de las actividades de su laboratorio hasta la organización formal e informal; la coordinación, el control y la supervisión; el mantenimiento y la evaluación de las actividades. No son ajenas a su cargo las funciones de investigación, para promover el progreso científico, y de educación, para la formación de un personal técnico de mayor calidad posible. Debe integrar el Comité de Infecciones y el Comité de Investigaciones Clínicas.

La necesidad de elaborar un manual que indique los métodos a seguir en el proceso de planeación y ejecución del laboratorio clínico, hace cada día más notoria la necesidad de una estrecha coordinación entre el jefe de este servicio y la Dirección del hospital. Competen al jefe la descripción por escrito de los cargos de laboratorio y de los sistemas de trabajo y de registro de las actividades, así como las tareas de control y evaluación permanente, que se analizarán más adelante.

Relaciones

Dado que el laboratorio es una unidad administrativa del organismo hospitalario, debe relacionarse con las otras unidades de la institución para que esta funcione como un todo y con el mayor grado de eficiencia. Entre esas relaciones deben destacarse las que se establecen con los servicios médicos clínicos y con el departamento de Enfermería, en lo que respecta al cometido específico del laboratorio, y con los departamentos de farmacia, Suministros, Contabilidad y Personal, en cuanto a los recursos que necesita para el cumplimiento de sus funciones.

Desde el momento en que el hospital forma parte de una organización sanitaria, en el programa de regionalización deberán establecerse aquellas relaciones que permitan aprovechar las facilidades que el laboratorio del hospital brinda al sistema de salud.