Pedagogía de la Primera Infancia: Claves para una Formación Docente Transformadora
Formación Inicial del Profesorado en Educación Infantil
La democratización cultural, entendida como el traspaso de los bienes culturales de unas a otras generaciones, busca hacer que estos bienes sean asequibles a la población general, sin exclusiones, aunque con posibles pérdidas de matices.
Sin embargo, su aplicación en la escuela infantil presenta dos objeciones fundamentales:
- La escuela infantil no ocupa un lugar central en la transmisión de contenidos académicos. Por esta razón, el concepto de democratización cultural encajará mejor en etapas posteriores, más centradas en aprendizajes académicos. En la primera infancia, podríamos hablar de transmisión cultural en el plano de los valores, siendo los valores que mejor se aprenden los que se viven y no los que se enseñan. Los valores se aprenden a partir de la experiencia, que no es necesariamente escolar.
- La diversidad: una cosa es hablar de diversidad y otra practicarla. Practicar la diversidad es creer en ella, es sentir respeto no impostado por su valor, y no considerarla un obstáculo que trabe cualquier intento de planificación docente.
Aspectos Fundamentales y Competencias Docentes
Existen dos aspectos fundamentales y seis creencias y competencias clave:
Competencias
Las competencias tratan los saberes básicos para el futuro, haciendo referencia al saber. Incluyen:
- Saber hacer: Orientado a intervenir eficazmente.
- Aprender a conocer: Relacionado con toda la información que recibimos y los procesos informativos.
- Aprender a convivir: Genera situaciones comunicativas positivas y participativas entre los seres humanos.
Hay distintos tipos de competencias que el docente debe desarrollar.
Creencias
Las creencias permiten visualizar los problemas que están «enterrados» en propuestas que parecen acabadas y completas. La formación en creencias debe ser una trama de convivencia; estas dejan una huella imborrable y forman parte de lo que hemos escuchado y vivido.
Cuando se empieza a ejercer como docente, se asocia a los alumnos con la forma en que hemos sido enseñados. Al reproducir esa conducta, estamos fijando todas esas creencias que, sin ninguna capacidad crítica, se nos han inculcado y son las que determinan nuestra conducta.
El Rol del Maestro: Creatividad y Ambientes Emocionales
El maestro no debe seguir rígidamente la didáctica, sino que debe crear ambientes a través de la creatividad. Esta creatividad se ve estimulada aprendiendo de otros maestros. El maestro debe crear ambientes interiores que se basen en sumarse a la vida emocional del niño. Esto es una competencia educativa y emocional. Los docentes han de ser expertos en el diseño de «interiores» con emociones y fantasías que estimulen a integrar sin miedo.
Es fundamental la creatividad, que el maestro/a sepa crear ideas que le permitan interpretar las señales que nos envían los niños. Tenemos que interpretar estas señales a través de sus palabras, hábitos, movimiento, etc. Hay que estar a la altura de sus emociones, sus iniciativas. Si tienen esas necesidades cubiertas, sentirán bienestar, satisfacción, seguridad y estimulación.
En definitiva, los niños necesitan verdaderos hogares, comunidades abiertas y acogedoras. La infancia necesita oportunidades de interacción con las personas en distintos ambientes y procurar su bienestar, que es garantía de felicidad presente y futura.
Hay que identificar cuáles son sus necesidades, empatizar con ellos e interpretar sus señales a través de la creatividad. Debemos trabajar la forma de convivencia para transmitirles a nuestros niños lo importante.
La Educación como Hecho Biológico y Cultural
En los primeros años de vida, el cerebro se va desarrollando, y es en la etapa de educación infantil cuando se empieza a forjar el desarrollo adaptativo, para poder enfrentarse a las dificultades existentes y a los requerimientos del medio.
Las neuronas son las encargadas del procesamiento y la transmisión de información hacia todo el sistema nervioso. Para que este sea estimulado, los adultos tenemos que generar ambientes confiables. Cuando lo externo no es confiable, el niño termina inhibiendo esa conducta y sintiendo un cierto rechazo hacia ella. Es importante estar en un ambiente confiable, ya que permite la formación de nuevas conexiones y así avanzar y alcanzar nuevos conocimientos. Si generamos un ambiente no confiable, les cerramos las posibilidades de crear nuevas conexiones, sentimientos y pensamientos.
El cerebro de los niños es como una esponja, por eso el aprendizaje en estas primeras edades es fundamental, y esos circuitos neuronales que se activan con las primeras experiencias permanecerán activos durante toda la vida. La estimulación es necesaria y no es recibida igual por todas las personas.
A un niño de escuela infantil, le tenemos que proporcionar un ambiente seguro y una estimulación adecuada para que así se sienta seguro y explore con confianza aquellos focos de estimulación que despiertan su curiosidad natural.
La inteligencia no es un rasgo físico, sino que es un proceso que se produce debido a la maduración biológica e interacción con el medio ambiente.
La Educabilidad y la Cultura
La educabilidad es la capacidad de los seres humanos para manejar su propia naturaleza con el aprendizaje. Nosotros no nos adaptamos pasivamente al medio, sino que lo transformamos, y eso se conoce como cultura. La cultura tiene su origen en mejorar la calidad de la vida humana, pero sin la educación no se puede llegar a la cultura, al igual que sin la cultura no es posible la educación, ya que esta última es el medio de transmisión cultural.
Posiciones sobre la Educabilidad
La educabilidad se estructura en torno a tres posiciones principales:
- Optimismo pedagógico: Hace referencia a la posición de que todo se puede enseñar a través de la experiencia y la estimulación, siempre y cuando se tengan los recursos necesarios. Todas las capacidades son enseñables y desarrollables. El fracaso no se debe a las capacidades del niño, sino a diseños incorrectos de educación.
- Pesimismo pedagógico: Ocurre cuando las aptitudes del individuo no dan de sí, no aprende y, en consecuencia, no es posible el aprendizaje. El individuo presenta aspectos deteriorados en sus capacidades.
- Realismo pedagógico: En cierto modo, es la solución a lo anterior, ya que es una postura intermedia. Esta posición respeta las diferencias y actúa siendo consciente de que adquirimos el aprendizaje a través de procesos madurativos distintos.
En conclusión, los seres humanos estamos dotados de diversos procesos. Por eso, lo importante es estar en un ambiente confiable que permita la formación de nuevas conexiones. Pero para que la adaptación se lleve a cabo, es necesario estimular a los niños y garantizarles la seguridad que necesitan para desarrollar nuevas experiencias.
El Dualismo de Dewey: Juego y Trabajo en la Infancia
John Dewey, considerado un pedagogo fundamental, aborda el dualismo entre el juego y el trabajo. Tradicionalmente, el juego se asocia a la vida infantil y el trabajo a una actividad útil para la vida adulta. Nos engañamos a nosotros mismos cuando pensamos que son dos extremos, cuando en realidad son continuos, son dos caras de la misma moneda.
Los niños, al no tener que preocuparse por canalizar su energía a través de actividades como el trabajo, lo hacen a través del juego, quemando así esa energía sobrante.
Dewey consideraba que tanto el juego como el trabajo son importantes para la vida. A través del juego y la actividad, los niños conocen el mundo y reconocen los objetos que hay en él. Cuando un niño está en movimiento, está experimentando con el entorno, los objetos, las personas y los seres que se tropiezan en su día a día.
El niño aprende más a través de la experiencia libre que despliega el medio, es a lo que le lleva su propia curiosidad. Va a llegar a manipular aquello que le produce curiosidad porque es un estímulo nuevo. Si no lo conocen, les proporciona mayor curiosidad para experimentar con él y conocer sus propiedades. Es la actividad en sí misma la que le va a reportar una nueva estimulación que va a satisfacer y estimular su curiosidad.
Dewey se dio cuenta de que el aprendizaje de los niños está vinculado a la actividad y que sin actividad un niño no estaba aprendiendo. La experiencia infantil escolar preparará mentalmente a los niños para el trabajo escolar posterior, y su propio movimiento y experiencia sobre su cuerpo les va a permitir construir conocimientos para luego trabajar cuestiones más complejas.
Si no está aprendiendo nada con lo que se puede explorar, se desespera y se mueve con la finalidad de obtener alguna estimulación distinta a lo habitual. Lo importante es que el niño tome iniciativas para explorar.
El niño necesita actividad máxima y descanso adecuado para que biológicamente se mantenga sano y crezca. No hay que proteger al menor para que no le pasen cosas, sino que hay que dejar al menor que realice cosas porque es su naturaleza. Lo que verdaderamente hay que proteger es la infancia, dejando que siga su curso libremente.
En conclusión, el aprendizaje infantil es siempre experiencia. Hay que proporcionarles experiencia, dejar que tengan experiencias y que estas sean libres y ricas en entornos con estímulos distintos, cambiantes, atractivos, en los que ellos puedan manipular y aprender. Tenemos que dejar que los niños experimenten, no entrenarlos para que lleguen a ser adultos competentes, sino dándoles el valor intrínseco que está en la infancia.
Hacia una Nueva Concepción de la Educación como Derecho: Avances y Desafíos
La socialización es el proceso por el cual el entorno humano nos influye, y conlleva la adquisición de conductas comunes a la especie. Los seres humanos somos seres sociables; necesitamos socializar para, en cierto modo, sobrevivir. La vida en comunidad potencia nuestra inteligencia y nos interconecta con la realidad. Este proceso se desarrolla de manera inconsciente; es un aprendizaje más sólido y espontáneo que surge de la convivencia y da lugar a diversos aprendizajes importantes. El aprendizaje intencionado se realiza de forma consciente, es decir, nosotros en ese momento sabemos que estamos aprendiendo; sin embargo, mediante la socialización, no.
Procesos Socializadores
Los procesos socializadores se dividen en dos grupos:
- Socialización primaria: Es aquella en la cual participa una comunidad cercana como, por ejemplo, familias, amigos, etc. En este grupo, la socialización se concibe de una manera informal, ya que con ellos somos realmente nosotros. Estas relaciones se basan en la afectividad y conllevan el desarrollo de componentes básicos necesarios para integrarnos socialmente.
- Socialización secundaria: Aparece cuando los aprendizajes del grupo anterior han sido consolidados. Este sector está compuesto por asociaciones e instituciones. Con este sector, atravesamos procesos de aprendizaje formal y cumplimos una función social. Somos seres sociales, pero eso no implica que hayamos nacido socializados; por lo tanto, la educación ocupa un lugar fundamental en la vida humana.
La socialización da lugar a la integración del individuo en un grupo social y, a través de ella, interiorizamos la cultura en la que vivimos. El ser humano necesita establecer contacto con los miembros de su misma especie; no puede avanzar ni existir de forma solitaria.
La Educación Infantil como Tramo Compensatorio e Inclusivo
La educación ocupa un hecho central en la vida humana, y la educación infantil es un tramo compensatorio. Compensa algo que está deficitario, pero no se refiere a déficits de niños escolarizados o malos resultados, sino que compensa situaciones de deprivación sociocultural de origen. No todos los niños que acceden a la educación obligatoria primaria han tenido un mismo tipo de experiencia social y cultural.
Hay muchos niños que van a tener un déficit en lo que traen de experiencia sociocultural, y otros que tienen un superávit en ese mismo tipo de experiencia. La institución escolar a menudo cree que el alumno que llega a la escuela es siempre el mismo. Sin embargo, un niño que viene con una experiencia distinta a la escuela se encuentra desubicado, y el profesor no siempre sabe acoger su experiencia como una experiencia útil.
La cultura que tenemos interiorizada está conformada por estereotipos y prejuicios basados en ciertas procedencias. La escuela deberá brindar acogida a la diversidad y aprovechar la experiencia cultural. Sin embargo, a menudo se tiende a estandarizar al alumno, y quien no responde al estándar es penalizado.
La educación infantil puede servir para compensar esas experiencias iniciales distintas de alumnos procedentes de entornos que no son los habituales, para que cuando acceda a la escuela no se encuentre como un extraño en un entorno desacostumbrado, sino que él pueda empezar a entender los objetivos y cómo se trabajan en ella. La educación infantil es una propuesta compensadora de esas desigualdades de inicio para que no evolucionen en fracaso escolar para los colectivos que ya sabemos que van a tener dificultades en la escuela.
En el aula de infantil se acogen a niños que provienen de experiencias sociales y culturales distintas, o que sus ritmos de desarrollo y crecimiento marcan hitos en edades que no se corresponden exactamente con nuestras divisiones académicas. Esta situación hace que la escuela y el aula de infantil sean espacios en los que se puede generar exclusión si no se gestiona bien, y por ello tienen que producir espacios inclusivos.
Incluir supone que el diferente y el muy diferente sean igualmente acogidos y atendidos en sus necesidades. Si la persona distinta es acogida y se responde a sus necesidades, el aula de infantil va a ser un aula en la que el objetivo es el bienestar de cada niño, incluyendo a todos por igual.
En conclusión, tenemos que tener en cuenta que la clase de infantil es un aula intercultural natural porque los niños no tienen ese juicio sobre otros niños distintos. Debemos generar un espacio abierto de diálogo y de inclusión en el que transformemos a nuestros alumnos verdaderamente en sujetos y no en objetos, dejando que se expresen, se muevan y aprendan.